Ni siquiera tengo palabras para describir lo que siento, por un lado me siento mal por lo que dijo de mi, pero por otro rara porque me hizo poner los pies en la tierra y así darme que cuenta que lo que hacía estaba mal.
Debería centrarme en mis hijos como todo este tiempo lo he hecho, el caso es que ahora me cuesta hacerlo porque ya tomé una cucharada de lo que se sentía hacerme ilusiones con alguien.
Alguien que prácticamente te dijo que eres una pu... mujer de la vida feliz y que lo usó para ofenderte, dejar tu dignidad por los suelos y humillarte.
Cuida a tus hijos, respeta la memoria de tu amado.
Cuida a tus hijos, respeta la memoria de tu amado.
Me repito mentalmente como si se tratara de un mantra o peor aún, de una respuesta que debo memorizar y aprenderme para hacer un examen importante.
El resto del festival a penas y lo volteo a ver, decidida a ignorarlo y solo ver disfrutar a mis pequeños de su inocente felicidad. Lo único que me interesa, la felicidad de ellos y la mía se logra al velos felices, tanto que me olvido de mis problemas, pesares o todo lo malo de mi vida.
—Yo le voy a pedir al niño Dios una pista de carros, una bicicleta porque ya quiero aprender a andar en ella y muchos besitos de mami por la mañana —la voz de Jhon platicando con James me hace sonreír.
No puedo pedir más, tengo a mis pequeños y tengo que dar lo mejor de mi por ellos.
—Biticeta <<Bicicleta>> —balbucea mi hija confundida.
—Si Fiolecita, es para salir a pasear —contesta Jhon.
—¿A paque? <<Al parque>> —aplaude emocionada.
La mención de los paseos por el parque me deja un mal sabor de boca, supongo que la costumbre que teníamos de salir a pasear con el director y James terminará.
—Vamos ahorita mami, porfavor —bate las pestañas y hace pucheros con la boca mi hijo que intenta convencerme.
—No podremos, tenemos que ir al super a comprar lo que hace falta en la casa —no es mentira, últimamente no he podido ir y la comida en la alacena se está comenzando a terminar, además tengo que tener reservas por el invierno que se hacerca.
No quiero arriesgar a mis pequeños y sacarlos cuando haya mal clima por culpa de mi al no tener la alacena llena de alimentos, prefiero mil veces hacerlo antes que provocarles un resfriado si lo hago después.
—Me puedes por favor comprar otra aceitito que deja mi piel suavecita, el mío ya se está acabando y no quiero usar del de Fiolecita porque no quiero acabarmelo también —al menos me alegra la idea de que les guste ir al supermercado.
Les encanta pasear sentados en el carrito y viendo las estanterías, más aún cuando paseamos por el área de dulceria, se les antojan todos y no les niego comprar una que otra chuchería.
—Claro, amor. Tenía pensado comprarles dos a cada uno, para que no se les reseque su piel en el invierno, no podremos salir tanto —menciono cuando una ráfaga de viento comienza a mover nuestro cabello, los árboles y prácticamente todo lo que se mueva con un aire fuerte.
—Tengo frío, mami —hace pucheros. Jhon es un niño al que le gustan los cariños y le encanta sentirse protegido. Siempre lo beso y lo abrazo para darle el máximo amor que puedo.
—Yo también, Kath —anuncia James haciendo pucheros como mi pequeño, al parecer le está pegando lo chiqueado a su amiguito.
—Permitanme —agarro un bolso que estaba a mi lado.
Lo abro y saco dos sudaderas con peluchito de Jhon, una cobija para mí nena y una chamarra de cuero mía. Agradezco la grandeza del bolso y que quepa esa ropa y más.
—Vengan —les hablo.
Paro a Fiorella y la sostengo entre mis piernas, le pongo una sudadera verde a James y una azul a Jhon, los dos meten las manitas en los bolsillos y suspiran aliviados con el calor que les proporciona la prenda. Después yo me pongo mi chamarra y suspiro cuando se me quita un poco el frío.
A Fiorella ya la había abrigado con una sudadera del mismo tipo pero rosa y de su talla, ahora solo la acomodo entre mis brazos para acostarla y la tapo entera con la cobija cuando lloriquea para que le dé pecho, cuando empieza a succionar amarro como puedo la cobija para que no se vuelve con el aire.
—¿Qué le das a Fiolecita? —pregunta curioso James e intentando ver en los huequitos que se forman donde no tapa la manta.
—Le da lechita —responde seguro Jhon.
—Yo no le ví que sacara leche de su bolsa, pero quiero.
—Es que no la sacó, mi mamita es mágica y le sale de aquí —señala por encima de la cobija mi pecho.
Sonrío por la conversación que mantienen los niños.
—¡Achis! ¿Cómo? —su cara de confusión me provoca una risista.
—Pues no sé, pero le sale la otra vez me dió y sabe rica.
—Yo quiero —declara feliz.
—No te pude dar, mami no deja que le vean sus chichitas, por eso yo siempre la defiendo —hace una pausa ofendido —. Como la vez que tú tío entró al salón y se las vio, yo la defendí.
—Pero yo quiero lechita, además ¿por qué mi tío si puede verle las chichitas y yo no?
Paso saliva asombrada y asustada. Sinceramente quiero parar su plática por el camino que esta llevando, pero no lo hago porque veo como se aproxima esa figura impotente que reconocería en cualquier lado y aún más por el disfraz de duende.
—Tío, quiero lechita —exige cuando llega a su lado.
—Vamos por ella.
¿Por qué antes no me había dado cuenta que su voz era tan ronca y sensual, pero a la vez suave e hipnotizante?
¡Dios!
¿Por qué pienso eso cuándo con esa voz le dijo mujer de la vida galante?
—Pero yo quiero de la lechita que sale de las chichitas de Kath —ahogo un grito en mi mano por su contestación.
—Ehh... no se puede, esa es la que toma la bebé —ignoro su mirada porque siento que me ve y solo miro a James diciéndole que sí.
—¿Y por qué tú sí le viste la chichitas y yo no puedo?
Muerdo mi labio asustada y volteo a los lados, afortunadamente nadie escuchó.
—Ya te dije que yo la defendí, amigo. Solo yo puedo verlas, porque mi papi me la encargó —Jhon siempre sueña con su papá y a lo que me cuenta el le dice que nos cuide a su hermana y a mí.
Escucho la fuerte respiración de Santino y de reojo lo veo apretar los puños.
Bipolar.
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En la tierra como en el cielo.
Romance«-¿Me amas? -... » ↓ [Próximamente] Tras la muerte de su esposo y siendo madre de dos pequeños, Katherine se olvida por completo de relacionarse amorosamente con alguien. No es bueno tentar al destino porque en un Jardín de niños se...