Kingdoms of discord.

Dos amantes y una seta.

Tras aquella reunión que tuvieron en casa del pelinaranja (también conocida como su nueva base de operaciones), Haizaki fue a acompañar a Kira a su reino. No hablaron mucho, más bien había un silencio un tanto… ¿raro? Es decir, no se sentía incómodo como tal, pero las conversaciones respecto al tiempo o cómo se encontraban, ya habían sido utilizadas y no sabían qué decir.

A veces intercambiaban miradas, pero alguno la apartaba con un leve sonrojo o carraspeaba como el que no quería la cosa. Lo mejor de esto es que hace apenas una hora o menos se estaban besando delante de aquellos dos, pero ahora que se encontraban solos, era diferente.

Cuando se quisieron dar cuenta, ya estaban frente al palacio de la luz. Kira se giró hacia el moreno, volviendo a su arrogancia habitual.

—¿Quieres pasar, diablillo? —Invitó a su acompañante oscuro, sin temor a que le descubriesen.

—¿Y esta propuesta indecente? —Contraatacó con una sonrisilla algo pícara.

—No seas malpensado, tenemos que organizar los ataques… Y lo que surja ya si eso
—Pero esto último fue más bien susurrado, sin embargo, Haizaki lo escuchó y eso le hizo aceptar con más ganas la invitación.

Ambos fueron al palacio, al parecer el monarca de la luz estaba fuera, así que mucho mejor. Shindou no parecía estar por los alrededores, así que o estaba en la biblioteca o posiblemente practicando con el piano. Sin altos cargos por allí, ni siquiera tuvo que molestarse en dar explicaciones.

—Tachán, esta es mi habitación. —Dijo con poca emoción el anfitrión de cabellos rizados. Era un cuarto no muy grande, pues no era un alto cargo. Pero había espejos por toda la habitación. El armario también era de gran tamaño, gritaba <<divo>> por todos lados.

—No me la imaginaba así… Pero me gusta.

—A ver si algún día me enseñas la tuya. —Dijo acompañado de un guiño.

—No me provoques tan pronto que hay que ponerse modo serio primero.

El de ojos rosas asintió, y fue a tumbarse en su cama, dejando un poco de hueco para el contrario. Ryouhei aceptó, aunque optó por sentarse en el borde.

—¿Crees que podrías reunir a algunos soldados de aquí? —Cuestionó el más alto, casi pensando en voz alta.

—Con mis encantos, seguro. —Fue una respuesta no del todo seria, pero sí era cierto que los conseguiría sí o sí, no iba a defraudar al chico de la oscuridad.

—Nada de seducir a otros. —Replicó con un cierto tono de molestia.

—¿Hmm? —Arqueó una ceja mientras se incorporaba para estar justo detrás de la espalda del mayor. —¿Qué dijiste?

—Nada. —Intentó negar lo obvio.

—Haizaki que te he escuchado, ¿estás celosillo? Comprensible. Soy demasiado dios para este mundo, y claro, soy lo más guapo que ha naci-… —Fue cortado porque el moreno le agarró por la barbilla y le robó un beso, que claramente fue correspondido.

—Como iba diciendo, nada de seducir. Bueno, a mí sí. —Su cara dejaba en claro que iba totalmente en serio, pero al otro no parecía importarle, solo quería que le rogase un poco más.

—¿Y por qué haría eso si somos solamente amigos? —Se detuvo unos segundos y le miró.
—¿O no?

—¿Eh?

—¿Eh?

—¡No me copies! —Acusó el de pelo largo.

—¡Pues respóndeme! —Ahora el acusador era el otro chico.