Chapter One

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Intentaba tapar su boca para que dejara de gritar pero era imposible, los muertos nos tenían acorralados. Conrad obstruyó la puerta con todo lo que encontró en la cabaña y corrió hacia mi para sostener a Shaila en lo que yo buscaba sábanas o toallas limpias que podamos usar para recibir al bebé.

El grupo con el que estábamos había sido atacado por un grupo de motociclistas hacia tres días, caminamos todo lo que pudimos para alejarnos de aquel lugar pero cuando Shaila entró en trabajo de parto tuvimos que buscar un lugar donde pudiera parir sin peligro.

Se encontraba recostada en aquella cama vieja, gritando y gimiendo de dolor siendo sostenida por Conrad, me quité la camisa cubierta de sangre podrida para correr hacia ella cuando comenzó a pujar. Los golpes en las ventanas y gruñidos sedientos de sangre estaban desesperándome.

—      Mai, tengo miedo. — exclamó Shaila cubierta de sudor.

—      No tengas miedo, estoy aquí contigo. — intente tranquilizarla con una diminuta sonrisa.

—      No quiero morir. — imploró llorando.

—      No digas esas cosas, Shaila, todo va a estar bien. — la calmo Conrad.

—      Si muero, deben cuidar a mi be…

La miré por un instante, el miedo en sus ojos no dejaba lugar a duda de que algo no andaba bien. Shaila comenzó a convulsionar frente a nuestros ojos, Conrad la mantuvo sobre la cama evitando que cayera al suelo, veía la imagen cristalizada de mi mejor amiga mientras escuchaba a lo lejos cómo él gritaba mi nombre.

—      ¡Maia! ¡Maia!

Parpadee sintiendo las lágrimas caer por mis mejillas, las convulsiones se detuvieron, corrí junto a ella para tomar sus signos vitales pero no logre encontrarlos. Con la ayuda de Conrad la colocamos en el suelo para realizarle maniobras de reanimación, me dolían los brazos, el sudor se escurría por mi frente, pero Shaila no reaccionaba.

—      No está funcionando Maia. — exclamó Conrad. — Hay que salvar al bebé.

—      ¡No, no! ¡Yo puedo salvarla! — grite con el dolor en mi garganta.

—      Maia, mírame. — ordenó deteniendo mi accionar. — Ya no hay nada que hacer, tenemos que sacar al bebé, no hay tiempo.

Asentí llena de tristeza, Conrad me alcanzó la mochila donde llevábamos los pocos medicamentos que nos quedaban y el poco instrumental quirúrgico que había logrado guardar aquel día en el hospital.

—      Me encargaré de la reanimación, tu haz la cesárea. — exclamó.

Tomé el bisturí y dudé unos instantes.

—      ¡Maia, no hay tiempo! ¡Saca a ese bebé! — me ordenó.

Con lágrimas en los ojos realice el corte en su vientre, la sangre comenzó a brotar ensuciando mis manos, cayendo al suelo a  nuestro alrededor. Mientras Conrad mantuviera la reanimación el bebé se mantendría con vida.

La mantenía entre mis brazos cuando los primeros gruñidos brotaron de la garganta de Shaila, comenzó a mover sus brazos hacia la pequeña criatura entre los brazos de Conrad, su propia hija. La sostuve con todas mis fuerzas mientras las lágrimas caían por mi rostro, no sabía si lo que oían eran los alaridos sedientos de sangre de mi mejor amiga o los míos. Tomé el cuchillo empuñándolo con fuerza y cerré mis ojos cuando Conrad cerró la puerta tras de si, la cosa que solía ser mi amiga intentó voltearse hacia mi pero se lo impedí abrazándola con fuerza, le clave la afilada hoja en el cráneo, acabando así con su sufrimiento.

Después de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora