Capítulo 3

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Deiton

Despierto por un fuerte olor a gasolina, entonces caigo en cuenta que todavía seguimos en el coche. El coche está destrozado, los cristales están rotos a pedazos. Como el coche ha dado tantas vueltas ahora estamos boca abajo, eso me hacía no poder moverme como quiero, ya que el cinturón todavía sigue enganchado y no puedo quitármelo. Mientras intento liberarme del cinturón, escuchó un sollozo que proviene de la parte de delante.

-Mamá, ¡mamá!- le digo desesperado.

-Tu...uu...uu...-me dice intentando decirme algo.

-¿Qué pasa, estáis bien? Estás bien, mamá?- le digo preocupado.

-Tuu...uuu...padre...-me dice llorando.

-Qué le pasa a papá, papá! papá! dime algo- digo gritando.

-Estaaaa...-mi corazón se paraliza cuando escucho a mamá decir esas palabras- ...muerto.-me dice finalmente.

-No, que, no puede ser, no puede ser cierto.-digo al borde del desespero.

Estoy paralizado, no sé cómo alguien debe reaccionar a una noticia así. Con desesperación y tristeza planeo como liberarme de este asqueroso cinturón, al dar una vista rápida a todo el coche para conseguir algo que me sirva, veo un pequeño trozo de cristal de alguna de las ventanas traseras del coche, intentó alcanzarlo estirando mi brazo lo más que puedo. Cuando consigo el cristal comienzo a cortar el cinturón.

-Ya voy mamá, ya voy.- le digo cuando estoy casi acabando de cortar el cinturón.

-Estoy bien tranquilo.- me dice, pero no suena muy convincente por su tono cansado de voz.

Cuando lo consigo salgo como puedo del coche, acercándome al asiento de mi madre. Cuando estoy parado a su lado, caigo en la realidad sobre mi padre, mi madre no mentía, está muerto. Esa imagen jamás saldrá de mi cabeza, papá tiene un fuerte golpe en la cabeza, del cual sale un gran rastro de sangre, además el cinturón le apretó tanto el cuello que lo asfixió. Eso era traumático para cualquier persona en mi lugar. Me derrumbó cayendo en un llanto desesperado cuando todos los bonitos recuerdos con papá se aparecieron en mi cabeza, aquellas veces que íbamos a ver los partidos de fútbol de su equipo favorito aunque yo los detestaba, cuando ayudábamos a mamá a preparar la comida, cuando venía con mamá a apoyarme a mis competiciones de hockey, entre muchos más.

-Deiton...Deiton, hijo...-escucho a lo lejos a mamá llamarme, entonces salí del trance en el que me encontraba.

-Mamá, mamá, por dios estás herida y no me has dicho nada.- le digo observándola.

-No quería...alterarte más hijo- me dice con un susurro.

-Voy a sacarte de aquí, te lo prometo.- le digo observando cómo podía quitarle el cinturón.

-Deiton... no- me dice intentando pararme.

-Tranquila, confía en mí.-le digo comenzando a tirar del cinturón muerto de miedo.

Lo intento todas las veces que puedo, pero no hay manera, era imposible desatascar el cinturón. Recurro a la fuerza bruta para a ver si así consigo algo.

-Deiton...para...para por favor...-me dice con un tono de voz casi inaudible y mirándose el costado.

Le seguí la mirada hacia la zona y me di cuenta de que ella estaba herida, pero no era una herida leve. Tenía un cristal clavado en la zona de las costillas. Mire a mi madre, ella tenía una mirada de terror. No sabía cómo reaccionar ante esto.

-Dios...-le digo sin saber qué hacer.

-Tranquilo Deiton.-me dice para tranquilizarme, pero lo que no sabe es que con eso me alteraba aún más.

Sensaciones entrelazadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora