Capítulo 8º

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  -¿Hmm...?-hacía frío, y le dolía la garganta. Intentó levantarse, pero vio, con amargura, que unos grilletes la sujetaban con fuerza por los brazos, piernas, torso y cuello. Apenas veía nada; todo estaba muy oscuro. Sólo alcanzaba a distinguir un par de figuras borrosas, con el perfil iluminado por la luna. Aún apestaba a esa asquerosa  serpiente, aunque no se la veía por ninguna parte. De repente, una esfera de cristal se iluminó con colores azules y morados. Parecía encerrar dentro multitud de nubes que trataban de abrirse paso unas entre otras. Tras ella, se distinguía a la misma mujer de antes, mirando fijamente la bola. Ahora, más que nunca, parecía ser una bruja. Instintivamente, Misa se echó para atrás todo lo que pudo, a pesar de las cadenas. La serpiente podía estar en cualquier parte. Miraba fijamente a la Bruja, que ahora parecía mucho más seria que antes.

-Tú...-murmuró. Misa intentó retroceder, sin éxito-Así que tú eres Haën...-levantó la cabeza, mirándola lúgubremente. Sonrió de forma malévola-Tendrías que habérmelo dicho antes, querida-de nuevo, aquel siseo. El horrible reptil apareció a escasos metros de Misa, la cabeza cornuda haciendo eses hacia ella. Misa trató de taparse la boca y la nariz, pero los grilletes no daban para tanto, y volvió a caer bajo el aliento sedante de la serpiente.

                                                                       * * * * * *

 Al despertar, Misa seguía encadenada, pero no en la misma habitación. Si es que a eso se le podía llamar habitación. Era una especie de pozo seco, sin agua, con barrotes sobre la abertura superior. Alzó la mirada para bajar la cabeza casi al momento, pues la tenue luz que entraba por arriba la cegó. Vovió a mirar con cuidado, y, cuando se acostumbró, vio a través de la reja a alguien, aunque no alcanzaba a distinguir quién. Se veía que era una chica, y miraba hacia abajo. Los rasgos no se le veían porque estaba a contraluz, así que sólo era una figura negra. A la espalda parecía tener unas alas, aunque Misa se decía que era imposible. Pero, claro, ¿y qué?¿acaso los últimos días no había visto de todo? Así que pensó que sería una especie de ángel o algo parecido. Lo único más extraño de lo normal era que la chica le resultaba vagamente familiar...

-¡Hola!-se repitió el eco. <<¡Hola!; ¡hola!; ¡Hola!...>>. Pensó que así atraería su atención, y no se equivocaba, pero con otro efecto. La chica se levantó, y Misa vio sus ojos y sus alas: dos pequeños trozos de plumaje blanco en la espalda, al parecer algo dañados. Los ojos los vio un instante antes de que la chica-ángel desapareciese: un brillo verde esmeralda, tan verdes que parecían irreales. El pelo seguía siendo oscuro, y no le dio tiempo a ver mucho más por la rapidez con que se marchó.

 -¡Eh, espera!-de algún modo, presentía que no saldría de allí en mucho tiempo, que aquella chica no la ayudaría, y que nunca debería haber hecho caso a aquella estúpida elfa ni quedarse allí. Tras haber echado fuera su rabia, aunque no del todo, pensó. Pensó en su madre, en su padre, en Diana...y en cómo podría salir de allí y volver a casa con ellos, cuando vio un esqueleto encadenado frente a ella.

                                                                      * * * * * *

Yashiro miraba la luna, tirada en la cama. Pensaba en Haën. Pensaba en Haël. Pensaba en Haëd. ¿Por qué le habría tocado a ella ese destino tan horrible? El oscuro pelo azul caía como una cascada por la almohada, y no tardó en dejar caer un par de lágrimas por el perfeco rostro blanco. Se sentía impotente, con las alas inmóviles e inservibles por las cadenas. Muchas veces había pensado en escapar, pero nunca había llevado ese plan a cabo. Hasta ahora. Porque ahora Haën estaba allí, con ella. ¿Podría irse de aquella maldita torre?¿Alejarse de aquella vida a la que la habían atado desde que nació? Sabía perfectamente que Él la escuchaba, sabía lo que pretendía, pero no podía evitar pensar en irse. Se levantó, para volver a tropezar de nuevo por los grilletes. Se levantó, abrió la puerta y cruzó el espejo.

Los Misterios de AileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora