¿Sabéis esa sensación cuando conoces a alguien que encaja contigo en todos los aspectos, que te hace reír, te gusta físicamente y además tenéis conexión mental?
Si, es inevitable ilusionarse, por que todos necesitamos sentir esa sensación siempre.
Empiezas a conocer a esa persona que tanto te gusta, que piensas que está hecha para ti y las mariposas del estómago y sonrisas cuando recibes un mensaje de esa persona te hacen sentir en las nubes, sientes un poco de miedo por si vuelve a pasar, si, que salga mal, que te enamores y no sea reciproco, y aún así allá vas, de cabeza y sin frenos, porque la ilusión y las ganas de que esa persona forme parte de tu vida son más fuertes que el miedo al fracaso.
Pasan los días y los mensajes con esa persona especial se vuelven constantes, si un día no te escribe, o no mantiene la misma actitud de coqueteo como hasta el momento te sientes mal, y entonces te das cuenta que esos mensajes y esa persona se ha vuelto necesaria en tu vida para estar de buen humor y sentirte al cien por cien.
Pero de nuevo una vez más, la ilusión y las ganas son más fuertes que los malos pensamientos y entonces le das vueltas a la cabeza intentando buscar una justificación, siempre encuentras una excusa para no tener en cuenta algo que te ha molestado, y todo por no perder a esa persona que cada día te gusta más.