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Bienvenidas a mi primer fanfic del 2021, que este sea un buen presagio de productividad para mi y para quienes aún me siguen!

Espero que les guste.

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ÚSAME

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"Es hora que te portes como él, me presto para que, le seas infiel..."

-o-o-

Su camisa, su cuello, toda la atmosfera a su alrededor la llenaba un embriagante aroma amaderado. Y no la soltaba.

Sentía la punta de su nariz que buscaba un sitio entre su cabello mientras su barbilla se acomodaba en su hombro. Ese hombre sabía bien lo que hacía ¿y ella? ¿Ella qué estaba haciendo?

Ella acababa de descubrir a su marido siéndole infiel... otra vez.

Ginny conocía tanto y tan bien a Harry que, aunque él fingiera que todo iba normal, ella sabía que su último viaje había sido diferente. Venía de tener una aventura, en más de un sentido.

Como si nada, Ginny dejó la oficina de aurores. Sin escándalos, sin siquiera decirle a Harry que lo sabía todo, que su propia actitud lo delataba, que no era necesario que le explicara o que fingiera que no había sido importante. Pasado un tiempo, Ginny podía decir sin temor a equivocarse cuando Harry salía por trabajo y se limitaba a hacerlo y cuando aprovechaba también para distraerse, utilizando la fama que tenía y la facilidad con la que las mujeres accedían a estar con él.

La diferencia entre muchos otros viajes y ese, la marcaba su hartazgo. Esa misma tarde visitó a Hermione que tenía un montón de conocidos dentro de las leyes y que la ayudaría con toda la discreción posible, tratándose de ellos, de separarse legalmente de Harry.

Aturdida todavía por su propia decisión, caminaba hacía una de las salidas del Ministerio de magia cuando alguien la tomó de la muñeca.

-Si te ven llorar aquí, lo van a saber todos.

Ginny lo miró de reojo, aunque ese tacto y esa voz déspota las habría reconocido donde fuera. Como respuesta, apretó el paso hacía la salida.

"Ven y usa de pañuelo mi camisa, confúndeme con él, por sólo un día..."

-o-o-

Él conocía las aventuras de Potter porque había tenido que cubrir su rastro unas cuantas veces. Condicionado por "lo que le debía" al jefe de la oficina de aurores, el departamento de misterios había tenido que inventar... misterios, en más de una ocasión alrededor de los casos de Harry Potter.

"Él": Draco Malfoy.

Se había resistido mucho a ayudar a Harry con todo aquello, pero le debía cierta lealtad al hombre que los había librado a él y a su familia de Azkaban, lo cual no aminoraba su culpa cada vez que se había encontrado con Ginevra en ese tiempo. 

Al principio, a Draco ella solamente le causaba lástima: era una mujer engañada por Harry Potter y ya. Después de un par de ocasiones encubriendo a Harry, explicándole a Ginny que su ausencia sería larga, se dio cuenta de que no entendía por qué alguien traicionaría a esa mujer tan preciosa y brillante con cualquier insignificante damisela que requiriera ser salvada por los aurores.

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