Capítulo 97: El lobo solitario.

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El día pasó más rápido de lo que Shen hubiera querido, el sol ya se ocultaba en el horizonte y el viento soplaba fuertemente. Los hombres ya avanzaban rumbo a la batalla, separándose en varios grupos a medida que se alejaban para cumplir con su objetivo. Él dragón fantasmal observaba desde lo alto de un borde en silencio, para la batalla escogió la ropa de Ishgar que logró salvar de los restos del anterior refugio. Un pantalón gris oscuro con unas botas altas negras, en la parte superior una camisa negra sin mangas con un dragón rojo en el pectoral derecho, sobre esta la chaqueta desgastada y llena de rasgaduras que usó durante los grandes juegos mágicos y sumado a esto, en el cuello portaba la bufanda que recibió de regalo durante su primer cumpleaños. Había roto tantas reglas de Xing que ya no se sentía merecedor de portar su antiguo atuendo de batalla. Lo más destacable era el uso de un parche del lado izquierdo de su rostro para cubrir el ojo dañado, pues sólo sería una carga durante el combate.

—¡Estamos listos! —dijo Min-Ha llegando en silencio —. Hora de marcharse.

—¡Si! —respondió Shen muy tranquilo.

Aún con la gran cantidad de hombres bajo su mando, a él le correspondía hacer el viaje solo, cruzando por la jungla para entrar a la capital de frente, justo donde nadie lo esperaría. Tse-Tsen, Shi-Yun, Shu-Lan y Jia-Li comandaban la tropas alejándose lentamente.

—¿Se marchan ya? —preguntó Fa-An escondida detrás de un árbol.

—¡Es hora! —exclamó Min-Ha —. Gracias por todo hasta ahora Fa-An, todos ustedes ya tienen sus órdenes. Jamás habríamos llegado tan lejos sin tu ayuda.

—¡Si! —dijo Shen —. Te debo una por quedarte callada aquella vez.

—¿Qué dice? —negó Fa-An sonriente —. Usted me ayudó más ese día, normalmente los nobles no se preocuparían por alguien tan débil e inútil como yo.

—¡Nada de eso! —contradijo Min-Ha —. Si personas como tú no hubieran estado de nuestro lado no habríamos podido reunir provisiones o enviado mensajes. ¡Nada de esto sería posible sin ustedes!

—¡M-muchas gracias Min-Ha! —Fa-An contuvo las lágrimas —. Espero que nos volvamos a ver.

—¡Así será! Tenlo por seguro —contestó el hombre sonriente.

Fa-An se inclinó ruborizada y se retiró rápidamente, sabía que ella estaba de más en aquel momento y su lugar no era el campo de batalla.

—¿Ustedes dos? —preguntó Shen.

—Han pasado muchas cosas Shen-Lee.

—Ya veo —Shen sonrió —. Me alegro.

—Bueno, creo que no has...

—¿Dónde está Chan-Lee? —interrumpió Shen —. Quisiera hablar con él.

—El maestro no regreso ni hemos podido contactar con él —Min-Ha apretó los puños —. Creo que podemos suponer lo peor.

—Esta vivo, lo sé —afirmó Shen muy seguro —. Cuándo lo veas, dile que le devuelvo el nombre Lee. Dile que lamento haberlo tomado sin permiso y que no mancharé su honor más.

—¡Ni hablar! —dijo Min-Ha rápidamente.

—¿Ehh? —preguntó Shen confuso.

—Soy la persona que más conoce al maestro. Él jamás tomaría lo que te pertenece por derecho... bueno, una vez más.

—Yo no soy un Lee...

—Si lo eres —afirmó Min-Ha —. La misma sangre que corre por las venas de mi maestro y de Yao-Lee corre por las tuyas. Hay cosas que no se pueden cambiar, pero ellos no te dejarían morir sin un nombre, no después de todo lo que has hecho.

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