Capítulo 96: Cinco reyes.

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Shen no era el único que se preparaba para la batalla que se avecinaba, Da-Xiang también tenía casi todo listo para la ceremonia de ascensión y el despertar del zhenzhu. Tsao-Lan, Ill-Po y Dai-Gui lo acompañaron hasta una lejana casa más allá de los límites de la capital, muy lujosa y llena de sirvientes.

—¿Qué es este lugar Dashi? —preguntó Tsao-Lan curioso.

—Ya lo verán —respondió estoico el hombre.

Recorrieron todo el lugar hasta llegar al patio trasero, ahí se encontraba una extraña carpa, rodeada de flores muy raras, algunas que incluso no pertenecían de Xing. Da-Xiang deslizó la cortina de la entrada y paso sin dudar, Dai-Gui y Tsao-Lan se detuvieron algo dudosos mientras que Ill-Po lo siguió de inmediato. Dentro esperaba una mujer de avanzada edad, con bolsas debajo de los ojos y arrugas bien marcadas en la frente, una mesa estaba frente a ella y detrás una gran chimenea con ardiente fuego de colores.

—Ya lo esperaba mi señor —dijo la mujer.

—Igual que siempre —contestó Da-Xiang complacido.

—¿Esto es? —Tsao-Lan observó sobre la mesa distintos artículos que reconocía perfectamente y se percató de lo que ocurría ahí —. No me digas que crees en estás estupideces.

—¿Qué es? —preguntó Dai-Gui al estar impedido para ver —. Debe ser algo importante.

—Da-Xiang vino a qué leyeran su mano.

—No es tan simple como eso —comentó Ill-Po —. Está mujer es especial.

—¡Claro! Eso dicen todos —bufó Tsao-Lan —. Me sorprende que alguien como tú crea en esto.

—Normalmente no lo haría —respondió Da-Xiang —. Pero es como dice Ill-Po, está mujer es especial. Entonces, por favor.

—Como mi señor quiera —la anciana entregó un caparazón de tortuga muy antiguo a Da-Xiang, dentro tenía un pequeño cuchillo bien afilado y un pañuelo —. Por favor.

Da-Xiang corto su dedo pulgar y dejó escurrir un poco de sangre dentro del recipiente, limpió su dedo con el pañuelo y entregó el recipiente a Ill-Po, la mujer hizo lo mismo, después la entregó a Tsao-Lan a lado suyo y finalmente a Dai-Gui para repetir el proceso.

—¿Es en serio? —preguntó Tsao-Lan incrédulo.

—No los traería aquí si no fuera cosa seria —contestó Da-Xiang —. Sólo necesito unas gotas, luego te puedes marchar si quieres.

Tsao-Lan asintió y también dejó caer gotas de su sangre en el caparazón antes de entregarlo a Dai-Gui.

—Esto es magia de sangre, magia prohibida —señaló el invidente —. Hay un alto costo por usarla.

—Lo hay mi señor —interrumpió la anciana —. Pero no sé preocupe, ya pagué por ella hace mucho.

Dai-Gui también cortó su dedo y ofreció su sangre, luego dio el recipiente a la anciana y todos vieron como la mujer agregaba algún tipo de posición para después arrojarla al fuego detrás de ella. Las llamas se agitaron y cobraron vida, salieron de la chimenea y rodearon a los cuatro Xing long hasta extinguirse.

—¿Y bien? —preguntó Da-Xiang al instante.

—Mmm... —dudó la mujer —. ¡Es difícil!

—¡Sea clara! —ordenó Da-Xiang.

—Si, lo veo. Antes del amanecer el príncipe desterrado habrá cumplido su destino y el ciclo del zhenzhu estará completo.

—¡SI! —exclamó Da-Xiang.

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