#11. Pastorela (1).

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Había pasado ya bastante tiempo desde que el director y yo éramos amigos.

Normalmente salíamos los domingos al parque junto con los niños, prácticamente lo hacíamos todos los domingos.

Nunca se nos terminaba el tema de conversación y era cálido y cómodo estar horas hablando.

Mañana salían los pequeños de vacaciones de Navidad, les preparamos entre todos los educadores una pequeña pastorela, también les daríamos un pequeño regalo y una bota de tela llena de dulces.

Los niños podían ir disfrazados de algo relacionado con la navidad, por eso les compré un disfraz a mis dos pequeñines. Jhon va a ir un reno y Fiorella de una ovejita; mientras que a mí en la pastorela me tocaría protagonizar una diablita, así que no me quedó de otra que comprar un disfraz de diablita y lo odié un poco al ser ajustado.

Respecto a Brad ya no lo había visto desde el incidente, las autoridades no pudieron retenerlo más y lo dejaron libre y sin cargos; mientras que el Instituto de Educación tampoco hizo mucho, solo lo cambiaron de Jardín de Niños y ahora imparte en otro lugar clases, por mi mejor, mientras no lo vea ni el a mí.

Les doy leche a mis pequeños recién bañados y cuando la terminan los llevo cargados a la cama, rápidamente caen en los brazos de Morfeo al igual que yo.

***

Me levanto apresurada, a pesar de no ser tarde, tengo que maquillar a mis pequeños de acuerdo a si disfraz y yo también pienso maquillarme y arreglarme un poco el cabello.

Lavo mis dientes, mi tez y me aplicó una crema. Voy a la cocina a prepararles su desayuno, me decido por huevos rancheros y un licuado de fresa; a Fio le hice una papilla plátano con manzana (una extraña combinación que descubrí que le encanta) y calenté un poco de leche para que ingiera algo calientito.

Despierto a mis hijos, les lavo el rostro, les pongo crema, les lavo los dientitos y los llevo cargados; siento a Jhon en una silla y yo me siento en otra con Fiorella en brazos.

Comemos rápido, Jhon lo hace porque está muy emocionado con el hecho de usar su disfraz de reno, desde que se lo medí, le encantó.

Les quito la pijama y les pongo una camisa blanca a los dos al llegar a la habitación, agarro sus disfraces del closet. Primero se lo pongo a Fiorella, es una mameluco pero está repleto de pequeñas esferas de algodón blanco que figuran la lana de la oveja, también tiene gorro dónde tiene unas orejitas rosas. Después agarro el disfraz de Jhon, es igual un mameluco de dos tonos cafés y pero llega hasta los tobillos también tiene gorro pero tiene unos enormes cuernos y orejas pequeña, le pongo calcetas cafés y unos tenis del mismo color.

Los dejo acostados en la cama para que me dejen vestir. Voy al baño, me quito el camisón quedando en bragas, agarro mi disfraz rojo, es de cuerpo completo: desde el cuello hasta los tobillos, el material es terciopelo y se adhiere a mí cuerpo, tiene una cola larga y en forma de triángulo al final.

Me miró al espejo de cuerpo completo y quedó maravillada, a pesar de ser un disfraz, está genial y hasta me dan ganas de usarlo en otra ocasión.

Salgo del baño y del armario saco unos tacones stilettos rojos y bajos y un vestido negro, de tirantes para poder cambiarme por cualquier cosa. Les agarro un cambio de ropa a cada uno de mis hijos y lo pongo en un bolso junto con el mío.

Me calzo los tacones y de un cajón agarro mi cosmetiquera. A Fiorella le pinto unas chapitas rosas en forma de círculo y un puntito negro en la nariz, mientras que a Jhon le pinto las mejillas igual y la nariz roja

—Se ven preciosos —confieso al ver el resultado final. Lucen tan adorables.

—Me encanta mi disfraz, y el de Fiolecita y el tuyo mami —grita mi hijo feliz.

Le sonrío y me voy al tocador para maquillarme. Me delineó los ojos, enchino mis pestañas y les aplico rimel, pongo rubor en mis pómulos y me pinto los labios rojos. En mi cabello solo lo suelto y me hago unas ondas en las puntas. Miro el resultado feliz y por último me pongo perfume en el cuello y en la parte trasera de mis orejas, hago lo mismo con el perfume de bebé a mis hijos.

Agarro los bolsos con todo lo necesario ya preparados y salgo para ponerlos en la cajuela, entro a la casa y agarro la lonchera en la que anteriormente metí la papilla de mi hija y unos jugos ya que Jhon se está haciendo muy amante de ellos; no preparé lonche para nosotros porque en el Kinder les daríamos un almuerzo como parte del festival. Llevo la lonchera a la cajuela y la cierro, por último cargo a mis hijos, los acomodo en los asientos para bebes del coche, cierro la puerta con seguro, abro el portón de la casa, arranco el coche lo estaciono en la carretera, salgo del coche para cerrar con candado el portón y me subo al coche rumbo al jardín de niños.

En el trascurso cantamos las canciones que siempre hemos puesto, Dex nos impuso esa agradable costumbre que seguimos haciendo; tampoco me aburro de que siempre sean el mismo repertorio de canciones, es más, me agrada que siempre sean las mismas porque me traen tanto buenos como malos recuerdos, pero al final son recuerdos que viví con mi Dex.

—¡LLEGAMOS! —escandaliza como nunca Jhon.

Estaciono el coche, abro mi puerta sacando las llaves, saco a mis pequeños y los dejo parados.

—Sosten a tu hermanita, Jhon, recuerda que aún se está enseñando a caminar.

—Claro, mami —abraza dulcemente a su hermanita y le da besitos en las mejillas.

Sonrío y abro la cajuela para sacar los bolsos que cuelgo —como siempre— en mi hombro, cierro la cajuela, pongo alarma al coche, cargo a Fiorella y le agarro la manita a Jhon para empezar a caminar hasta el jardín del Kinder donde se hacen los eventos.

—Kath, que bonita te ves de diablita —me sobresalto al escuchar una voz masculina a mis espaldas.










Chan, chan, chan, chaaan.

En la tierra como en el cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora