¿De que sirvió?

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Habían pasado ya varios años desde que me rompieron el corazón. No siento ningún remordimiento de aquella época, pero ver atrás me hace recordar que tan ingenuo era, al creer que si lo quería podía tener el mundo a mis pies.

En el momento en que me liberó, caí como el gigante que me creía, y al cielo que me había construido, empecé a decorarlo de infierno.

Como un demente empecé a torturarme a mí mismo como si lo mereciera, tal fue mi propia condena que a veces sentí como perdía mi propia sanidad, aunque ya la había perdido.

¿Qué era lo que sentía perder entonces? En retrospectiva, puede que con cada latigazo un pedazo de mí se desgarraba, recuerdo sentirme cada vez más ligero, más vacío, más capaz.

Como a un peluche, intente rellenarme, probé nuevas experiencias, hice nuevos amigos, me comportarme de maneras diferentes, decidí encontrarme a mí mismo en todo lo que me rodeaba. Por un largo tiempo, el amor que genere, me lo dedique a mí.

Me siento capaz de derrotar a cualquiera de mis demonios, lo reto, pues me siento indestructible, tal es mi confianza que tal vez recorra todo el camino y consiga conquistar a la princesa en apuros.

Me recuesto en mi cama, pensando que mañana podría conquistar al mundo. La lucha comienza al amanecer, mi victoria se cierne sobre la noche.

Lentamente, en mi lecho oscuro y silencioso, siento mis parpados cerrarse. Las sombras balanceándose sobre mí, repiten incesantemente ¿Estás listo?

Rápidamente, comencé a temerle a la oscuridad.

¿De que sirvió?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora