03.- Menos hablar y más quitarse la ropa

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Lo había intentado. Conocía demasiado bien a Lourdes como para saber que no se iba a rendir a las primeras de cambio pero tenía que intentarlo por si era su día de suerte.

Apuró unos minutos más en el sofá mirando al techo antes de prepararse para salir de casa, mentalizándose de que se iba a volver a encontrar con ella y no sabía muy bien cómo actuar al llegar, hasta que de nuevo el sonido de una notificación la sacó de todos los escenarios que se había montado en la cabeza en un momento.

[Lou 💙]
Ey, acuérdate de traerte bikini 😉

[Amelia]
Vale!!


La ventaja de los mensajes de texto es que el otro interlocutor no ve la expresión de la persona que lo envía y, en este caso, la alegría que trasmitía en su mensaje no se aproximaba demasiado a la poca ilusión que le hacía aquella reunión a la morena, aunque Lourdes lo intuyera.

Amelia subió a su habitación y cogió el primer bikini de había en uno de los cajones del armario, rojo con algunos detalles en blanco, y sacó también un vestido veraniego para no complicarse demasiado al vestirse y desvestirse en casa de sus amigos. Regresó a la planta baja para coger lo imprescindible antes de irse y salió de casa con el único pensamiento de pasarlo bien y omitir la presencia de Luisita si era necesario.

A los pocos minutos estaba frente a la puerta de los Ordóñez y accedió como siempre sin mayor esfuerzo que girando el picaporte, encontrando a los cinco chicos jugando con una pelota de playa dentro de la piscina.

- ¡¡Vamos!! – chilló Mateo. – Pensaba que te habías rajado ya.

- Tienes una hermana mayor muy pesada – expresó la morena acercándose a ellos.

- Eso ya lo sé.

- Hola a todos – saludó al resto también en el agua.

- ¿Qué tal el curro, Amelia? – se interesó Marina.

- Seguro que no tan bien como vosotros. Lo bueno es que mañana ya es domingo – declaró.

- La única persona que quiere que llegue el domingo... – dijo Inma.

- Y algunas semanas más que otras – ratificó la morena.

- Venga, menos hablar y más quitarse la ropa – reclamó Lourdes.

- Voy, voy, que no me dejas ni saludar – se quejó Amelia.

La morena se dirigió hasta las hamacas que había dispuestas en el jardín para dejar su ropa junto con las toallas que tenían allí el resto de amigos mientras la rubia, que se había limitado a responder un simple "hola" a su saludo, miraba de reojo cómo se deshacía de su vestido sin demorarse en exceso y dejaba ver su cuerpo tapado únicamente con la poca tela del bikini elegido.

- ¡Está helada! – exclamó Amelia metiendo un poco el pie en el agua para comprobar la temperatura.

- ¡Que no! Está perfecta – dijo Marina desde dentro.

- Para ti que llevas toda la tarde en remojo.

- Venga Amelia, tírate, sin miedo – la animó Mateo.

La morena se armó de valentía y se lanzó de cabeza al agua comprobando en el instante en que su cuerpo se sumergió completamente que la sensación que había tenido al rozar el agua con su pie era totalmente cierta y la temperatura de la piscina distaba mucho de ser la ideal.

- Mateo, te mato. ¡¡Está congelada!! – expresó al sacar la cabeza de debajo del agua.

- Así de primeras a lo mejor no está muy caliente, es verdad, pero de golpe duele menos que poco a poco – razonó el muchacho.

Sueño de una noche de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora