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Prólogo


Él sabía que cada apuesta traía sus propios riesgos. Lo había aprendido durante todo aquel tiempo en el que había sido su fiel compañero y, maravillado, la había apoyado y acompañado en cada uno de los juegos en los cuales su orgásmica y fémina alma se sumergió hasta perder la cordura.
Y es que así era ella, y a pesar de que el pensarlo lo sorprendiese un poco, a decir verdad, no se le había hecho muy difícil el acostumbrarse a su salvaje actitud durante cada apuesta.

   Muchos pensaban que era una clásica actitud de simp de parte suya, por seguirla de un lado a otro como un perrito faldero. Se rumoreaba entre el alumnado que, obviamente, las intensiones de Suzui se inclinaban más por otro tipo de "atributos" que la joven Jabami también poseía –y no necesariamente relacionados a las apuestas, o, bueno, quién sabe.
Mas esto era totalmente falso.

   Suzui se sentía atraído por Yumeko Jabami, eso sí era cierto. Sentía que estar cerca de ella era algo que lo consumía de a pocos, mas adoraba ser comsumido por aquella locura.
La manera en la que ella llegaba a esos extremos, de arriesgar su vida e incluso la de los demás. De sentir placer y sólo placer a la hora de apostar, sin importar lo que le deparara, sin sentir ni una pizca de arrepentimiento. De ser una sola con las apuestas, esa forma de ser tan antinatural pero que, a fin de cuentas, envidiaba notoriamente había hecho que quedara prendido de ella.

   ¿Cómo era posible no ser consumido por el dolor de la derrota y la pérdida de todo? Incluyendo tu vida.
Eso era lo que Suzui solía preguntarse. No le hallaba el sentido, y al parecer Yumeko tampoco, pero era justo eso lo que le hacía gozarlo.

   Ver a cada miembro del Consejo caer uno por uno fue alucinante y algo que no dejaba de dejarlo atónito. Ver como esos seres que creían tener la Academia en sus manos temblaban de terror al haberlo perdido todo fue una bofetada a su realidad. Se había dado cuenta de que ellos habían sido siempre iguales a él. Igual al resto de los estudiantes. Personas con debilidades y tan solo mucho ego que satisfacer.
Yumeko había hecho de aquel ego cenizas en unas cuántas orgásmicas jugadas.
Luego, cuando todo parecía ir bien, apareció la presidenta, luego Igarashi, hasta el momento de las elecciones.
Allí fue cuando realmente sintió verdadera preocupación por Yumeko, mas su tibio y sereno semblante no hacía más que confundirlo y tranquilizarlo. Tal parecía que lo que se avecinaba –una gigantesca ola de parientes y apuestas– no hacía más que excitarla y emocionarla por más.

   Aún se preocupaba por ella por más que el encuentro fuera tan siniestro  –como con Mushibami– o arriesgado –como con Miri y Miyo. Sin embargo, ella seguía. No se hartaba. Amaba ese riesgo, y no había quien la detuviera, hasta llegar a Terano Totobami.
En el Pabellón Fasciación hubo mucho en riesgo, mas el supo que, por mas que llegaría el momento en el que él y Yumeko se tendrían que enfrentar el uno contra el otro, no dejó de apoyarla hasta el final. Ahora él lo entendía más que nunca. El valor de sus apuestas sería aquella mujer. Aquella mujer que había liberado sus instintos de libertad. A quien le debía tanto. Yumeko Jabami.


×××

Dolía en el alma. Claro que dolía. Ahora lo comprendía muy bien y recordaba cómo era el sentirse perdido, sí, cuando no había quién lo salvase.

   Suzui había estado pensando constantemente en los últimos acontecimientos relacionados con Yumeko. En uno de ellos ella confió ciegamente en el que él y Mary le salvarían la vida.
La verdad es que no se había puesto a pensar mucho en las consecuencias que podría traer lo que hizo. Las sabía de antemano, claro, mas en ese momento no se tomó el tiempo de analizar. Si ella necesitaba de él, y lo mínimo que podía hacer era ir y arriesgarlo todo, tal y como ella solía hacer.

   Evidentemente, ahora había perdido todos sus votos en el Pabellón Fasciación. No le quedaba más que sus recursos financieros tangibles, mas después de aquella ardua apuesta contra las Totobami, no pensó si quiera en la posibilidad de involucrarse en otra sino hasta el final de las elecciones, cuando tuviese que volver a recaudar fondos para subsistir dentro de aquella institución plutocrática.
Desafortunadamente, su destino estaba sellado por gente que lo había tenido en la mira.

   Todos sabía que Ryota destacaba por ser un alumno brillante y tal vez uno de los más cordiales que halla tenido la academia en toda su historia. Para ser un estudiante becado, no le iba tan mal con el resto de estudiantes, y ni qué decir de mantener el promedio estándar en las calificaciones para fijar su beca. Sin duda fascinante.
Sin embargo, él sabía que para su mala fortuna eso en Hyakkāou valía un perno.
Si alguien con habilidades más que considerables decidiera enfrentarlo, él sin duda se encontraría en una obvia desventaja. No hace falta remarcar su primer encuentro con Mary. Sin duda su ingenuidad actual era menor a la de aquellos días, más seguía siendo él.

   Los alumnos más avariciosos no dudaron en apostar contra él. Teniendo en cuenta de que terminando las elecciones muchos se encontraban entre la espada y la pared, no querían perder el tiempo hasta que el día de pagar sus cuotas llegase. Debían activar una cacería de ingenuos, y ahí es donde entraba Suzui.

   Lo distrajeron en los baños masculinos en el primer receso. Debía ver a Yumeko en el comedor con Mary e Itsuki, mas un par de golpes repentinos en el rostro lo sacaron de órbita por unos segundos hasta que accedió a hacer lo que sus captores le proponían.
Aquellos tres matones eran chicos que él conocía. Hitobe Katsuyama. Sachibiro Ame. Eichiro Tagechize. Tres hijos de funcionarios que podían fácilmente pagar las cuotas de medio alumnado sin chistar, tan sólo llevados por su morbo y avaricia, lo retaron a un juego de bacará.

   — Asegúrate de que nadie se acerque.— había ordenado Katsuyama, quien era el que daba las órdenes en aquel trío a un pobre y debilucho Iwasuke Obento, su mascota personal al que siempre llevaban a cualquier lugar en el que planearan llevar a cabo sus futuras fechorías.

   No hubo mucho que hacer. Estaba tan aturdido que ni si quiera mostró temor al soltar sus cartas. Ni si quiera se inmutó al darse cuenta de que había perdido más de ochenta y cinco millones de yenes –mucho más de lo que poseía en su cuenta estudiantil. Lo habían arruinado en muy pocos minutos, minutos que sólo le sirvieron para darse cuenta que seguía siendo el mismo inútil de antes. El mismo perdedor. El que no podía arriesgarlo todo sin la presencia de Yumeko. Tan sólo un simple humano... no. Una simple mascota.

YOUR NASTY CUTENESS | Kakegurui Fanfic [Mary Saotome x Ryota Suzui]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora