𝑨𝒖𝒏 𝒕𝒆 𝒓𝒆𝒄𝒖𝒆𝒓𝒅𝒐, 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆

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"¡Esto será emocionante!" Fueron las palabras que brotaron del capitán; gritaba con gran dicha, mientras apoyaba sus manos en aquella puerta

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"¡Esto será emocionante!" Fueron las palabras que brotaron del capitán; gritaba con gran dicha, mientras apoyaba sus manos en aquella puerta.

En sus ojos se podía apreciar un característico brillo de ilusión; uno que su tripulación conocía por desencadenar, en ocasiones, el peligro de sus aventuras. Uno que estaba envuelto de una muda inocencia.

Habían viajado por ciertos intervalos de tiempo al enterarse de aquel lugar. Uno con el latir de la suficiente curiosidad como para visitarlo.
El desear adentrarse a ese lugar, el querer admirar el interior de lo que mentes con una ciega inteligencia llamarían "una simple habitación" poseía el mismo filo y peligro que una espada. Por un lado, lograría provocar la felicidad más anhelada a cualquier alma, pero su riesgo estaba en la ramificación de la conciencia que se atreviera a entrar.
Aquella puerta era de madera de nogal, jugaba a ser sencilla y desear destacar simpleza, pero no podía ignorarse lo vertical que era, y su curioso color escarlata sediento de los suspiros de sus visitantes era lo más soberbio. Su majestuoso tamaño le daba el aroma de ser elegante y pesada, como si fuera un símbolo que jamás fue rescatado en el pasado de una historia olvidada e inexplicable en el presente. Aún así, casi siempre se encontraba cerrada, jamás fue abierta si no se pagaba primero. Nunca entro el espíritu de un visitante sin desear algo antes.
¿Avaricia quizá? Pues, quizás sea la ignorancia con pinceladas de terrible inocencia.

Tal vez, no sabían que el engaño sólo sería el resultado de una distracción disfrazada de pequeñas risas. Quizás, no sabían que una pizca de maldad siempre puede habitar en la dulzura. Y, sólo quizá, aún no sabían que entre la inocencia y el mal no hay mayor separación que el glosor de una hoja de papel.
Y, tras navegar aquellas aguas temerosas, sólo uno de ellos sabría la veracidad de esto último.

—¡Oye, Luffy! Has silencio, aún no ha terminado de explicar.—reprochó Nami enojada— Disculpe, señor, ¿podría continuar?

—¡Claro, señorita!—murmuró de una forma eufórica aquel curioso hombre.—. Detrás de aquella puerta...—continuó mientras la señalaba—podrán vivir, por leves períodos de tiempo, el sueño que más desean cumplir. ¡Podrán hacer realidad lo que más aman de esta era!

—¿¡Eso es verdad!?—gritó emocionado Chopper.

—¿Cómo es posible que exista algo como eso?—preguntó con cierta perplejidad Usopp.

Aquel hombre río por un breve momento, no podía apreciarse su rostro: pues este estaba oculto por las fantasmagóricas sombras de la capucha de su pálida bata. Su risa era, en todos los sentidos, curiosa; la dicha que lleva a esta acción es notoria ante cualquier ser humano, pero en este caso él no poseía alegría entre sus risas. Pareciera ser que solo reía para engañar tanto a sus visitantes como a él mismo. Podría describirse quizá, como la hipocresía de la felicidad.

—Pero, debo aclararles algo importante, el como funciona su deseo; todo lo que verán será provocado por ustedes mismos. No puedo ni pueden "programar" lo que haya al cruzar la puerta. Aquello que active su realidad, será su corazón.

𝑨𝒖𝒏 𝒕𝒆 𝒓𝒆𝒄𝒖𝒆𝒓𝒅𝒐, 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora