Efímera felicidad (Dabi x Geten) | DabiGetenWeek2020

Día 3: Padres

Había olvidado que había avanzado 2 días más... 🙈

Resumen: Dabi y Geten aún no terminan de acostumbrarse a los cambios del embarazo cuando los asaltan las dudas sobre lo problemático que podría ser tener al bebé.

Aviso: Esta historia no cumple con muchas cosas del canon. Si fuera por mí, hasta reviviría a Curiosa ;)

Palabras: 951

Con la noticia todos habían querido matar a Dabi, para variar...

Re-Destro se paseaba por toda la mansión reclamando abatido que su muchacho apenas había alcanzado la mayoría de edad para andar metido en estas cosas.

Shigaraki seguía amenazándolo con desintegrarle el pene por haber inhabilitado a uno de sus mejores soldados.

Y Geten no dejaba de tratar de asesinarlo por haberle metido dentro aquel bicho que seguía creciendo y alterando su cuerpo día tras día.

Incluso él mismo quería matarse por no haber sospechado del extraño interés de Ujiko, cuando en teoría revisaba la condición de ambos para hacerle frente a los héroes y les inyectaba lo que les había señalado como estabilizadores de quirks.

La única que parecía feliz con la noticia era Toga, que emocionada ya estaba eligiendo un cuarto para el bebé en camino.

La única razón para no matarlo -además de que aún necesitaban a alguien que pudiera realizar ataques a distancia- era que, de alguna extraña manera, Dabi era el único que parecía poder controlar el temperamento de Geten durante esos meses.

Y es que conforme pasaban los días, el chiquillo tenía cambios de humor tan bruscos que ponían a todo el ejército en alerta continua.

A veces todo parecía ir en paz y lo veían tomar el té con Trumpet y Compress, mientras platicaban sobre el nombre más apropiado para el futuro bebé.

Otras su entusiasmo era terrible y no dejaba de correr junto con Toga, a pesar de su creciente barriga, haciendo planes para irrumpir en tiendas por departamentos y conseguir animales de felpa y muebles dignos de su retoño. Omitiendo el hecho que el propio Re-Destro se había ofrecido a pagar para acondicionar todo el lugar, entusiasmado ahora por poder compartir su legado con un nuevo miembro.

Habían momentos extraños donde buscaba lugares cerca a Shigaraki para descansar, acercándose tan parco como siempre y acostándose a dormitar tranquilo, como si confiara en un perro guardián que saltaría ante cualquier peligro.

Y cómo olvidar los episodios donde la rabia se apoderaba de él y congelaba lo que tuviera enfrente. Por lo general buscaba a Skeptic para reclamarle por cosas estúpidas como respirar muy fuerte, a Twice por pensar en voz demasiado alta, o a Spinner por no querer enseñarle a conducir, aún cuando nunca se lo hubiera pedido.

Y contra todo pronóstico, Dabi había aprendido a adaptarse a cada cambio y a ayudar al resto de miembros para esquivar situaciones intensas.

Pero había un estado en especial que no compartía con nadie más que él.

Generalmente ocurría durante las noches, cuando se suponía que todos, salvo los vigías, deberían estar durmiendo.

El pelinegro había aprendido a dejar su puerta sin seguro y a no alterarse al sentir un cuerpo escabulléndose a su lado.

Geten casi nunca hablaba en esos momentos, a veces solo le hacía falta lloriquear en busca de masajes y mimos que le ayudaran a quedarse dormido, y al despertar lo pateaba para dejar en claro que en realidad no lo necesitaba.

Pero algunas veces las hormonas le jugaban malas pasadas, y necesita soltar todos los miedos respecto a ser un buen padre para su pequeño, si no lo pondría en riesgo cuando la guerra estallara, sobre cómo reaccionar si algún héroe lo tomara como rehén para forzarlo a rendirse, o si en verdad era una buena idea tenerlo.

Y en esos momentos Dabi solo lo acariciaba despacio para tranquilizarlo, algunas veces besando su vientre abultado hasta hacerlo reír.

No es su estilo ser dulce pero tras las penumbras puede olvidarse de la locura y el rencor que ha acumulado por años.

La respiración de Geten es suave y no demora mucho en quedarse dormido, así que se permite pegarlo más hacia él para mantenerlo caliente, pero alejando sus palmas de la barriga por reflejo.

Ha prometido olvidarse su antigua vida, enterrando todos los recuerdos que pueden hacerlo débil, pero a veces es imposible no pensar en cuando aún era Touya, cuando era amado y se sentía afortunado por la familia que tenía.

Por lo menos hasta que todo se descontroló y terminó fingiendo su muerte.

En momentos como ese puede olvidarse de todo y darse el lujo de pensar en cómo sería el pequeñajo.

¿Se parecería a alguno? ¿Podría ser una mezcla de ambos?

E inevitablemente piensa en su hermano más pequeño.

La gente promedio piensa en los niños como una bendición, pero en su caso podría significar su perdición...

Con cuidado se aleja del cuerpo más pequeño, levantándose en silencio para bordear la cama, mirando fijamente el lugar donde esa pequeña debilidad está creciendo.

Sus manos comienzan a calentarse de a pocos, las llamas crecen débilmente mientras se acerca al abultado vientre, calculando cuánto le tomaría acabar con todo antes de que alguien se diera cuenta.

Solo necesita unos segundos y no habrá de qué preocuparse...

Es débil y observa el rostro tranquilo de su pareja. Una mano descansando descuidadamente sobre la piel estirada y suave.

Deja que el fuego se consuma, sin importarle el dolor de sus palmas, y se acerca hasta ponerse a la altura de su vientre.

—Escúchame engendro, nos encargaremos de que tengas una buena vida... Vamos a convertirte en el mocoso más fuerte y feliz que este maldito mundo haya conocido.

Devolviendo sus pasos vuelve a su lugar, acomodando al peliblanco entre sus brazos, calor tibio desde sus manos hacia el vientre.

Geten finge seguir durmiendo, su cuerpo se siente cálido, amado. Una sonrisa casi imperceptible aparece en su rostro.

Él también está dispuesto a darle todo a ese pequeño monstruo que se mueve despacio dentro suyo, como si estuviera de acuerdo con sus promesas.

La vida no parece tan terrible en ese instante.