CAPÍTULO 2

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CAPÍTULO 2

Está terminando el curso académico en Neverhood y, como todos los años, todos y cada uno de los estudiantes y profesores del centro marchan lejos del centro, por una semana de campamento. Y como cada año, yo no he ido. Así que despierto descansada a las once de la mañana.

Debería ayudar a Enna con los preparativos de la llegada de los campistas, por eso me visto rápido y recorro los pasillos de piedra del centro hasta llegar al comedor de la planta baja. Filas de largas mesas vacías me esperan cuando llego. Sí, así se está bien. Pena que todo el mundo llegue hoy.

Me apresuro a entrar en la rústica cocina en la que Enna se encuentra lavando cacharros. Me siento en un taburete de madera, frente a una mesa también de madera y, cuando Enna se percata de mi presencia, deja su tarea y se dispone a sentarse a mi lado con dos tazas de café y pastel de ayer para el desayuno.

Empiezo a comer.

- Después friego yo. – La ofrezco, sonriendo.

- No hace falta cariño. Casi he terminado. Prefiero que descanses antes de que llegue el ajetreo. – dice guiñándome un ojo.

Yo me río, convencida de que tiene razón. La llegada de los residentes de Neverhood siempre es un ajetreo desastroso y estresante. Lo bueno es que esas noches acabo tan cansada, que siempre duermo sin pesadillas.

- Quizá podrías pintar un rato. O leer.

Enna me mira de reojo. Sé lo que intenta. Quiere que no me altere por mis malos sueños. Pongo los ojos en blanco cuando creo que ella no me mira y la contesto con una débil sonrisa.

- Bien.

Su expresión hace que piense que hay algo que quiere comentar conmigo. Seguramente algo que me incomode. Algo como... oh no.

- Bueno princesa, ¿tienes... echado el ojo a algún chico? ¿Algún amigo especial que no me hayas comentado?

Lo sabía. Me pongo roja y, Enna, al ver mi reacción, comienza a reírse, y la doy un codazo avergonzada y nerviosa. Hace ya unas semanas que me saca el tema de amigos y novios. No, Enna. Estoy sola. Muy sola.

- Enna, ya sabes que no.

- Pero, ¿por qué no? Hay muchos chicos monos por el centro. Quizá si te acercases a alguno, o a alguna chica, te aceptarían en su grupo.

- Enna, a penas sé nada sobre la amistad y mucho menos sobre el amor. No sé lo que se siente al estar enamorada o algo así. Pero sí estoy segura que no querría que mis amigos o mi posible enamorado pensase que soy algo extraño. Les causo miedo Enna. No se puede hacer nada contra eso.

- Eh, a mi no me das miedo. – dice imitando un aire de suficiencia.

- Es distinto. Tú eres como mi madre. – digo sonriendo tristemente.

- Y como tu madre solo quiero que estés bien...

Noto su preocupación. Su ansia por que encuentre alguien con quién pasar las tardes. Con quién vivir mi primer amor. Pues bien, no es así. Ni lo será.

- Enna, tranquila. Estoy bien. Además solo debo esperar un pequeño tiempo más. Después me iré lejos de aquí y tendré tiempo para esas tonterías.

Me arrepiento al instante de haber comentado mi partida cercana. Cuando me gradúe, iré a una universidad de la ciudad y no volveré a ver a Enna en un tiempo. Veo su tristeza, y me la contagia.

Tras unos minutos, Enna por fin rompe el silencio que nos envolvía.

- Dentro de dos semanas es tu cumpleaños. – Enna me sonríe, aunque ya sabe qué es lo que opino al respecto.

- ¿Y qué? – me encojo de hombros.

- ¿Cómo que "Y qué"? No se cumplen diecisiete años todos los días.

- Sólo es un año más.

- La princesa del castillo no se merece solo "un año más" – suelta con ternura.

Entonces me invade en la mente el recuerdo del significado de mi nombre. Alysa tiene como significado "Princesa" y Enna me contaba historias de princesas fuertes, buenas y hermosas. Siempre acababa todos sus cuentos de la misma manera. Tras advertirme de la moraleja, me daba un beso tierno en la frente ya antes de traspasar el umbral de la puerta, me miraba una última vez para decir: "Tú eres la princesa de este castillo, Alysa. Mi princesa". Después se marchaba, dejándome soñar.

- Bueno, haz lo que quieras. Pero no hace falta que hagas nada.

Sonríe satisfecha y añade:

- Entretente. Pinta. Lee. Lo que quieras. Pero esta tarde tendrás que estar preparada para ir a coger fresas.

- ¿Tarta de fresa y chocolate? – pregunto esperanzada.

Su sonrisa me lo confirma.

- Perfecto.

Me dispongo a recorrer los anchos pasillos para llegar a mi cuarto. Grandes puertas, escalinatas majestuosas, primer piso, aulas, grandes puertas, escalinatas majestuosas, segundo piso, aulas... así durante seis pisos más y llegamos a la última escalinata dividida en dos. Chicas a la derecha, chicos a la izquierda. Final del pasillo de las chicas...mi cuarto.

Elijo una camiseta gris de tirantes y un pantalón corto de color negro del armario y me cambio. Aunque estemos aún en mayo, hace mucho calor. Me recojo el pelo en una coleta alta, de manera que no tenga los pelos en la cara. Lista para pintar. Me acomodo en la silla frente al lienzo, cuando me doy cuenta de que tengo los pinceles encima del escritorio. Me acerco a él y cuando levanto el bote de pinceles descubro una pequeña nota con una perfecta letra cursiva.

"Lo sé todo, y sé dónde estáis."

No lo entiendo. Un mal presentimiento y un escalofrío me recorren el cuerpo. Esta nota no estaba ayer ahí. ¿O yo he sido lo suficientemente despistada como para no darme cuenta?

Decido hacer caso omiso, puesto que no parece importante. Vuelvo a acomodarme en la silla aún pensando en la extraña nota. Al fin, consigo concentrarme. No, no parece importante.

IGNIS; El Fénix de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora