#14. Pastorela (2).

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Después de tomar un poco el aire, me fuí al baño para en espejo poder retocarme el maquillaje corrido; al terminar, pareciera que no había llorado y ahí fue cuando pude respirar tranquila.

Salí del baño y me fuí al portón de la entrada del Kinder, los pequeños comenzaban a llegar disfrazados; unos de Santa Claus, de duendes, esferas, arbolitos de navidad, estrellas, pastorcitos, hasta unos de galletas, lo que me hizo reír. Agradecía que mi hijo fuera el único reno, es común, pero gracias al cielo era el único, aunque llegue a ver una pequeña disfrazada de oveja, pero a mí hija definitivamente le quedaba más ese disfraz.

¿Qué?

Es mi hija y la mejor versión de ovejita.

—Que bonita te ves, Kath —piropeo Mark llegando a mi lado.

—Muchas gracias, señor José —lo llamo como al personaje que le iba tocar protagonizar en la pastorela.

—¿Verdad que se me ve genial este disfraz? Wendy dijo que me veía ridículo con esta barba falta —río por lo cómica que se ve la barba falsa—. No te rías, pican estos pelos —refunfuña como niño pequeño.

—No te la quites, te ves genial —replico cuando se la quiere quitar—. Además no debes dañar la imagen de tu personaje.

—Como sea, voy a ir a controlar a mis pequeños traviesos, cierra el portón cuando sean las 8:25, en punto —pide y se da media vuelta para ir a su salón.

—Que preciosa se ve tu hija de ovejita, Kath —halaga Sam cuando entra al Kinder disfrazada de la Virgen María.

—Ayyy, lo sé. Se ve tan pachoncita —abrazo a mí hija como si fuera un peluche—. ¿Cómo estás?

—Bien, bien, aunque ajetreada por el festival, lo bueno que ya vienen las vacaciones —celebra moviendo los brazos.

—Si quiera, porque el frío es cada vez más fuerte para los pequeños y puede que caiga nieve este invierno.

—Cierto, en las vacaciones me la pasaré acostada, con mil mantas y tomado un chocolate caliente preparado por mi generosa madre. Lo bueno de quedarse de cotorrita —bromea por su soltería.

Sam tiene 35 años y sigue viviendo con sus papás, aunque a ella no le molesta estar soltera, lo que ella quiere es disfrutar y lo demás ya vendrá después. Adoro su optimismo.

—Pues yo me la pasaré lavando la ropa de mis pequeños y limpiando mi casa que hace tiempo no le doy una limpieza profunda.

—Ayy, que aburrido, Kath —hace un mueca angustiada.

—Gajes del oficio —digo con simpleza.

—Una razón más para quedarme con mi mami siempre —besa mi mejilla y la de mi hija—. Las veo luego, todavía tengo que ordenar el comedor donde desayunaran los niños. Bye, bye.

—Adios, Sam.

Después de que entrarán otros niños más, por fin se dan las 8:25, decido esperar otros cinco minutos y cuando estos pasan, cierro el portón con candado para que nadie más entre, guardo las llaves en mi bolsa para evitar extraviarlas.

...

La pastorela fue todo un éxito, todos gritaron cuando entré al pequeño escenario protagonizado la diabla que quería tentar a los pastores para que no fueran al nacimiento del niño Jesús, pero la escenas final fue con la que todos los pequeños aplaudieron, era la Virgen María, San José, el niño Dios, los pastores y los Reyes Magos reunidos y con villancicos sonando de fondo.

Afortunadamente cuando yo salía protagonizando Sam me cuido a mi hija, anteriormente había pensado dejársela a Santino, pero deseché la idea después de mi pequeño desliz.

En la tierra como en el cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora