#13. Quieres.

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La sensación de estar en sus brazos es cálida y reconfortante, me hace sentir segura, como me sentía con Dex.

Pero cuando Dex murió esa seguridad se esfumó, ahora yo era la que daba seguridad a mis hijos, pero por otro lado me sentía débil al no tener a alguien para decirle mis miedos, como me siento, mis dificultades, alguien a quien decirle lo malo de mi vida y mis defecto; porque a mis hijos les digo lo bueno y trato siempre de ser lo más perfecta posible. Con Dex siempre tuve una excelente relación, hablábamos de cualquier cosa sin sentir vergüenza de que el otro lo supiera y confiábamos en el otro; porque fue a base de eso que nuestra relación se formó.

Y ahora, cuando platico con Santino, empiezo a sentir algo parecido. Con él no tengo que fingir ser la persona perfecta que se levanta en cada caída, con el soy la amiga defectuosa que necesita arrastrarse en la tierra para tomar impulso y levantarme. Tengo miedo de sentir eso, porque yo amo a Dex aunque él no esté más en mi vida y no quiero dañar el amor que le tengo, no quiero que alguien venga y me haga olvidar los bellos momentos que viví a su lado. Temo al amor que pueda llegar a tener hacía otra persona, porque no soy solo yo, soy un paquete que tiene incluído dos pequeños hijos que están creciendo y aprendiendo de su madre; temo que dañen a mis hijos, que los hagan menos y que no los acepten.

Tengo tantos temores que no se sí estoy dispuesta a superarlos porque no quiero dañar a mis hijos o a cualquier persona en el proceso.

No me había dado cuenta cuando dejé de llorar, ni de las caricias que dejá con pequeños toques en mis mejillas, limpiando cualquier rastro húmedo en ellas.

—¿Te sientes mejor, cariño? —inquiere preocupado y es inevitable no sentir calor en el pecho.

Suspiro y muevo la cabeza de arriba a abajo en señal que sí.

—¿Quieres salir a tomar un poco de aire? Aún falta media hora para que lleguen todos. Te hará bien unos minutos para que te relajes y te arregles el maquillaje corrido, aún así sigues bonita.

¿Vieron? Es imposible no sentir las conocidas mariposas en el estómago.

—Tengo miedo —confieso sin contestar lo que me dijo y mirándolo para transmitir lo que siento.

Dicen que los ojos son las ventanas del alma, quizá pueda explorarla y averigüar mis pesares, y al parecer lo entiende porque me abraza más fuerte y me besa la frente.

—Lo sé, cariño. Sé que esto te está superando pero yo —hace una pausa y respira—, yo siento tanto cuando estás a mi lado, siento todo cuando estás en mis brazos y no quiero soltarte por ningún motivo, pero tienes a una bebita que nos está viendo enojada en estos momentos —aligera el momento con su comentario y volteo para comprobar lo que dijo.

Efectivamente, una bebita recién levantada y modorra nos ve enojada.

—Cuando se levanta temprano y no logra dormir bien su siesta después, se convierte en una versión bebé de Hulk.

Santino ríe por mi comentario y me regocija escuchar ese precioso sonido que hace al reír.

—Solo que en lugar de verde, es rojita, como una fresita —acerca su elegante y largo dedo y da un pequeño toque en la naricita respingada de mi bebé.

Ella ríe asombrandome y agarra su dedo con su pequeña mano y se lo acerca a su boca.

—Tu bebé me quiere comer el dedo, ya decía yo que agarraría por otra razón mi dedo que no sea para intentar comérselo.

—Le dan ansías en sus encías, le están saliendo los dientitos de arriba y está llorona y queriendose meter cosas en la boca para morderlas.

—¿Y su mordedera? —pregunta deteniendo que no muerda su dedo y alejándolo cada vez que se lo quiere meter, ella suelta risitas infantiles haciéndome sonreír.

—Jhon se la metió a la boca, pero el ya tiene todos sus dientes y cuando la quiso morder, lo hizo con fuerza y la rompió. Al menos dentro de la mordedera hacía miel y no un líquido tóxico, aún así lo hice escupir la miel y lo mandé a que se lavara los dientes.

—Me encanta lo mucho que te preocupas por ellos, yo amo los niños y por eso soy director de un Kinder, antes era educador pero me ascendieron el puesto —agrega eso último un poco dudoso, sin embargo no le presto mucha atención.

—Supongo que es el instinto de madres siempre ver por la seguridad de los hijos y es lindo verte convivir con los pequeños —confieso sonrojada al recordar lo bien que se lleva con James y con Jhon.

—Tu hija es idéntica a ti, no se a cual quiero más.

¿Quiero?
¿Me quiere?
¿Nos quiere?

—Oh, disculpa si dije algo que te incomode —habla incómodo al ver que no le respondo.

—No, no me incomodaste, se me hizo bonita tu confesión. Que también quieres a mi pequeña.

—Y a Jhon, porque te protege y por se tu hijo —mi corazón se acelera.

—Tú... tú, ¿quieres a Jhon? —cuestiono con algo de emoción.

—Claro, Kathy.

—Nosotros también te queremos a ti.

—Lo se, amiga —recalca lo último y no se que sentir, digo, yo creía que él me lo decía para, pues como para tener algo más.

Mi sonrisa se desvanece, seguro me ve como una cualquiera y resaltó el amiga para ponerme en mi lugar.

¡Y por Dios, lo soy! Él sabe que soy viuda y que mi marido murió hace un años, a de pensar que no le guardo luto y al primero que se me acerca me le lanzó.

¿Cómo puedo ser tan imprudente?

Él ni siquiera me ve como algo más que su amiga y yo pensando en el hecho de acercarme a él intentando algo más.

Soy una idiota.
Soy una cualquiera.
Soy una arrastrada.
Soy una...

Sucia, así me siento en estos momentos, ¿cómo puedo pensar en el amor cuando mi historia de amor ya se dió?

Hago una sonrisa falsa y saco a mi bebé de la carriola para cargarla en mis brazos. Quiero quitar éste sentimiento de incomodidad que siento, necesito sentir que soy buena madre y no una arrastrada buscando amor donde no lo hay.

—Ire a tomar aire —digo y doy media.

Agradezco a todos los santos cuando la abro rápidamente y sin temblores.

En la tierra como en el cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora