University College London además de ser una de las escuelas más importantes del país, era sumamente enorme y estaba repleta de personas. Era casi como una pequeña ciudad ahí dentro, y Fanny tenía la desgracia de encontrarse con uno de sus viejos conocidos de la secundaria, Calum Chambers.
Lo había divisado a lo lejos, el campus era grande y todo, pero su ruta diaria de su facultad a la cafetería era solo una. Y por más que trató de pasar a su lado sin que él se diera cuenta, su plan no había funcionado y la había reconocido de inmediato.
–Fanny –La llamó.
Ella se detuvo, más no contestó.
–No te hagas la que no me conoces, ¿o ya olvidaste a tu mejor amigo? –Dijo riendo y a su espalda.
Fanny rodó los ojos y volteó. –Justamente estaba evitándote, Calum, pero al parecer la suerte no está de mi lado este día.
–Siempre ha estado de tu lado, mira que pasar la mayor parte de nuestra educación básica juntos, ha sido todo un privilegio, querida.
–Ya te tenía tan olvidado que también había borrado por completo que eras un engreído de lo peor –Cruzó los brazos y levantó una ceja.
–Vamos, no seas tan amargada, hagamos las pases, te invito una malteada de la cafetería –Ella lo miró con el ceño fruncido–. Al menos por el reencuentro.
–Y la despedida –Dijo en forma de aceptación.
Calum siempre había sido del tipo de chicos que creían tener a todas a sus pies por ser lindo, pero su carácter chocaba con el de Fanny y eso era algo que no toleraba, pero de cierto modo eso le atraía, su resistencia hacía él.
Fanny sabía de sobra que su ex compañero de escuela actualmente jugaba para el Arsenal FC y también sabía que estaban en la misma universidad, pero en distinta facultad y turno, era por eso que nunca había esperado encontrárselo, y vaya que no quería hacerlo, desde que se había enterado de su fama temía que pudiera utilizarla para molestarla. Pero no podía evitarlo, pues como todas las demás chicas, ella también moría por el nuevo y atlético Calum, secreto que jamás revelaría y se llevaría hasta la tumba.
–¿Por qué bajo en calorías? Igual estás tomando chocolate, eso hace que engordes automáticamente –Calum se dirigió a Fanny mientras bebía de su té verde.
–¿Por qué una ingeniería? Igual no sabes sumar y eso hace que seas un idiota automáticamente –Regresó al chico mientras tomaba de su malteada.
–Sigues siendo igual de agresiva con el mundo –Se sentó en una de las sillas de las mesas del campus.
–Solamente contigo, eres el único que me hace desquiciar.
–Al menos provoco algo en ti, preciosa –Guiñó un ojo.
Fanny se sonrojó pero bajó la cabeza para que él no lo notara. –También me provocas irritación y en ocasiones asco.
–¿Por qué eres tan dura? No te comprendo –Cruzó los brazos.
–Ni te estoy pidiendo que lo hagas –Desvió su mirada hacia otro lado.
–Pero quiero entenderlo. Nos hemos dejado de ver por años, ¿cómo sabes que sigo siendo igual que antes?
Fanny lo miró. Era verdad, lo había juzgado sin saber si seguía siendo el mismo, tal vez había cambiado, pero era Calum, el imbécil que siempre la había molestado y el mismo imbécil que en ese mismo momento le encantaba.
–Todos los hombres son iguales, tú no eres la excepción –Tomó su mochila y se puso de pie.
–¿Iguales? Eso no es cierto –Hizo lo mismo y comenzó a seguirla.
–Claro que sí, en especial ustedes, que por el simple hecho de salir a una cancha y saber manejar un balón se creen los reyes y dueños del mundo. Bájate de tu nube –Ella caminó más a prisa.
–A todas les gustan los futbolistas, mi querida Fanny –Calum la alcanzó, se acercó a ella y la tomó de la mano–. Tú no eres la excepción –Sonrió de lado y la miró directamente a los ojos.
Al principio se quedó sin habla, sus ojos eran profundos y dominantes pero no podía demostrarle que tenía cierto interés por él. –Parece que soy la primera –Se soltó y comenzó a caminar en dirección contraria.
–Siempre siendo tan diferente a todas las demás –El chico alzó una ceja–. Y por eso me gustas.
Había sido directo. Muy directo.
–Bien, ya somos dos –Fanny volteó y sonrió, después siguió caminando, dejándolo atrás del camino.
Calum se mordió el labio y negó en su interior. Oh, no. No iba a dejarla ir tan fácil, Fanny lo prendía como los siete infiernos y si era necesario la iba a alcanzar hasta el fin del mundo.
ESTÁS LEYENDO
Entre canchas y amores - One Shots
De TodoLa magia que utilizan en los pies también la pueden usar para llegar a un corazón.