Capítulo 17

594 80 4
                                    


—¡Ahh! — había encontrado un librero en el segundo piso, al fondo. Donde había varios libros sobre magia. Lo identifiqué por el mismo simbolo que tenía el libro de mi tío Evan.

Ahorita me encontraba esposada cuando intenté tomar los libros, salieron unas cadenas. Supongo que es un hechizo que protege el conocimiento de su magia.

Las cadenas estaban hechas cuidadosamente con plata bendita, excepto un delgado forro que me protegía mi piel de aquel material mortal para mi. No podía moverme mucho, estaba desesperada.

Estás horas que he estado encerrada, me puse a reflexionar bastante, que horrible manera de darte cuenta que estás enamorada y esa persona te haga a un lado. "No iba a cambiar Romina" mi mente me estaba regañando, me aturdía, me acusaba.

—¿Muñequita?— escuche su voz y su aroma llegó a mi. Pensé que mi mente me estaba jugando una broma pesada.

—Joder, ya mátenme — cerré los ojos, esperando que dicho olor y voz desapareciera. —Ahh—

Hasta que escuche unos pasos, abrí los ojos, lo vi, venía recubierto en una fina capa de magia amarilla.

—Gracias al cielo estás aquí — alce la mirada y tomo mis brazos, estos fueron cubiertos por su magia. Si maldito tacto hacía que mi piel se enchinara la piel.

—¿Qué haces?— pregunté al ver mis brazos cubiertos con su magia, me hacía cosquillas. Era una sensación gratificante, el dolor en mis muñecas se aminoró.

—Ya puedes romper las cadenas— parecía corrompido —¿Desde hace cuanto estás así?

—Weisz gracias, creí que iba a morir ya sea por la plata bendita en mis manos o por la desesperación — arranque las malditas cadenas al suelo y tome los 5 libros — tengo fácil 6 horas aquí... ¿Te vas a quedar ahí como estatua o me vas a ayudar?— mordaz, una no olvida lo qué pasó momentos antes y como la trataron.

El asintió y comenzó a guardar los libros en mi mochila, ni siquiera lo miraba.

Salí de esa casa lo más rápido que pude—Bueno— contestando los mensajes de Lily, para que no se preocupara, para después mirarlo por una fracción de segundo.

—Me voy, gracias por ayudarme y no te quito mas tu tiempo en tu glamorosa y ocupada vida de abogado—me acomode la mochila, tenía hambre y ya no quería estar con él, no quería seguir quitándole el tiempo y yo seguir acostumbrándome a él, por ende seguir enamorándome de él.

Escuche como me llamaba, me gritaba que volviera, pero no me regrese. Por suerte, solo mi hermana noto mi ausencia, mis padres estaban en el hospital y mi tío Evan dormido.

Deje la mochila con los libros en mi cama, estaba terminando de bañarme cuando escucho mi teléfono.

—Rojo, siempre me encuentras cuando salgo de bañarme —estaba en ropa interior y mi camiseta enorme que parecía vestido. — como lo escuchas, estuve más de 4 horas encadenada— poniéndome crema en las muñecas — estuvo horrible—alce la ceja — Dude, no tenía que saber ese dato. No quiero imaginarme en que situación tuviste que estar encadenado —divertida, en eso escucho el timbre.

—Es la pizza Rojo, ¿creíste que iba a cocinar después de tal espantosa tarde? Mis muñecas estaban rogando un descanso. —abrí la puerta y ahí estaban mis 3 pizzas grandes de todo. — gracias — le entregue el billete al repartidor, al ver como otro auto se estacionaba frente a mi casa ¡Ahí estaba él! ¿No me podía dejar en paz? —quédese con el cambio, buena tarde—cerré la puerta rápidamente con candado, un milagro como maniobre todo sin que se me cayera la pizza.

—Ahorita te marco Rojo, voy a comer — me excuse colgando, sentía la adrenalina corriendo por mis venas. Escuche como tocaban la puerta.

—¿Quien es sobrina? — ahí estaba mi tío Evan, mirándome extrañado.

—Nadie, seguramente se equivocaron— volvían a tocar con insistencia.

—Eso no suena a que están equivocados. — tratando de hacerse pasó para abrir.

—No abras, es pie grande —la cosa más patética del mundo, de la nada me salió.

—Con más razón le abriré, soy fan de pie grande —tomando una de las pizzas que tenía — gracias por la comida—

—¡Romina! Se que estás aquí, ábreme — era Zaid, yo negué.

—¡Es Zaid! ¿Tuvieron una de esas peleas de novios?— pregunto agarrando un pedazo de pizza.

—¿Que? ¡No! No es mi novio, pero dile que no estoy o invéntale algo — le susurre.

—Okey, yo lo despacho—tome mis dos pizzas y corrí a mi cuarto. Me puse mis audífonos y comencé a comer tranquilamente, quería hacerme curación en mis muñecas. Hasta que escuche que tocaron la puerta.

—Tío Evan, eres el mejor — abriendo la puerta y abrazando a quien yo creía que era mi tío.

Hasta que su aroma tan característico me hizo abrir los ojos —¿Que haces aquí? Lárgate Weisz — salte en dirección contraria, bajándome lo que más ponía mi camiseta, me regrese a mi cama para seguir curándome las muñecas.

—Muñequita, escúchame — se puso al pie de la cama y tomo las cosas para comenzar a curar mis muñecas, ese hombre me ponía mal verlo tan cerca— yo se que mi comportamiento no fue el mejor esta mañana, me comporté como un—parecía que no sabía cómo definir su comportamiento.

—¿Un idiota?— con ironía, mientras él seguía poniendo un ungüento en mis muñecas —¿Un soberbio? ¿Un que? — cruzando los brazos— gracias por decirme el lugar que tengo aquí en la tierra para ti, ósea ninguno. —estaba furiosa y mi tono de voz estaba escalando tonos. Él terminó de curarme, dejando todo en mi mesita de noche.

—¡Un celoso! ¿Contenta? Me puse celoso, he estado sintiendo celos — eso me dejo en shock, se sentó en mi cama acercándose a mí. — celos de ver como te abraza James y le sonríes, como Mateo y tú se llevan tan bien, cómo sales con Elian. Nunca en mi vida he sentido celos y no se como manejarlos —tomándome de la cintura acercándome aún más a él —Muñequita, enserio has cambiado mi modo de...¡Ah la mierda! Luego te explico — unió nuestros labios de manera sorpresiva.

Nuestros labios se buscaban, se amoldaban perfectamente. Pase mis brazos alrededor de su cuello, me acomode en la cama abajo de él, sin dejar de besarnos.

—Me encantas muñequita — al separarse de mí, aún con los ojos cerrados sin dejar de acariciarme el rostro. —No quiero abrir los ojos y no tenerte conmigo, si esto es un sueño quiero quedarme aquí para siempre— lo bese en la mejilla.

—Es real —abrió los ojos con una sonrisa, que solo él puede hacer. Nos volvimos a besar, estaba inmensamente feliz.

En eso se escucho como la puerta principal se abría — debo irme de aquí, creo que Hafner se tomaría a mal, que esté en tu habitación, en tu cama, arriba de ti, besándote muñequita—me dijo con una sonrisa traviesa.

Déjame volar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora