Capitulo 14

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Ese día quedaría marcado en la vida de muchos, a pesar de que ninguno de ellos podía imaginar todos los eventos que ocurrirían entonces.

Kyogre despertó emocionado esa mañana. No supo explicar su emoción, pero algo en el fondo lo tenía feliz y ansioso, y por alguna razón sentía que Groudon estaría igual que él en aquellos momentos. Casi podía decir que lo había sentido llamarle a pesar de la distancia que había entre ellos.

Salió de su caverna submarina y nadó en dirección de la isla, preguntándose si el pokemon rojo habría dado con la respuesta al enigma tan sencillo que le había dejado. Si no lo había descubierto, que era bastante probable, no importaría: se lo diría de todos modos, como había prometido. Le confesaría al fin lo que venía anidando dentro de sí desde hacía tiempo, y podría desahogar de una vez a su oprimido corazón. Iba feliz y distraído pensando en esto, sin percatarse del submarino enorme que había aguardado con todas sus luces apagadas y camuflado en la oscuridad del subsuelo.

En cuanto el pokemon tomó la delantera, Archie ordenó a sus hombres que lo siguieran a suficiente distancia para no atraer su atención.

—Ahora se dirigirá a una isla ubicada a dos horas de aquí—informó uno de los pilotos—. Lo hace de vez en cuando.

— ¿Qué hay en la isla?—preguntó el líder.

—Lo desconocemos, señor—respondieron los soldados.

Habían dado con la localización del pokemon marino con relativa facilidad: su habilidad para alterar el clima y producir lluvias en medio del océano fue suficiente para atraer sobre él al equipo Aqua, quien lo estudió durante varios días antes de decidir salir a cazarlo. Como el pokemon era veloz en el agua no habían podido seguir completamente su trayecto, pero ya sabían aproximadamente a qué horarios regresaba. El submarino era más rápido que sus máquinas espías, por lo que esperaban poder atraparlo en cuanto llegara a la isla. Allí sería presa fácil pues en mar abierto se les escaparía de inmediato. Era como si Kyogre quisiera facilitarle las cosas.

El equipo de ladrones había seguido su señal hasta la isla pero nunca dieron con Groudon, fuese porque el pokemon se había retirado a dormir o Kyogre no había ido a verle en esos días. Grande sería su sorpresa al ver que el segundo creador de la tierra y controlador del clima se encontraba allí.

Repentinamente y a través de los vidrios, los soldados vieron grupos de Sharpedo, Golduck y Seadra nadando en la misma dirección que ellos: pokemon muy rápidos y que alcanzaban la velocidad de la nave.

— ¿Y esos pokemon?—preguntó Archie extrañado.

Los animales comenzaron a ganar velocidad y a adelantarles. Iban en dirección de Kyogre.

—Puede ser...—soltó uno de los administradores, pensando en alguna posibilidad—que quieran avisarle.

El líder del grupo soltó una maldición y se volvió hacia sus secuaces.

— ¡Deténganlos!—ordenó.

Segundos luego, una decena de Chinchou salían del submarino y daban caza a los pokemon salvajes, paralizándolos con sus ondas eléctricas. Los pokemon cayeron aturdidos al suelo de arena y observaron frustrados como los maleantes perseguían a su guardián. Otros pokemon de agua intentaron sumarse a la persecución, pero fueron electrificados por los pokemon del equipo Aqua o atrapados por sus redes eléctricas. Esto le causó al equipo ganar una considerable distancia entre Kyogre y ellos, por lo que le perdieron de vista y debieron recurrir a sus sistemas de navegación y a las coordenadas que tenían sobre los recorridos del pokemon en cuestión. Lo atraparían más temprano que tarde.

Canción de las olas (KyogrexGroudon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora