No todo en ese lugar era mentira, las sonrisas, la calidez, la confianza; por mucho que Riki se resistiera esos sentimientos seguían ahí, ocultos en alguna parte de su corazón, en el fondo y tras una gran puerta con candados, pero no podía hacer que se desvanecieran como nada. Lo comprobó cuando vio a Ta-ki caminar por delante de él a través de la llanura que había delante de la casa donde estaban pasando el mes antes de regresar a I-land. Sus pasos eran irregulares y se notaba que no tenía confianza, estaba jugateando con sus manos mientras resoplaba cada poco tiempo, la incomodidad se hizo presente en su sonrisa cuando se giró para a su acompañante cara a cara.
Ambos chicos se habían parado detrás de un árbol cuyas hojas no permitían que se les viera viera desde la casa, de alguna forma habían encontrado un poco de intimidad allí en medio gracias a que Seon se había llevado a Sunoo y Kyungmin, mientras K y Jay estaban ayudando a algunos con las coreografías que tenían que aprenderse para mejorar. La leve brisa veraniega revolvía un poco su pelo y en un momento Ni-ki se perdió en el chico que tenía enfrente, tenía un aire de niño travieso que le resultaba nostálgico, le recordaba a esos días en los que todavía creían ser unos niños, con sueños y motivaciones, sin problemas y como querían estar siempre: juntos.
—Ahora solo estamos tú y yo, Riki.— musitó el más bajito.
—Es el momento de que me des una explicación.
El chico pulpo hacía un pequeño puchero mientras frotaba con frustración su nuca, pensando en la forma con la que abordaría la situación, el malestar del chico se empezó a volver muy obvio; se balanceaba titubeante sobre sus talones, haciendo que la sudadera blanca que tenía atada a la cintura se meciera delicadamente alrededor de su figura captando la atención del contrario que se vio a sì mismo llevando una sudadera de la misma manera. Siempre habían sido así: Ta-ki y Ni-ki, idénticos pero tan diferentes a la vez.
El menor estiró una mano hasta la muñeca de su amigo para detener su movimiento y sus ojos perdidos se encontraron. Ta-ki soltó todo el aire que retenía y se dio cuenta de que estaba bien, era Riki la persona que estaba frente a él, no tenía porqué dudar, si bien en ocasiones se había mostrado hiriente sabía que no le haría daño, así que finalmente empezó a hablar.
—Todo comenzó el 15 de marzo, volvía casa después de comprar unas cosas en la tienda de conveniencia, un poco de helado y ramen japonés, tú estabas en Japón por tu visita trimestral, sino me equivoco tenías que subirte al avión esa misma tarde. Estaba escuchando algo de música cuando regresaba al apartamento y justo cuando pasé por al lado del banco que ahí detrás de nuestro edificio sentí que alguien me seguía, pensé que iba detrás de mí porque intuía que acababa de salir del banco pero no fue así. ¿Sabes el callejón por el que hay que pasar para llevar al soportal?— preguntó levantando la mirada hacia Ni-ki. —Me empujó y caí al suelo, me sentí desorientado por un momento, recibí demasiados golpes en el estómago y tuve la sensación de que acabaría escupiendo sangre pero en su lugar solo empecé a asfixiarme. La persona que me estaba haciendo eso estaba completamente tapado e irreconocible, cuando me habló utilizó un modulador, solo decía cosas sin sentido, no podía escucharle con claridad y simplemente empecé a entregarle todo lo que tenía encima.
Ta-ki se tomó un segundo para respirar y seguir con su historia, sintiendo que perdía fuerzas cada vez que decía algo más, pero encontrando el valor suficiente para contar toda la verdad que había estado enterrada en su pecho durante meses.
—La sangre empezó a recorrer mi frente y me dijo unas palabras que nunca podría olvidar "Tienes hasta el 29 para cortar con él o serás pulpo muerto". Yo tenía tanto miedo, noté sus mando frías en mí, me empotró contra una pared y colocó una cuchilla en mi cuello, no sé bien que tamaño o que era concretamente, pero sabía que si movía me haría mucho daño; me aclaró de que eso era solo un aviso y entonces me sentí morir, no quería dejarte, no podía hacerlo. Los días siguientes la casa estaba vacía, solo quedaba yo con mi dolor; tardé mucho en curarme las heridas y que no quedara marca, solo rezaba para que el día que pudieras verme tuviera valor para acabarlo, que me miraras a la cara llorando, que me dieras una bofetada si querías pero no fue así... Cuando llegaste a la casa con helado para comer, con una película alquilada para el antiguo DVD portátil que me regalaste durante nuestras últimas navidades en Japón; te miré a los ojos y llenaste mi corazón como siempre, la forma en la que hablabas hacía que te amara más y más, hiciste que me olvidara de todo lo que había pasado y con el roce de tu piel sobre la mía sentí esa electricidad recorriendo mi cuerpo, sentí que conectamos, sin embargo, en unos pocos días tendría que dejarte y no podía dejar de pensar en lo mucho que te amaba y en lo mucho que te sigo amando. Pero decidí que era hora de dejarlo cuando estabas tan cerca de conseguirlo, ¿te acuerdas de la promesa que te hice?— preguntó con un hilo de voz. —Lo sé, quizás fue un poco tonto aferrarme a eso, a cumplir una promesa, pero sentí que si te dejaba de una forma tan distante podrías permanecer en I-land, que podrías lograr todos los sueños que alguna vez te escuché murmurando a las estrellas. Sé que te prometí el cielo Ni-ki, pero no podía permanecer contigo en ese cielo.
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La promesa fue el cielo [En Edición]
FanficDespués de todo Ni-ki siempre supo que hay promesas que no duran y después de entrar a I-Land Ta-ki se lo confirmó. Quizás incluso con solo dos horas podía comprobar que las estrellas en el cielo no brillaban de la misma forma sin él, puede que nunc...