Sus besos fueron bajando hasta el valle de mis senos y es ahí donde me doy cuenta de lo que estoy haciendo, le estoy siendo infiel a Christian, y no sólo eso, con su mejor amigo. Y quiero, no, no quiero. Deseo. Eso siento. Por más idiota que sea él, no se merece esto.
Mis brazos que se encontraban en el cuello de Tom bajaron hasta su pecho para así empujarlo levemente y poder hablarle.
- Aún tengo novio, Tom.
Tom pasó de un rostro cariñoso a uno totalmente ceñudo, se levando de encima mío sin apartar la vista ni un segundo de mí.
- Vete -susurró.
- No lo malentiendas, Tom, sabes que no podemos ser nada. No sé por qué haces esto, sabes que me gustas desde hace tiempo y lo único que haces es confundirme. Tal vez deba estar con Christian, él no se avergüenza de estar conmigo.
Me levanté del sillón fui a la encimera donde había dejado mi móvil pero cuando me iba a retirar allí estaba él, cruzado de brazos en el marco de la puerta.
- No seas estúpida, Ana. Yo no me avergüenzo de estar contigo.
- Sabes que no hablo de amistad, Tomás.
No dejé que me contestara y salí de allí con un portazo, corrí aguantando las lágrimas que amenazaban con salir hasta que llegué a casa, no me importó que mi padre estuviera ni el hecho de que tal vez estuviese castigada en la mañana, azoté la puerta y subí corriendo a encerrame en mi cuarto. Tengo una conclusión a todo lo que me está pasando, ¿y si el que me espera en su cama es Tom? Es él quien ha "Cruzado la línea" conmigo. Yo quiero a Christian, y éstos días han sido unos de los mejores de mi vida, el primer lugar se lo lleva el tiempo pasado con Tom. Sí. No podía sacarlo de mi cabeza. Mis ojos se fueron cerrando y quedé profundamente dormida.
Me desperté por el fastidio de la luz entrando por mi ventana y al abrir los ojos me encontré con una de las mejores sonrisas de mi padre, las cual se fue convirtiendo en un ceño fruncido. ¿Tan mala cara tengo?
- Tienes escuela cariño, ¿Te sientes bien? -Preguntó, cariñoso.
- Siento que un tren me pasó por encima, lo normal después de una larga noche. No me apetece ir a la escuela hoy, ¿puedo quedarme?
- Ana, ya hemos hablado de esto. No, no puedes quedarte. Ahora ve y date una ducha, la necesitas.
- Gracias, papá. Tú si que sabes tratar a una chica, eso es lo que todas queremos oir. -Dije sarcástica.
Me levanté y me di una ducha rápida, definitivamente tenía razón mi padre, me vestí y bajé a desayunar, sola, como todas las mañanas. Mi padre era muy atento conmigo pero no era lo primero en su vida, ese lugar lo ocupaba su trabajo. Tomé mi bolso y salí más temprano de lo habitual, no quería tomar el transporte público, el sudor de las demás personas me repugnaba.
Iba caminando por los pasillos de mi escuela, pero eso nadie lo notaba, era invisible y me gustaba. Sentí una fuerte punzada en el corazón, no, no fue sólo allí, en el alma. ¿se podía matar a una persona con una imagen?, yo creo que sí, estaba muerta, más muerta que nunca. -Nadie cambia por ti - me repetía mi subconsciente. Tenía razón. Mi amigo seguía siendo un mujeriego, sí, amigo. Debía recordar esa palabra que tal vez seria la única que nos uniría.
No aguanté y me quebré en mil pedazos con un sollozo que tal vez se escuchó hasta la oficina de mi padre. Los libros que llevaba en las manos se cayeron aumentando la atención de los demás estudiantes en mí, sentí la sangre arder en mis mejillas así que como pude recogí mis libros y salí de la escuela hecha un mar de lágrimas. Terminé sentada en un parque cerca a la escuela y recordé que aún tenía que hablar con Christian le llamé y en cinco minutos estaba en frente mío.
- Sé lo de la apuesta -Solté.
- A-Ana, yo...
- ¿Sigue en pie?
- No. -suspire.
- Entonces todo está bien. No me voy a acostar contigo Christian y espero que entiendas eso, si quieres seguir conmigo así, bien, sino, hay muchas zorras en la escuela. Decide.
Se sentó a mi lado y me levantó el mentón con su mano para que le viera. Sus ojos estaban ¿humedos?
- No puedo negar que en un principio sólo me importaba tenerte en mi cama -suspiró- pero, luego te conoci. Conocí a la verdadera Ana, la que se esconde detrás de ropa dos tallas más grandes que ella, la que se sonroja cuando le dicen algo sexy -sonríe- la que sonríe entre un beso, la que tiene un cuerpazo de los mil demonios y es mía, la que no quiero perder por una estúpida apuesta.
Recordé lo que mi madre me había dicho días antes de irse. Tu no necesitas a alguien perfecto que no te rompa el corazón, necesitas a alguien que despues de que te lo hayan roto, recoja cada uno de los pedazos y lo vuelva a armar y así sabrás qué es amor.
Esta muy corto, lo sé, pero ya entré a estudiar y no tengo tiempo de nada :( :(
La otra semana actualizaré, díganme si quieren que haga matarón :) Sí es así, será el fin de semana que viene.
GRACIAS POR LEERME :)
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Enamorada de mi amigo
Novela JuvenilAna es una joven de dieciséis años, que nunca ha entablado una amistad con un hombre, ni ha tenido ningún tipo de relación amorosa, al encontrar un amigo como Tomás encuentra muchos sentimientos nuevos.