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- ¿Volverás a escapar, mocosa?

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- ¿Volverás a escapar, mocosa?.

Sus vellos se erizaron como casi siempre sucedía cuando escuchaba su grave voz. Apretó los labios y se volteó despacio hacia él, mirando el suelo con el corazón a punto de explotar.

- ¿Eh?..No, no,...- se apresuró a negar usando como gestos sus manos y alzando la vista levemente pero casi después la volvió a bajar al verlo ya incorporado.-..., digo, sí, sí.- bajó sus manos y arrugó la nariz.- Solamente temo escuchar lo que sea que vayas a decirme.

Esta vez alzó la mirada y lo miró seria, él también lo estaba raramente.

Un montón de palabras salieron de sus labios después de caer en cuenta que Yami estaba caminando lentamente hacia ella.

- Hasta este momento, debes haberte dado cuenta de lo que pasa conmigo...- su nerviosismo aumentó al verlo a pocos metros de ella.-... y lo entiendo si decides dejar de ser mi amigo, no me molestaré porque es razonable, de verdad yo...-

Se interrumpió a sí misma al divisar sus pies delante de ella. Ascendió su mirar despacio, reparando en cualquier detalle, su vestimenta, sus fuertes brazos -sus manos se encontraban dentro de los bolsillos de su pantalón- , hasta llegar a su rostro serio, se sobresalto por esto y cuando fue a agachar el rostro, tomó su mentón y lo alzó.

- Quiero que a partir de este momento, cierres la boca y me escuches ¿Entendido, mocosa?.- ordenó el hombre con una expresión bastante seria pero con una voz tan baja que no hubiera sido audible sino fuera por su cercanía.

Christine asintió muchas veces, una vez que retiró su mano de su mentón, sin embargo, este aún se encontraba a la misma distancia, solo centímetros los separaban.

- Creo que han pasado unos nueve años desde que el anciano me hizo darme cuenta...- comentó mirando al cielo con una expresión que Christine no pudo descifrar.- Sí ¿Me escuchaste?, nueve años.- afirmó mirándola y asintiendo en el camino, la chica no entendía nada, solo encogía la nariz.- Ya que eres tonta, nunca lo descubriste, pero no puedo decir mucho de mí, tampoco me di cuenta de lo que sentías hasta ahora...- negó el azabache, sacando una de sus manos para revolver sus rebeldes cabellos con frustración.- Si me hubiera dado cuenta antes, nada de esto habría pasado.

Unos minutos de silencio, en donde él la obligó a mirarle, pasaron.

- ¿Aún no entiendes? ¿Debo explicártelo con manzanas o qué?.- preguntó con su habitual expresión burlona y su sonrisa socarrona, haciendo que la chica se molestara y retirara su mano de su mentón con un manotazo.

Con el ceño fruncido, la chica volteó para irse, Christine pensaba que él se encontraba jugando con ella, no sería ninguna novedad.

Antes de que pudiera dar más pasos, algo la hizo voltear rápidamente. Se encontró con un duro pecho y unas manos en su cabello.

- Escucha, mocosa. No sé desde cuándo tú sientes lo que sientes, pero yo llevo unos cuantos malditos años esperándote ¿Entiendes?.- le susurró suave en el oído, la chica se tensó por la información.

No podía creerlo sino estuviera sintiendo la piel del hombre bajo sus dedos y su agitada respiración en su oído.

- ¿A ti...- murmuró poco audible, temerosa posó sus manos en su duro pecho y se separó un poco para mirarle el rostro.-...no te gusta Charlotte?.- cuestionó extrañada aún sin creérselo.

Es decir, el amor de su vida, el hombre de sus sueños, estaba insinuando que tenía los mismos sentimientos por ella, no podía creerlo hasta escucharlo directamente.

El azabache frunció el ceño para luego soltar una carcajada que después se convirtió en otra aún más fuerte.

- Tú...- dijo todavía riendo como loco, absorbió un poco de aire para decir.- ...de verdad estás demente, mocosa.- soltó para luego volverse a reír, incrédulo por los pensamientos de la chica.

Después de retirar unas pequeñas lágrimas de sus ojos, soltando leves risitas mientras negaba divertido con una sonrisa.

La chica se encontraba con la nariz arrugada y cruzada de brazos, preguntándose que le parecía tan gracioso.

Pero ese gesto hizo que a Yami le volviera a dar risa, este empezó a reírse como si no hubiera mañana y la chica ya cansada, se volteó todavía escuchando la risa del azabache.

Todo fue un juego, eso es lo que soy para él, un juego.- pensó con decepción mientras sentía como sus lágrimas se acumulaban en sus claros ojos.

Escuchó un "Espera, mocosa" pero ella no lo hizo, hasta que sintió de nuevo su tacto.

Unas enormes manos detuvieron su caminar enrollándose en su pequeña cintura para luego posar su mentón en su hombro izquierdo sintiendo su tranquila respiración, haciendo que se sobresaltara dando un salto en el lugar.

- Mocosa tonta, no me dejes hablando solo.- reprochó con una ronca y baja voz, la chica no soportaba aquello, era muy sensible a él.

- Quizás es porque te estás burlando de mí.- soltó bajo pero con molestia en su voz.

Soltó una risita burlona y ella al sentirla empezó a forcejear para irse, sin embargo él la acercó más, ahora sintiendo su pecho en su espalda.

- No puedo evitarlo, eres muy tonta, enana.- afirmó despacio rozando su nariz con la parte detrás de su lóbulo izquierdo, haciendo que la chica se tensara y apretara sus puños con fuerza.

Cuando iba a volver a replicar, un bajo "Cállate" por parte del azabache hizo que apretara los labios.

- Veo que aún no entiendes, entonces déjame decirlo de una bendita vez...- soltó con todavía aquel tono de voz burlón pero demandante.-...desde que solo era un maldito crío...- afirmó ensanchando la fuerza de su agarre pero sin doler, acercó su rostro aún más al de ella.-...me traes loco, mocosa.

Opuestos por Naturaleza || Yami SukehiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora