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El murmullo de las voces, poco a poco iba teniendo cabida dentro de la mente del albino, que resonaba en un constante eco. No podía concebir alguna imagen o materializar una idea, parecía estar suspendido en medio de la nada.

Era la abstracta y vacía obscuridad, aquella que aparece al cerrar los ojos, aquella que trasciende cuando, durante la noche no logramos recordar nada de lo que nuestro inconsciente soñó, parecemos perdernos en una infinidad desconocida.

Pero, aún en medio de la nada, sus instintos reaccionaron ante el susurro de una voz conocida. Una familiaridad invadió su alma, trayéndolo de vuelta de su trance.

Empezó a abrir con pesadez los ojos, en busca de un poco de luz, en medio de las tinieblas que parecían querer retenerlo para siempre.

—Despertó —dijo una voz, con un pequeño susurro que sintió resoplar sobre su rostro—. ¡Mi lady!, ¡mi lady! —el sonido de la voz, comenzó a alejarse, dejándolo confundido.

La claridad que podía percibir, era borrosa y distorsionada, le tomó mucho trabajo enfocar la vista, para que las cosas cobrarán sentido.

—¡Gracias al cielo! —escucho un timbre de voz diferente. Mientras que el golpe de un par de tacones se aproximaba en su dirección.

—Don-Dónde... —artículo. Tratando de incorporarse. No quería caer en desesperación al no saber lo que ocurría a su alrededor.

—No te esfuerces Kakashi —dijo Tsunade-sama. Prendiendo las luces del cuarto de hospital, a la vez que corría la cortina de la cama donde reposaba el albino.

—¿Qué pasó? —murmuró Hatake, recobrando el sentido. Reconociendo el lugar y teniendo como último recuerdo, su caída en el acantilado de la cascada, rumbo a la posa de agua.

—¿Recuerda el trío de shinobis renegados que le dejaron investigar? —el albino, se tensó de inmediato, al caer en cuenta de que ella también estaba dentro de la habitación—. Anbu no logró encontrarlos.

La pequeña pelirosa, se encontraba de pie al lado de Godaime-sama. Lo primero que hizo, fue examinarla detenidamente, percatándose de que las heridas y los golpes, habían desaparecido por completo de su cuerpo.

No estaba seguro de que fue lo que sucedió, momentos después de perder la conciencia, pero, verla ahí a su lado, era suficiente para sentir un gran alivio en su pecho.

—Se acercaron a la frontera de Konoha, cuando ustedes fueron a Shigakure, esos shinobis eran fanáticos excéntricos de Akatsuki, querían robar los pergaminos de los jutsos prohibidos de la aldea y culpar a Kirigakure para desestabilizar la paz entre las naciones —la Hokage, se cruzó de brazos—. Por ello, mandaron a Sai, con un jutso marioneta parecido a los que realizaba Sasori. Él era el medio para obtenerlo.

—Por suerte Ino, lo detectó a tiempo y pudo salvarlo —prosiguió Haruno—. Al hacerlo, lograron descifrar el plan del enemigo y enviaron refuerzos a asistirnos. Justo a tiempo —concluyó Sakura. Captando solo por breves segundos la atención de Hatake, que sin dudarlo desvió rápidamente la mirada.

—Ahora entiendo—comentó Hatake.

—Tsunade-sama, la estamos esperando —Shizune, se asomó por la puerta—. ¡Kakashi-san! Qué bueno es verlo recuperado —la pelinegra, le dedico una pequeña sonrisa.

—Me tengo que ir, hay una cirugía pendiente. Sakura, es hora de cambiarle el vendaje a Kakashi, te lo encargo —Godaime-sama, presionó suavemente el brazo de la pelirosa, saliendo de la habitación. Dejándolos solos.

—Por un momento —hizo una pausa, encogiéndose de hombros, mirando a través de la ventana—. Creí que lo perdería.

El albino, desvió la vista de su silueta. Estaba agradecido con la vida, de que Haruno, hubiese vuelto sana y salva de la misión. Pero eso, no cambiaba todo lo acontecido entre ellos, en especial, el dolor que causaba en el pecho de Hatake, la incertidumbre de saber que la pelirosa, solo jugaba con él.

U n f o r g e t t a b l e.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora