Un adiós... pero no para siempre

1.3K 124 22
                                    

Un amplio campo, verde, casi vacío a excepción de una lápida vieja y medio rota, ahí se encontraba Albus, contemplando la inscripción de dicho sepulcro, en el cual aparecía grabado un nombre, el cual estaba algo desgastado.

No había ninguna inscripción, y a Albus no le pareció extraño, teniendo en cuenta de quién se trataba.

Gellert Grindelwald.

Albus se arrodilló ante la lápida, y en el suelo, frente a esta, colocó una fotografía de ellos dos de cuando eran jóvenes y sobre ésta, una rosa azul.

—Volvemos a encontrarnos, viejo amigo. Tranquilo, sé que no me vas a responder, no me he vuelto loco, pero, no sé, quería despedirme de ti, despedirme apropiadamente.— Posó una mano sobre la fría piedra.

Al funeral sólo habían ido dos personas; su tía Bathilda Bagshot, y él mismo. Albus no esperaba encontrarse con nadie más, pues sabía la reputación que su amigo se había ganado a lo largo de estos años, y los pocos amigos— o mejor dicho aliados— que tenía, o estaban muertos, o en prisión.

La ceremonia había sido breve y fría— a excepción del desconsolado llanto de la señora Bagshot—; el reverendo había leído un breve versículo y se fue, no sin antes darle el pésame a los dos.

—A decir verdad no sé qué decir para empezar, hay tantas cosas que quiero decirte... Pero claro, tú ya te imaginarás cuáles son.

Sopló una pequeña brisa que le provocó un escalofrío. Continuó.

—Nunca entendí... ¿Por qué arruinaste tu vida así? Eras un joven tan prometedor, tenías todo un futuro por delante... Podrías haberte convertido en médico, o incluso en ministro... Tenías tanto potencial... Pero preferiste desperdiciarlo persiguiendo tus malditas obsesiones, dime, Gellert, ¿De qué te han servido? ¡Mira cómo acabaste! Pasando tus últimos años de vida encerrado ¿No recuerdas las historias? ¿No recuerdas cómo acabaron los primeros dos hermanos? ¿Por qué no nos dimos cuenta? ¡El poder los consumió, los llevó a su perdición! Ah, pero estábamos tan fascinados con la idea de tener en nuestra posesión esas herramientas que podían cambiar el mundo... Con la idea de convertirnos en los Amos de la Muerte... Qué ciegos estábamos, sobre todo tú, mi querido amigo.

Hizo una pequeña pausa, soltó un profundo suspiro y siguió con su monólogo.

—Cuánto daño nos hicieron esos objetos... De haber sido solo una simple leyenda... Siempre me pregunto "¿Cómo habría sido nuestra vida entonces?" "¿Qué habría sido de nosotros?" y entonces recuerdo que las Reliquias fue la única razón por la que te entraron ganas de ir al Valle de Godric, y al no existir estas, nunca habrías ido, entonces nunca te habrías convertido en lo que te convertiste... Claro que también nunca nos habríamos conocido, y ese pensamiento siempre me produce una pequeña punzada de rabia y remordimiento; rabia porque yo nunca fui el motivo principal por el que fuiste al Valle de Godric, y remordimiento porque prefiero esta realidad a que nunca nos hubiéramos conocido, a pesar de que esto habría salvado miles de vidas, me siento un egoísta.

» Todo esto me lleva a pensar una cosa: ¿Alguna vez fui una parte verdaderamente importante en tu vida? ¿O solo fui tu socio, una simple herramienta de conveniencia, un aliado más?— Sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas—. Respóndeme, Gellert: ¿Todo eso que decías sobre que era especial para ti era cierto? ¿Alguna vez sentiste algo de verdad por ? ¿Llegaste a amarme alguna vez? ¿Eh? ¡¿Lo hiciste?!—  Gritó, desesperado.

No obtuvo más respuesta que del viento repitiendo sus palabras.

Tapó su cara con ambas manos y rompió a llorar.

Le frustraba la idea de saber que podría haberle parado los pies en su momento y no lo hizo, que podría haber unido sus dos mundos, sus responsabilidades y sus deseos, habiéndolos compatibles entre sí, que podría haber hecho más.

Poco a poco su llanto se fue apagando hasta hacerse totalmente inaudible.

—Discúlpame... No me gustan los funerales... Aunque bueno, no creo que le gusten a nadie.— Soltó una pequeña risa y se limpió las lágrimas con la manga de su abrigo—. En fin... Creo que al menos llegaste a arrepentirte en algún momento de tu vida, o al menos eso creo, cuando voldemort apareció delante tuya y no le dijiste dónde se encontraba la varita de saúco. Posiblemente no quisiste decírselo porque viste en él mucho potencial y te negabas a admitir que alguien pudiera llegar a ser mejor que tú, o quizás simplemente querías fastidiarlo para tu propio disfrute, quién sabe... Pero me gusta pensar que, en parte, si no fue del todo, lo hiciste por mí, a modo de disculpa y de demostrar que estabas verdaderamente arrepentido de tus actos.

»En cualquier caso, espero que por fin, estés donde estés, hayas encontrado la paz.

Sonrió. Fue una sonrisa triste, a la vez que nostálgica.

—Fuiste un mago excepcional, aunque no fueras por el camino correcto.

Miró al cielo; estaba empezando a ponerse gris.

—Parece que va a llover.

Volvió a bajar la vista, hacia la lápida.

Sacó su varita, y con un sencillo movimiento, grabó bajo el nombre de Gellert una frase.

"Fuiste un alma excepcional, al menos para mí. Siempre te recordaré." A.D.

—Hasta pronto, Gellert, mi viejo amigo, mi gran amor.

Y desapareció.

MEMORIAS | One-Shots GrindeldoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora