Olía a asado, las farolas alumbraban a la gente empujándose y el sonido de murmullo conseguía ayudar a Zack a distraerse. Su altura llamaba la atención, pero la gente estaba ocupada mirando al cielo confundida por la sensación de humedad y acelerando su paso para poder llegar a sus casas y recoger la ropa antes de que lloviera. Llevaba una chupa de cuero que hacía juego con el negro del cielo y sus ojos alumbraban lo mismo que la luna. Era el día de la feria anual y él llevaba un recipiente en mano.
—¿Para qué te vas a llevar eso?—escuchaba la misma conversación que tuvo por la mañana—. Podemos sentarnos por ahí y comer. Si total, vamos a estar toda la noche juntos.
Se miró las manos y siguió reproduciendo la conversación.
—Pues chico, imagina que no nos gusta nada de lo que hay en la feria. Ni que fuera la primera vez que vamos.
Sus pensamientos pararon en seco al ver que Xavier ya estaba saliendo del lavabo por el interminable callejón entre dos establecimientos de la feria. Zack daba saltitos intercalando los pies mientras le miraba acercarse fijamente, y él observado le copiaba pero mientras caminaba.
—Bueno, ya era hora, ¿no?—Xavier se paró justo cuando le escuchó hablar.
—Joder churri, tampoco es para tanto —le dio un beso—, ¿qué, se te ha enfriado la sopa?
—Mira Xavi, con el cariño con el que lo he hecho y tú burlándote. Se acabó lo nuestro.
—Ya te gustaría deshacerte de mí.
—Mucho.
Sus gritos seguían escondidos ante el abusivo murmullo de los niños, jóvenes y ancianos que caminaban y corrían en la plaza. Después de intercambiar una mirada de desafío, se cogieron de una mano y emprendieron lentamente hacia la próxima atracción.
—¿Hasta qué hora te dejan quedarte tus papis?
—Joder, sabes que odio esa frase y cada año la repites—Xavier sonaba más serio de lo normal.
—Sé que tus padres se preocupan por ti, solo es curiosidad —sonrió—. Venga, lo volveré a intentar.
Xavier se quejó en silencio.
—¿Hasta qué hora puede usted, noble y culón caballero, quedarse en la hermosa noche de feria de hoy?—actuaba y modulaba la voz de una forma que a Xavier le parecía muy tierna.
Escapando de cualquier broma, Xavier respondió.
—Seré un meón y un olvidadizo, pero esa pregunta ya te la he respondido. A las doce en casa sin excepción. Y me cago en Dios si será sin excepción, que el año pasado me castigaron sin salir un mes por llegar quince minutos tarde.
—Cada año que pasa te lo digo y cada año que pasa le sumo un año al argumento pero, ¿no tienes ya, con diecinueve años, suficientes pelos en los huevos como para pasarte de las doce de la noche?—enseñó los dientes al acabar como si hubiera metido la pata.
—Sabes cómo se ponen mis padres con estas cosas. Y más si estoy contigo.
—Pero yo te encanto.
—Pero tú me encantas —respondió aún más rápido que Zack—. Pero chiqui, mis padres son como son. Y lo entiendo —hizo una pausa—. Y me cago en Dios si será sin excepción, eh.
—¿Entiendes que te digan de volver a las doce con diecinueve años solo porque han descubierto que eres mariquita? No lo veo muy claro, eh.
—Si sigues así volveré al lavabo y me esperarás media hora más.
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relatos de la noche
Randomrelatos cortos que forman parte de una tormenta. truenos y lluvia inspiran las historias que escribí, en su mayoría, en mitad de la madrugada, necesitando un espacio entre las nubes que me ayudara. desde la muerte y el amor, me vienen a la cabeza en...