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Alguna vez sus pies fueron arte, crearon arte, y vivieron el arte

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Alguna vez sus pies fueron arte, crearon arte, y vivieron el arte. El fino arte de la danza, donde todo es apreciado por el ojo crítico de la sociedad que ni siquiera es capaz de hacer ni la mitad de maniobras que él; sus pies se destruyeron con tal de ganar las miradas que en otra situación siquiera lo hubieran notado.

Bailó en los escenarios más cotizados, libró su alma en aquellos movimientos premeditados, y su cabello revoloteó al son de la música que alguna vez su alma conmovió.

¿Que era la vida sin el baile? Un chiste burdo y carente de gracia, era como vivir sin la necesidad de tener sentimientos; la vida misma es un sentimiento, un revoltijo de emociones, un libro que nunca fue leído.

¡La vida era vida!.

La danza es expresión, la belleza del mundo; complementaría a la música, puedes oír la música, y puedes sentirla, vivirla. La música depende del baile, si el baile jamás hubiera inspirado al músico, el músico jamás hubiera creado la pieza complementaría a los movimientos.

No importa quién seas, o cual sea tu pecado original; siempre habrá alguien que viva el baile como si fuera su creador, y el resto de personas lo adoraran, incluso envidiarán por su visión de la vida.

Los sentimientos son tan confusos como el actuar de los humanos, si aman a alguien, ¿Por que lastiman a esa persona?. Burdo, banal, inculto; el mundo esta tan corrupto como los pies del bailarín.

Todo don tiene un sacrificio en su historia pasada.

¿A caso creen que el talento de los bailarines fue dado gratis? Años de dolor, romper y encarnar sus uñas, dietas que provocaban más de un desmayó por la falta de nutrientes; ¡¿Pero que más daba?! ¡Eran admirados por los dioses! Sin deparar en cuanto de su humanidad dejaban detrás de ellos.

Cada paso doloroso, acompañado de la más bella música, era solo descender un escalón más hasta al infierno de nueve niveles.

Actualmente, Raptor se destruyó por rozar con la yema de sus dedos el paraíso.

Sus piernas débiles, imposible mantenerse en pie por si mismo; condenado a utilizar una silla de ruedas por la eternidad, hasta que le mismo diablo vaya a buscarlo para convertirlo en su entretenimiento burdo. Sus pies dañados, irreconocibles a la tersa piel infantil que alguna vez lo caracterizo, su rostro impasible; frívolo ante su propia agonía, no le importaba, estaba espectante al momento donde todo acabaría.

Su actual esposo, lo adoraba, aunque ya no bailara; aunque su rostro demostrase su odio interno por su inutilidad, Trollino sabía que Raptor se sentía como un trapo sucio. Trollino estuvo junto a él en cada momento, cuando brillo más que una estrella en esos escenarios; cuándo sus piernas fallaron, y su brillo se desvaneció como las hojas en el frío viento otoñal que los acompañó por años.

Estuvo allí en todo momento, incluso cuando Raptor se apenó de su propio aspecto y lo corrió de su propio cuarto, Trollino detrás de aquella puerta que los separaba, le dedicó sus palabras de amor; jurandole que jamás se arrepintió de amarlo, y jamás le importaría no volver a verlo bailar.

bailar - [Rapllino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora