Capitulo 8

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Tal y como Groudon supusiera, al día siguiente la isla estaba repleta de un manto de diversos colores.

Miles de florecillas y brotes nuevos desplegaban sus colores radiantes al sol, mientras que los arbustos, helechos y enredaderas comenzaban a ganar terreno y a expandirse. El pokemon rojo se había levantado temprano ese día, ansioso de ver los nuevos resultados.
Recorrió enteramente su isla, apreciando la vida y la belleza que comenzaba a crecer, feliz y orgulloso, y calculando además las fechas para cuando comenzarían a aparecer los primeros árboles. No les tardarían tantos años como cabría esperar, pues los nutrientes que el pokémon rojo le había dado al suelo eran de los primeros en la tierra desde que los trajo hace miles de años: los mejores y más puros que en el mundo se pudieran encontrar.

Calculó sin embargo que a su pequeño jardín le faltaría agua dentro de poco, y desgraciadamente él no podía proporcionársela. Suspiró desanimado y fue a echarse en la arena, cerca de la orilla. Imaginaba que el pokemon de agua aparecería dentro de poco, y tal y como con su predicción de los brotes que ahora adornaban el suelo, el pokemon no se equivocó respecto a la venida del gran pez azul.

- ¡Groudon!-saludó el aparecido, emergiendo desde el agua y levantando pequeñas olas en la orilla. Venía feliz, como de costumbre- ¡Buenos días!

El otro se levantó pesadamente, se sentó en el suelo y también le saludó. Él no era tan expresivo en su hablar, y su gesto impertérrito hasta se hubiera podido interpretar como aburrimiento de estar con el pokemon azul. Sin embargo este no era el caso. Kyogre no lo veía de esa manera pues de a poco se había ido acoplando al carácter de Groudon y lo había llegado a descifrar muy rápidamente en lo poco que llevaban conociéndose. Sabía que ese gesto era su cara habitual: eso, hasta que se enfurecía o se sorprendía con algo. Ni aun cuando estaba feliz cambiaba mucho su expresión.

Ambos pokemon charlaron distraídamente durante un rato, hasta que Groudon finalmente se decidió a entrar en el tema que lo traía un poco preocupado. El problema es que era muy consciente de su carencia de tacto para decir las cosas, más todavía para pedirlas.

-Oye, Kyogre...

- ¿Sí?

-Necesito pedirte algo...

-Por supuesto- respondió el otro animadamente y sonriendo- lo que quieras.

El monstruo de tierra se rascó levemente la mejilla y entornó los ojos. Ahora era cuando venía la parte delicada.

-Es que... la tierra de la isla va a necesitar.. las plantas van a necesitar... agua...

- ¿Quieres que haga llover?

El otro cerró los ojos y asintió levemente con la cabeza. Como no lo estaba mirando, no podía ver la expresión sonriente del pokemon pez de que le estuviera pidiendo ayuda, imaginando por el contrario que se repetiría la escena de la última vez.

-Seguro-soltó el menor sin más- ¿Para cuando quieres la lluvia?

Esto tomó por sorpresa a Groudon, especialmente el tono tan amable que el otro había utilizado. Se lo quedó viendo muy extrañado, pero al poco se recordó a sí mismo que Kyogre era, hasta la fecha, una de las criaturas más amables con las que se hubiera topado. Eso, siempre y cuando no se enfadara.

- ¿Para esta noche?-preguntó.

El pokemon de agua asintió con su gran cabeza y su sonrisa.

Canción de las olas (KyogrexGroudon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora