Capítulo 5- Hay alguien más

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—Basta de batallas absurdas y persecuciones...— la voz profunda y ronca del tipo de ojos grises resuena con autoridad en todo el lugar. Todo su cuerpo irradia por sí solo salvajismo, como quien no tiene intenciones de soportar algo que no es de su agrado —Tadokoro...— dice a la azabache y su mirada le confronta —, estás obrando mal. Déjate de impulsos idiotas.

Es en ese instante cuando tanto Erina como Tadokoro dejan de repartir golpes. La chica de ojos violetas llega corriendo hacia Asahi, agacha la cabeza y le hace un asentimiento ante su orden. Debo decir que Alice y Ryo también parecen declinar la cabeza, como si el tipo de cabellos negros fuera superior a todos y su palabra fuese ley.

—Asahi...— Tadokoro cambia de resolución; en lugar de mostrarse a la ofensiva, parece lista para defenderse —Esto no tiene que ver contigo, vete de aquí.

—Cualquier cosa que le pase a mi muñequita tiene que ver conmigo— altanero, Asahi coloca una mano en la cabeza de Erina y le da suaves caricias. El tipo de cabello negro camina unos pasos hasta situarse frente a Tadokoro; lleva la mano en el bolsillo de su chaqueta, en otra la catana y un claro desinterés marcado en el rostro —Te he estado viendo, Tadokoro— recrimina Asahi —Has estado haciendo cosas que no son propias del reino de los cielos. Déjalo por la paz y vete a casa.

Por primera vez el ángel se muestra frustrado. Aun así, parece no querer desistir.

—Erina debe volver al infierno...

—Estoy de acuerdo— dice Asahi, pero su mirada sigue siendo severa —Sin embargo; no creo que tus métodos sean los más adecuados.

—Tengo órdenes— Tadokoro dice en defensa —Me han dicho que, si el súcubo no regresa al infierno, debo matar la fuente que le ata a la tierra.

Las palabras son claras para mí; significa que tiene órdenes de asesinarme.

La noche que conocí a Erina, cuando ella tenía su brazo mutilado y me recriminó que había salvado mi vida esa noche, significa que...Debí morir ese día.

—Vaya...— Asahi dice en un susurro sarcástico —El cielo debe estar hecho un lío como para querer matar a los humanos que tanto defienden y bendicen. No me importa quién te ha dado la orden, solo no te dejaré hacerlo.

—Asahi— Tadokoro parece echar fuego de los ojos; su mirada es un completo enigma —¿Por qué molestarse? Ya no tienes poder, desde que te desterraron...

—Sí, sí, sí— Asahi rodó los ojos ante sus palabras —No hablamos de mí. Hablamos de otros intereses ¿Sí?— en ese momento, Tadokoro apretó la mandíbula con odio —Esto es lo que va a pasar; Erina promete no cometer errores en su estancia en la tierra...

—¡Una estupidez!— brama la azabache como si le han contado un chiste malo —Es un súcubo ¿Te das cuenta?

—Pero puede controlarse— dice Asahi, decidido —Y tú dejarás de amenazar al humano. No se te permite intervenir en el ciclo de los humanos, hacerlo amenaza tu puesto en el cielo ¿Entendido?

—No me hables como si fueras mi superior...— Tadokoro bufa —Ya no eres más la mano derecha del Creador, tenemos nuevo arcángel de guerra.

—Oh— Asahi hizo una mirada de asombro bastante fingida —Así que ha sido él quién te ha ordenado tales patrañas. Pues dile a ese imbécil que tendrá que chupármelo a cien metros bajo tierra antes de que acepte sus estúpidas formas de controlar el ciclo de las cosas.

SúcuboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora