Capítulo 6:

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HADES POV:

- Me da igual que hayas encontrado a otra - bramé dejando con fuerza el vaso de cristal sobre la isla.
- Señor, acordó cenar con ella.
- ¿Cuándo?
- Hoy a medio día.
- No te estaba escuchando. Solo quería que te largaras.
- La señorita ya le está esperando.
- Pues que se vaya.
- Hemos tenido que utilizar métodos... poco ortodoxos para traerla. ¿La liberamos sin más?
- Por el amor de Afrodita. ¿Es que no sabes solucionar tus propios problemas?
- Por favor. Dele una oportunidad. Si tanto la detesta puede matarla usted mismo.
- Vete. No pienso salir de aquí esta noche - concluí dándole la espalda.
Me serví otra copa y escuche el ascensor. No solía tener tan mal humor pero estaba harto de las modelos y famosas que Styles me traía. Al principio el sexo había sido suficiente para distraerme pero la situación comenzaba a crisparme. Me terminé el vaso y comencé a servirme otra copa cuando la mano comenzó a temblarme. Bebí directamente de la botella sin importarme que varias gotas se deslizaran por las comisuras de mis labios y mancharan la camisa oscura. Tal vez era hora de abandonar este absurdo y aburrido mundo y volver a casa.

HELENA POV:
Daba vueltas por la habitación mirando el reloj cada pocos segundos. No me habían dicho una hora concreta pero ya era tarde y no sabía que esperar. Cuando la puerta se abrió, Styles me saludó con una sonrisa y se apartó para dejarme pasar. Le seguí hasta el ascensor y con su tarjeta lo llamó. Al parecer ese ascensor era privado para Hades y necesitabas una tarjeta para poder llamarlo desde las otras plantas. Estaba nerviosa y tenía el estómago encogido. No tenía un buen recuerdo de él y no me hacía especial ilusión volver a verle, pero si mi vida dependía de ello la cosa se complicaba aún más. Cuando las puertas se abrieron no vi a nadie. Me giré para mirar al señor Styles.
- ¿No vienes? - le pregunté.
- Vendré en un rato a recogerla.
Las puertas comenzaron a cerrarse.
- O lo que quede - oí que susurraba divertido.
Aquello no ayudó a tranquilizarme. El nudo en mi estomago se hizo mayor y notaba el corazón latir apresurado. Quería pensar que si Hades me había salvado aquel día tal vez no decidiera matarme, pero su malhumor no auguraba nada bueno. Comencé a caminar y lo primero que vi fue un vaso vacío en la isla y una botella de cristal rota en el suelo. No debía tener mucho contenido puesto que no había apenas líquido derramado. Lo siguiente de lo que me percaté fue de la sangre. Oscura y grumosa. Seguí el rastro y vi que se adentraba hacia el baño. ¿No debería llamar a alguien? ¿Pero cómo? ¿Estaría herido? No parecía que las balas pudieran hacerle nada. ¿Sería otra persona entonces? Caminé en silencio hasta el baño y encontré a Hades metido en la bañera. Esta estaba medio llena con el agua de color rojo. Ambos antebrazos tenían largos cortes desde la muñeca al codo. Solté un ligero grito y cogí unas toalla que vi a mano. Tapé las heridas de ambos brazos mientras las toallas blancas se teñían de rojo. Grité por auxilio pero dudaba que alguien me oyera. Acerqué mi mano al cuello para tomar el pulso pero con un movimiento veloz Hades me detuvo. Su mano agarraba con fuerza mi muñeca.
- Qué crees que estas haciendo - dijo con voz grave.
- Yo... la sangre... estás herido - balbuceé.
- Tonterías - dijo tirando las toalla al suelo.
- ¡No!
Me lancé hacia sus brazos para seguir apretando y detener el sangrado pero vi que no había ni rastro de los cortes. Estaba demasiado sorprendida y confusa como para reaccionar.
- ¿Cómo has entrado aquí?
Se puso en pie y salio de la bañera. Goteaba agua y sangre por todas partes. Sangre. Aquel olor metálico.
- Styles me ha traído.
- Mierda. Le dije a ese imbécil que no lo hiciera.
Las heridas. ¿Ya no estaban? Pero la sangre seguía ahí. Tenían que estar.
- Estás herido - gemí preocupada abalanzándome sobre él.
No fui consciente de lo atrevidos que eran mis actos. Solo pensaba en que necesitaba ayuda. Cogí sus antebrazos y los coloqué para poder observarlos. Limpié la sangre con una toalla y en efecto, no vi los cortes. Rocé la piel con suavidad pasando las yemas de los dedos.
- Eres tú - susurró.
Devolví la mirada a sus ojos. Aquellos zafiros de fuego que parecían brillar.
- Estabas... yo he visto... Pero la sangre - empecé a decir.
No tuve tiempo de decir nada más. Los labios de Hades se enredaron con los míos callando todas mis preguntas. Una descarga de electricidad me recorrió el cuerpo, una calidez que cosquilleaba por mi piel. Tardé unos segundos en poder reaccionar y apartarle. Estaba tan confusa que no sabía ni por donde empezar a preguntar. Al menos pareció darse cuenta.
- No te preocupes por esto. Ya lo limpiarán.
Salió del baño y volvió a la sala de estar. Algo embobada le seguí. Se quitó la camisa y la dejó caer. En cuanto empezó a bajarse los pantalones y la ropa interior aparté la mirada y coloqué mi mano como visor para evitar ver nada.
- ¿Es que no tienes otro sitio para cambiarte? - le regañé.
Oí una sonora carcajada.
- Yo te he visto desnuda. Es lo más justo, ¿no crees?
Lo cierto es que tenía razón aunque aquello me avergonzó bastante más. Había separado aquel trabajo por completo de mi vida. La gente que me veía bailar o pagaba porque me desnudara, luego no me la encontraba en mi día a día. Los hombres con los que fingía tontear tampoco los veía fuera del club. Pero a Hades le volvía a ver siendo Helena, no Medusa.
- Es un trabajo. No creas conocer como soy solo por ello.
Quería alejarme de él, de su cuerpo desnudo y de la incómoda conversación. Caminé hacia la cocina y comencé a recoger los cristales del suelo.
- Vas a cortarte. Deja que lo recoja otro.
Su voz estaba cerca por lo que supe que me había seguido.
- Haz el favor de vestirte. Además, no me cuesta nada recogerlo.
Su cuerpo me rodeó y con él el aroma del alcohol y la calidez de su piel. Tiró de mi con suavidad pero también con firmeza. Me puse de pié paralizada de nuevo por su contacto.
- Déjalo ahí - susurró en mi cuello.
Tiró de mi cintura para hacerme girar y mirarle. Mis ojos se clavaron en los suyos. No sé cuanto tiempo pasamos así pero el sonido del ascensor nos obligó a los dos a mirar en esa dirección. Styles se asomó ligeramente y sonrió al verme.
- Veo que la cosa marcha bien.
- Por dios, quieres vestirte - volví a decirle apartándole de mí cuando trató de acercarse.
- Si es así, dejaré los papeles por aquí y pediré que suban la cena.
Sin decir nada más se marchó.
- ¿Papeles? - pregunté acercándome a cogerlos.
Un contrato bastante largo para algo llamado "asistente" y un acuerdo de confidencialidad.
- ¿No te han explicado para que has venido?
- ¡Me secuestraron en mitad de la calle y me han tenido todo el día encerrada! Asi que no. Nadie me ha dicho nada.
- ¿Te secuestraron? - preguntó divertido.
- ¿No lo ordenaste tú? Pensé que sería un fetiche tuyo.
- ¿Un fetiche? - se mofó.
- Te llamas Hades. ¿Te suena de algo el rapto de Perséfone?
- Eso no fue así - replicó.
- No voy a discutir contigo sobre mitología. Solo quiero poder irme a mi casa.
- No hace falta que te quedes a cenar. Puedes irte ya, si así lo deseas.
Su tono fue tan cálido y amable que pensé que me estaba tomando el pelo.
- ¿Puedo irme?
- Si firmas eso, sí.
- ¿Y si no lo firmo?
- ¿Planteas esa pregunta sin haberlo leído?
Eché un vistazo. El acuerdo de confidencialidad era bastante obvio. No me permitiría hablar del secuestro, de como me habían retenido o de cualquier cosa que pasara en ese hotel. Por otro lado el contrato me obligaba a pasar el día con Hades, a obedecer sus órdenes y cumplir sus deseos. Debía acompañarle y asegurarme de su comodidad y bienestar.
- ¿Esto es un contrato para ser tu madre o tu puta? - pregunté escéptica.
Seguí leyendo y el corazón me dio un vuelvo cuando vi las cifras. Aquella cantidad de dinero era más de lo que jamás habría podido imaginar. Con aquello no necesitaría el trabajo de camarera y podría pagar todos los gastos y más.
- Si la cantidad no te parece suficiente podemos discutirla.
- ¿Podría pedirte más y me lo darías? - pregunté boquiabierta.
- Si estas dispuesta a más, yo también - dijo con una media sonrisa insidiosa.
En el contrato no decía explícitamente que debía acostarme con él por lo que era mejor no tentar a la suerte. Firmé ambas cosas.
- ¿Puedo irme ya? - pregunté algo molesta.
- ¿Seguro que no quieres cenar nada? - preguntó con una media sonrisa de lo más siniestra.
- Preferiría morir de hambre - contesté dándole la espalda para llamar al ascensor.
Aquella respuesta tan pertinente solo pareció divertirle. Sentí como me devoraba con la mirada mientras las puertas se cerraban.

HADES [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora