25.Observando los ojos del otro.
La lluvia se cernía torrencial sobre la ciudad de San Fransokyo, las gotitas frías se precipitaban y caían con fuerza haciendo un ruido estremecedor sobre las tejas de aquella casa, cuya única residente despierta, daba vueltas en la cama, aterrorizada.
Desde niña había tenido un miedo irracional con las tormentas, mientras que a algunos se les hacía relajante, para ella era perturbador y le robaba la calma en cuestión de segundos. Por eso, al no anticipar el trueno que retumbó y zarandeó levemente los cristales que componían sus ventanas, Elsa se escondió bajo las mantas con los ojitos bien apretados y las palmas taponándole los oídos. Pero no era suficiente.
—Mierda...— se quejó en voz baja de la niñada que estaba a punto de hacer. A pies descalzos y fríos por el piso de madera, Elsa atraviesa el cuarto hasta la cama de su hermana que ronca como un oso dejándole un plateado rastro de babas a su almohada.
Con familiaridad, y a sabiendas de que Anna jamás la rechazaría, se mete bajo las sábanas junto a la pelinaranja, enrollándose como una arañita alrededor de su cuerpo.
—¿eh?...— Anna entreabre los ojos y por la periferia de los mismos distingue el montón de cabello rubio acomodado en su espalda. Suspira y palmea levemente las manos ajenas que le cruzan el abdomen temblorosas. —Intenta dormir, Els.
Le dice con cariño y vuelve a su mundo de sueños, acostumbrada al terror de su hermana mayor por las tormentas.
Ya una vez con la cálida sensación de un cuerpo familiar cerca a ella, comienza a conciliar el sueño de a pocos, pero justo cuando la inconsciencia la tenía en la punta de sus suaves dedos, Anna comenzó a roncar.
Pensó en ignorarlo, igual no sería la primera vez que dormía con los ronquidos de su hermana pegados a su oído. Sin embargo, el temor que le provocaba el clima allá afuera, la mantenía vulnerable y los ronquidos de Anna no le ayudan para nada.
Liberó el cuerpo oliente a limón y fresas, y se giró boca arriba en la cama; mirando al techo con una calma engañosa, porque bajo las mantas estaba rasguñando la tela de su pijama. Se planteaba la idea de no dormir para nada aquella noche y pasar de largo, pero lo descartó inmediatamente después de recordar su exámen de ciencias políticas que estaba programado para mañana. Entonces cayó en cuenta de que vivía en una casa con otras cuatro personas, y aún tenía tres habitaciones que podrían alojarla sin problema.
Volvió a abrazar su almohada contra el pecho y con muchísimo cuidado de no interrumpir los sueños de su hermana, salió del cuarto para quedar en la absoluta penumbra del pasillo. La lluvia seguía cayendo con una fuerza constante, pero agradecía que aún no hubiese tronado de nuevo.
A punto de entrar a la habitación de Mérida y Rapunzel, ella cae en cuenta de lo agresivas que son ambas al dormir y probablemente si se les colaba en la cama, amanecería en el piso con un terrible dolor en el cuello, así que se alejó de la puerta. Luego contempló el entrar al cuarto que Eugene y Hiccup compartían, les tenía una confianza infinita y eran excelentes amigos, por lo que no habría problema... más que ellos se levantaban muy temprano a hacer ejercicio, así que ella no podría dormir en la cama de ninguno porque acabaría por ser víctima del ruido que los dos hacían mientras se arreglaban.
Así que en serio no quedaba otra opción más que la última puerta al fondo del pasillo.
Jack tenía una habitación propia por mero azar; después de que entre todos rentaran una casa para independizarse después de entrar a la universidad, entre todos se enfrentaron a una exhaustiva lucha de Piedra, papel o tijeras, para ver quién se quedaba con la habitación propia, batalla de la que claramente el peliblanco salió venciendo.
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Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]
FanficPorque amo las historias de amor, sobretodo si son cortas y porque Jack y Elsa son mi OTP. -Historia totalmente mía. -Para adaptaciones primero contactarse conmigo . -Es inadmisible cualquier copia parcial o total. -Los personajes no me pertenecen. ...