──"Existen dos tipos de personas:... ──Comenzó a recordar una frase que leyó, con sus manos en hundidas en los bolsillos delanteros de sus desgastados jeans mientras sus ojos se mantenían cerrados── Las que creen que todo es un milagro y las que creen que nada lo es"...
──Si así fuese pertenecería al segundo tipo.
Cristina se encontraba acariciando con su mano derecha el suave y limpio pelaje de Rocco a causa de que hace apenas dos horas ambos hermanos le habían dado un baño al canino, quien apoyaba su cabeza en las piernas de su dueña. Y mientras la mirada de la fémina se perdía en las oscuras calles de la ciudad tras la ventana, apenas iluminadas por unas cuantas farolas, sintiendo la fría madera del respaldo del sofá, aquel mismo sofá en el que se encontraba sentada de una forma bastante cómoda, al tener su codo sin tela alguna que crease una barrera entre la madera y su piel apoyado en este.
La televisión, la cual era tan antigua que físicamente se veía como una simple caja, se encontraba en un negro absoluto al hallarse apagada. La verdad es que habían gastado más dinero en una computadora de escritorio que en cualquier otro artefacto que se encontrase en aquel departamento, y para ser sinceros no es mucho lo que compraron lo cual se notaba a simple vista al ver que no había absolutamente ningún cuadro colgado en las paredes como decoración. Lo único que podía destacar podría ser aquella pequeña estantería con escasos libros en ella, estantería de la cual el mismo Daniel se encargaría de completar.
──Es difícil creer en los milagros en éste mundo, Einstein no pudo acertar mejor en esa frase. ──Opinó Daniel, abriendo sus ojos para observar aquellos desgastados muebles color beige que habitaban en la cocina.
Fijándose bien en el lugar en el cual han estado viviendo apenas dos días, dejando viajar su mirada por su alrededor, notó como todo era tan deprimente. No porque la vibra que desprendiesen ambos afectara, sino porque todo era tan viejo en aquel lugar. Todos los muebles venían con el departamento por lo cual estaban usados, y tomando en cuenta de que era el departamento más barato que habían encontrado en la ciudad al llegar junto con aquella advertencia por parte de la dueña del edificio: "el departamento necesita reformas, por lo cual se encuentra en mal estado" era algo que se esperaban.
Pero era tan triste todo, la mezcla de colores oscuros con aquel beige en la mayoría de los muebles del lugar. Suelo de una madera similar a la madera de nogal si es que no lo era, paredes negras con grietas y con aquellas cañerías de cobre visibles en una esquina de lo que vendría a ser el salón. Aunque en realidad la cocina, comedor y salón eran uno solo, las únicas habitaciones separadas eran la habitación en la cual dormían y el baño.
Era realmente increíble aquella sincronización que mantenían, el hecho de como ambos aunque se encontrasen admirando y analizando, con la mirada perdida, lugares tan opuestos como lo son el encierro entre cuatro deprimentes paredes y la libertad de las calles, con la compañía de aquella fría brisa y las farolas alumbrando aquella oscuridad bajo la cual se encontraba sumida el cielo, y aún así se mantuviesen con aquel mismo sentimiento floreciendo dentro de ellos. Soledad.
La tristeza y la soledad conectan de una forma tan satisfactoria e inexplicable, esa mezcla tan saceante que absorbe cada luz en tu interior, incluso la más opaca. Porque ¿La soledad no les produce tristeza?
Aunque ellos no quisiesen admitirlo, quizá uno menos que el otro, ambos le temían a la soledad y por esa razón nunca se habían separado desde el día en que sus miradas se cruzaron, ya que si lo haciesen no habría nadie más junto a ellos y quizá jamás exista alguien más. Quizá nunca exista aquella persona capaz de reemplazar al otro en la vida de uno de ellos.
──Mañana... ──Un simple suspiró soltó Daniel para proceder a sentarse de una forma más correcta en el sofá individual y sacar las manos de sus bolsillos para apoyar sus codos en sus muslos mientras juntaba ambas manos para así entrelazar sus dedos entre si── Necesitaremos buscar un trabajo, una forma de mantenernos
──Cuando decidimos retirarnos y la Sargenta Rockefeller nos dijo que no sería tan sencillo todo tras salir de allí... No pensé que hablase de esto.
La mirada de Daniel se posó en Cristina con una curiosidad que le carcomía por dentro. Si bien creía entender a qué se estaba refiriendo, quería que esta se lo explicase con lo que ella sentía en aquel momento. Quería saber sus pensamientos ante la situación que se encontraban viviendo.
──¿A qué te refieres? ──Preguntó Daniel con seriedad.
Alejando la mano por tan solo segundos del pelaje del canino, Cristina rascó su mejilla derecha. Ese era uno de los tantos tics que habitaban en su interior y que salían en los momentos de nerviosismo o incomodidad, cuando sentía inseguridad, cuando no sabía si lo que estaba a punto de hacer era correcto.
──Incluso nos confió a Rocco para que la compañía no nos fuera escasa. ──Volvió a acariciar la cabeza de Rocco mientras un suspiro se escapaba por sus rosados labios que en esos momentos se encontraban libres de cualquier producto de maquillaje al igual que todo su rostro── ¿No lo notas? Ese sentimiento de vacío tras salir del ejército no tardó en aparecer pero ahora es... Extraño. No sé si me explico...
──Un vacío en tu interior que fue llenado por la soledad absoluta, dejándote así con un camuflado vacío interior por siempre... Hasta que aprendas a aceptar tu nueva realidad. Una realidad en la cual aunque no hayan trincheras la guerra continúa.
Cristina se giró hacia Daniel con el entrecejo fruncido mientras sentía como si su mente se encontrase siendo leída por el mayor.
──Buena frase, crack. ──marcó con más fuerza en su voz la última palabra── Pero te montaste toda una peli de la vida.
──Pero ¿Me equivoco?
Cristina queriendo dar a mostrar desinterés hacia las palabras de su contrario simplemente se encogió de hombros, aunque tenía sumamente claro que Daniel no se equivocaba.
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CRISTINA FERNÁNDEZ
FanfictionCon nueva identidad e intenciones de dejar en el olvido su pasado deciden comenzar una nueva vida alejados del lugar en el cual pasaron hasta que cumplieron la mayoría de edad. Ambos, hermanos de latidos más no de sangre y apellidos, deciden cambiar...