10

449 34 1
                                    

— ¿Qué? — Murmuré, intentando recuperarme. — ¿Qué has dicho?

— Lo que escuchaste. — Respondió entre lentos susurros.

— Andrew…— Intenté formular una oración pero las palabras no salieron, no cuando él había alejado su rostro de mi cuello y me observaba directamente a los ojos.

— ¿Qué? — Murmuró.
 
Estaba viendo una nueva faceta de Andrew. Una que ni siquiera había imaginado. Aquel no era el tímido chico que había crecido conmigo pero tampoco el rudo y grosero que había aparecido desde que la boda tuvo una fecha.

Me estaba perdiendo y no solo en sus preciosos ojos verdes, también estaba perdiéndome entre cada faceta. Ya no sabía quién se encontraba a escasos centímetros de mi rostro.

Como si supiera que mi mente no se encontraba en la habitación y que tenía la guardia baja, se acercó un poco más para unir nuestros labios. Podía jurar que jamás me habían besado de esa forma, era como si quisiera decirme algo sin tener que hablar. Aquel era un beso largo, tan delicado y emocional que me hacía sentir realmente querida. Sus labios rozaban los míos con lentitud mientras su mano derecha subía a mi mejilla y la acariciaba con su pulgar.

Estaba sintiendo demasiado, por mi cuerpo recorrían tantas cosas a la misma vez que me sentí desfallecer. Incluso cuando tuvimos que separarnos su pulgar no dejó de acariciar mi mejilla y sus ojos no abandonaron mi rostro.

Para ese momento todo me resultaba indescifrable, desde su tacto, la forma en la que se comportaba, sus besos y hasta la manera en la que me observaba.
 
Era una sensación delirante y cuando tuvimos que separarnos lo hicimos con pesar. Él acariciaba mi mejilla y quijada con suavidad y me observaba con una mirada indescifrable para tratarse de Andrew.
 
— ¿Por qué? — Me atreví a formular cuando estuve segura de que mi voz no me traicionaría.

— Nos vamos a casar, ¿no? — Preguntó y asentí sin saber bien lo que diría. — Entonces no tiene nada de malo que bese a mi prometida.

— Juro que no te comprendo… — Murmuré un poco embobada por las caricias que estaba recibiendo en mi cintura y mejilla. 

— Ni yo mismo lo hago. — Reconoció con una leve sonrisa en los labios. — Hago lo que siento en el momento.

— ¿Lo que sientes en estos momentos es estar así? — Con el dedo índice nos señalé. No era precisamente la postura más cómoda pero era muy íntima, nuestros cuerpos estaban completamente unidos y nuestras respiraciones despeinaban algunos cabellos del otro.

— Lo que siento en estos momentos son unas ganas inmensas de morderte los labios hasta que entres en razón. — Sentía que mi cara ardía por culpa de sus palabras tan directas.

— ¿Dónde quedó el chico tímido? — Cuestioné mientras intentaba ocultar el rubor en mis mejillas.

— Dijiste que no debía ser tímido contigo. — Me recordó una de las tantas frases que le había dicho cuando comenzamos a “ser novios”.

— Si vas a utilizar mis palabras en mi contra entonces debo recordarte que habías dicho que intentarías tratarme como una mujer y no como mejor amiga. ¿En dónde quedó ese tratar? — Con el Andrew que estaba sobre mí podía bromear o retarlo cuanto quisiera y jamás podría saber cuál sería su reacción.

— No lo sé pero puedo asegurar que no te veo como mi mejor amiga. — Habló sin titubear o mostrar dudas.
 
Si bien había descubierto una fascinación por retarlo, cuando respondía no sabía si lo hacía de forma irónica o lo decía de verdad. Me confundía una y otra vez, esa actitud me molestaba pero también me gustaba, me hacía estar alerta.
 
— Voy a besarte. — Anunció, alejando una vez más de mis pensamientos.

Perfecto Mentiroso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora