5

1.3K 32 0
                                    

Cuando desperté cerca de lo que creí 6 horas más tarde, lo primero que pensé es que pudo haber sido un mal sueño no sabía dónde estaba y tenía mucha sed, me sentía mareado, profundamente cansado.

Sin embargo, cuando mire alrededor Observe en el espejo de la habitación el reflejo de una mujer Era una chica joven. Preciosa, realmente preciosa. Representaba la misma esencia de la naturalidad. Su pelo era largo y liso de un color dorado desde el nacimiento hasta las puntas. Su melena, de cabellos finos caía sobre sus hombros sus ojos eran grandes distinguí unos iris verdes con motitas amarillas cerca de la pupila como los míos. Su nariz era corta y recta, sus labios, de color rosado enmarcando una boca grande.

No llevaba ropa levante la mano esta mujer también lo hizo. Me di cuenta que era yo.

Me encontraba en una cama en un cuarto pequeño de recuperación, frío, estéril junto a otros muchachos ahora hembras, vi que ahora tenía pechos grandes y firmes, Copa D. Aterrado, mire rápidamente hacia abajo. Era todo verdad.

No había sido un sueño, Metí la mano estaba absolutamente lisa a excepción de una vagina apenas arriba de mi ano, que debía ser donde se reencaminó mi uretra. Me obligarían a sentarme para orinar, pensé. No había vendajes en absoluto me había curado mientras dormía, perdí mi virilidad fui transformado de alguna manera en una magnífica, belleza de un solo golpe. Miraba a los otros que comenzaron a despertar.

Deslumbraban simplemente: los pechos perfectos y labios rojos en caras angelicales. No habíamos sido simplemente feminizados; éramos todos el diez perfecto, la clase de mujer que fantasea todo hombre.

Encontré que no tenía ningún interés sexual incluso mirando a las magníficas rubias. Debieron haber cambiado algo en mi cabeza de alguna manera, porque en vez de ver a las rubias como objetos sexuales sentía un poco de celos de ellas.

Entonces lo comprendí todo, eso haría posible que pudieran tener sexo con nosotros los hombres. Una punzada momentánea de desesperación cruzo mis pensamientos, de que nunca sería mujer para un hombre.

Mire otra vez a los otros mientras que comenzaban a explorar sus propios cuerpos.

La otra muchacha, con nerviosismo que creía era el muchacho que había estado en el transporte conmigo revelo una vagina sin vello que parecía auténtica.

Sus dedos tocaron suavemente su clítoris, haciéndola temblar antes de que ella se cubriera otra vez.

Ella tenía un largo, cabello rubio y pechos copa D como las otras cinco.

Entonces, me miraron, con mis piernas largas, cabello rubio, labios rosados. Si podría decir que parecía una muchacha de portada de las antiguas revistas que mi padre guardaba.

Mis pechos grandes, cintura fina y piernas sin fin.

Centro de adaptacion y reproduccion.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora