Almohada

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Una noche donde no me abrazaba la soledad,
donde mis brazos te servían de abrigo,
donde mi cadera conectaba con la tuya,
y mi respiración serenaba los bellos de tu cuello,
cuando tu cabello se tornaba juguetón con las cosquillas de mi nariz,
donde no necesité abrazar la almohada para no sentirme tan solo,
fue ahí donde entendí que mi ramaje se estaba hospedando en las raíces de tu pecho,
que mi alma raída ya no pretendía estar adornado con cavidades y serías mi remanso duradero.

Porque ahora, aunque a veces la soledad inunda por completo la habitación,
y mis manos trémulas se impregnan de un frío sudor,
la almohada me hace estar seguro de que tarde o temprano volveré a tus brazos,
para ser un ser undívago, disfrutando de las fuertes mareas que ajetrean mi barco,
cuando las procelas no asustan a un marinero cargado de amor,
cuando el alma se siente completamente llena (ésta vez sí)
sintiéndose capacitado para esfumar a cualquier ciclón,
siempre y cuando sea tu aliento el que me llene de valentía. 

Mi perlar se vio se seco cuando en lo nemoroso pude observar aquel coruscante
que se escapaba saltando entre los espacios de las hojas,
llegando a calentar mis tardes frías y a cambiar los matices de los días grises,
que, aunque mi notar no se hiciera visible, era una abrumante realidad.

Vienes y te robas la vida de mis labios, como si se tratase de una abeja
yendo a recolectar polen de aquellas flores de lavanda,
quedando parcialmente cubierta con ese polen, que yo le llamaría amor,
ladrona de mis pensamientos, estás recorriendo mi cabeza
haciendo un sendero imprevisible, en el cual estás arreando mis sentimientos.

Mis besos recorren la turbulencia de tu cuerpo, descansando en los lugares
erógenos de tu sexo, convirtiendo así en vida los rítmicos movimientos
de latentes de pulsaciones que desprenden nuestros templos,
navegando en el río de tus orgasmos comprendí a los dioses griegos,
disfrutando de la ambrosía, danzando con mis dedos por tu espalda
disfrutando de momentos que me hacen creer en la magia, arqueadas
provocadas por mi tacto que hacen pensar que somos y estamos en el momento exacto,
acabamos la guerra de los orgasmos y sentimos plenamente que los dos nos complementamos, que mientras nuestro amor siga intacto seremos
las experiencias bonitas y los momentos gratos.

Es tu voz quién guía ahora el rumbo de mis pasos,
la dulzura de tu habla me cautiva, y me lleva hacerte mi musa en ésta noche fría,
te convertiste rápidamente en el faro que descansa con plenitud en lo rocoso de mi pecho,
impidiendo mi letargo en el momento más preciso.
Escribo esto en un estado somnoliento, a punto de irme a dormir,
ahora puedo decirte en palabras más sencillas lo que sale de dentro de mí,
mientras mis ojos adormecidos se intentan mantener en pie, la almohada a mi lado me observa con cautela, la soledad ahora no me asusta, porque ya no es causante de mis problemas, disfrutando del frío de la noche, en mis manos se entrelaza aquella almohada,
tomándola ahora con firmeza, aunque ésta seguramente ya te ama, sabiendo que pronto no será ella, sino tú aquí en mi cama.
Buenas noches. 

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⏰ Última actualización: Feb 03, 2021 ⏰

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