||🌸|| Crossover ||🌸||

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- ¡Jonathan pon atención! - Lanzó una patada que fué bloqueada por los antebrazos retraídos del menor- ¡Otra vez!

- ¡Si señora!.

Jon tragó saliva nerviosamente mientras se permitía volver a la postura defensiva a la que estaba familiarizado y su maestra tomó la suya analizándolo muy detenidamente, mirándola expectante sin perder la concentración en sus movimientos volvió a atacar con un puño alzado en su dirección aproximándose con un saltó que dejó la tierra agrietada a su alrededor. No es que fuera competitivo, ni abusivo con sus poderes bueno, tal vez competitivo si pero había una buena escusa en cuanto a desobedecer la orden estricta de su padre de reprimir su poder porque según las propias palabras de su maestra él tendría que saber lo que es atacar, ser agresivo y todo un estratega cómo todo un buen superhéroe.

Sin perderse más en sus pensamientos prosiguió. Superboy avanzó con su puño derecho cerrado apuntando a golpear el hombro de la de cabello rosa. Pero ella no se molestó en mostrarse aturdida por su arrebato sólo expectante bloqueando por su propia palma el pequeño puño del menor quién chilló cuando sintió que el mundo debajo de él se desvanecía y se derrumbó sin más en el suelo.

Otra vez.

El rostro de la dama comenzó a tornarse de un fascinante color rojo, Jon ya sabía exactamente lo que le iba decir - ¡Jonathan cuántas veces debo decírtelo! - Él niño mordió sus labios fuertemente - ¡En una batalla nunca debes darle ventaja al enemigo eso sería tú perdición. Siempre hay que tener los ojos puestos en él antes, durante y después! - Cruzó ambos brazos sobre su pecho a su par esperando algún indicio de que había entendido.

Saltando un bufido frustrado, el pequeño tomó una respiración profunda que agrando un poco su pecho crecido, acto que alertó a la de ojos esmeraldas, esté retuvo el aire por unos instantes casi como un Katon y soltó la bocanada comprimida que fuera de su sistema que tomó forma de hielo materializándose en segundos.

En el polvoriento suelo en el continente de Asia apartado del resto del mundo justo en una isla desolada. Era el centro de entretenimiento del hijo del famoso símbolo de la paz Superman. Que alrededor de siete meses había sido tomado en tutela por la brillante April Summers o bueno así era llamada en Metrópolis una bella mujer de tez nivea, rubia esbelta amarrado en una perfecta cola de caballo con una amplia frente despejada. Una de las mejores médicos de la ciudad que había sido llamada de intercambio y que deslumbró con sus habilidades y eficiencia, una buena coartada si es que no mirabas más haya de su disfraz.

Pero Jonathan no era cómo el restó. Llámala coincidencia o destino pero luego de lo que fué una noche de patrulla aburrida solitaria, su propia ciudad estuvo más tranquila de lo normal muy usual cómo se estaba acostumbrado.

Vigilaba todo con ojo crítico desde las alturas hasta que al descender su vuelo, zurco los edificios de la tranquila ciudad con su súper oído siempre alerta que de momento a otro captó un disturbio en lo que parecía un callejón abandonado, bueno el trabajó aguardaba. Dirigiéndose a toda velocidad llegó en menos de un dos por tres encontrándose a una mujer que estaba siendo intimidada por un agresor que la arrinconaba contra la pared con un arma de fuego en sus manos, un robo seguramente Jonathan tuvo la suerte de toparsela para su rescate pero grande fué su sorpresa cuando la mujer tomó con una sorprendente calma la situación, ella supo arreglárselas sola en cuanto fue apuntada con un arma ¿Se creía inmortal? ¿Fingía no tener miedo? No lo sabía pero aún así estaba por intervenir ante el sonido de disparó en su dirección que fue detenido con sus uñas que mantenía retenida la bala. Eso fué impresionante ante el menor de doce años de edad, nunca había visto semejante hazaña en su corta vida una ciudadana al parecer corriente detuvo la bala con un movimiento eso atrajo toda sus atención parecía que podía arreglárselas sola, pero seguiría ahí por si algo se tornaba más peligroso. Una sonrisa retorcida después y una humo disperso en los aire tomó por sorpresa a los varones en la escena que les reveló a una mujer completamente diferente a la anterior, desde un cabello corto rosado encendido y ojos verdes penetrantes le dejó anonadado en los aires mientras se escondía entre unos anuncios de un restaurante que había cerrado hace horas, rodeando al hombre que seguía disparandole sin éxito alguno fue apresado cómo un ave de presa, sus ojos se agudizaron y miró al hombre, vio que su rostro era un manojo de nervios al ser testigo de la habilidad de la mujer y con lo tan familiarizada que estaba a esté tipo de encuentros lanzó cada bala al muro que estaba a su espalda en el estrecho lugar tronandose ambos puños con un semblante fruncido arremetió con una patada lanzando una maldición que no comprendió dejando al abusador fuera de combate.

One Shots: JON KENT BOTTOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora