Prólogo

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El olor del tabaco inundaba toda la habitación. La luz del lugar era tenue, casi no podía verlo de lo tan oscuro que estaba.

Se veía intranquilo, parecía que no estaba realmente convencido de lo que estaba por hacer. No obstante, fue el mismo quien quiso que me quedara a escuchar lo que tenía que decir.

- ¿Guardarías un secreto por mí?- Preguntó mirándome fijamente a los ojos.

Estaba nerviosa, no sabía en qué cosas me metería si le daba una respuesta. Ya estaba lo suficientemente hundida como para salir de todo esto. Y un problema más terminaría acabando conmigo, claro si es que lograba salir con vida.

- ¿Desde cuándo somos tan cercanos como para decirnos secretos?-Pregunté. Quizás con eso lograba entender a que venía todo este misterio oculto.

Nuestras miradas no dejaron de mirarse por ningún segundo. Estábamos tan cerca, que podía sentir su aliento sobre mí. Se notaba que había bebido más de lo que uno pensaba.

El tiempo lo había cambiado por completo, ya no era el mismo. El color de su piel era más pálida de lo normal, y ni hablar de sus ojeras, se veía como si no hubiera podido dormir en días.

-Te lo preguntaré de nuevo Camile. -Dijo con seriedad. Esta vez se acercó a hablarme al oído. - ¿Guardarías un secreto por mí?

El susurro de su voz me erizó la piel por completo. Tenía miedo. Pero no por él, sino por lo que vendría más adelante.

Lo observé minuciosamente antes de responder. La seriedad en mi rostro comenzaba a profundizarse cada vez más.

- Prometo guardar tu secreto.

Tomó una pausa antes de volver hablar. Podía notar que no era un asunto fácil de tratar. La forma en que se expresaba, los gestos que transmitía, todo en el irradiaba un ambiente de intranquilidad.

- ¿Me creerías si te dijera... que ella lo mató?- Sus palabras me tomaron por sorpresa. Comencé a dudar si lo que estaba diciendo era verdad o si era el alcohol quien estaba inventando semejante historia.

Luego pensé, esto no puedo ser verdad. De seguro está inventando una historia para pasar tiempo conmigo. No me sorprendería, ya lo ha hecho antes.

-Si me llamaste aquí para que tener mi atención. Déjame decirte que me estás haciendo perder el tiempo. -Solté molesta. -Así que, o me dices la verdad o tomo mis cosas y me largo.

-Es la verdad. -Respondió en un tono suave. Fue entonces cuando me miró y pude ver sus lágrimas deslizándose por las mejillas.

Lloraba. Y mientras sus lágrimas caían por sus mejillas pude ver cuan fuerte era su dolor. Hasta yo lograba sentirlo.

La razón de sus lágrimas era una acumulación de cosas que durante años tuvo que soportar. Lloraba por todo lo que nunca pudo llorar, sus padres, su soledad, sus miedos, sus errores, sus amigos, por ella, por Alistar, sobre todo por él. Y... por mí.

La garganta comenzó apretarme. El miedo que antes estaba se había transformado en tristeza. Sentía unas ganas inmensas de llorar. Por él, por mí y por todo.

A veces pienso, que nada de esto hubiera pasado de no ser por todo los secretos que cada uno de nosotros ocultaba.

Quería decirle algo, consolarlo si fuera posible. Pero no tenía ni el valor ni las palabras para hacerlo. Fue entonces cuando desde la palma de su mano apareció algo que me descolocó por completo.

-Eso es...

-Si. -Respondió antes de que pudiera terminar de preguntar. - Ve y termina con esto. - Dijo seguro de sí mismo. En ese instante no haya palabras para expresar lo que sentía.

- ¿Por qué yo?- Le pregunté. Fue lo único que realmente quería saber.

- Porque con esto. - Respondió. Mientras sostenía el objeto entre los dedos. - Mi deuda contigo por fin estará pagada.

Nunca llegué a pensar, que esa noche, mi vida lograría dar un giro de una vez por todas. Y todo gracias a él.






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Cuando el amor sea para siempre ©| TERMINADA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora