CAPÍTULO 4

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CAPÍTULO 4

Para salir del pasadizo, subimos por unas escaleras de pared y abrimos el portón de madera. Pero al salir, me doy cuenta de que no hemos salido por el mismo agujero por el que entramos, ya que el paisaje es bastante diferente. Antes todo era  abierto, colorido y conocido. Ahora todo es siniestro, más oscuro y desconocido para mí. Entonces recuerdo, seguramente nos encontramos en la parte de atrás de Neverhood, miro hacia atrás y observo el muro donde tantas veces me sentaba, a pocos metros de nosotras. Me doy la vuelta y nos dirigimos hacia la espesura de Magnam Silvam. Aunque ya lo había asimilado, pensar en esa idea, me da escalofríos. En cuanto damos unos pasos, Enna parece recordar algo y me entrega una prenda de seda de un azul muy oscuro. Ella lleva algo igual en la mano, de color gris azulado, al igual que sus ojos. Enna desdobla el suyo y veo que es una capa con capucha.

-         Póntela, nos ayudará a estar algo más ocultas. – me dice a la vez que se la  ata al cuello y se pone la capucha.

Yo, sin decir ni una palabra, la imito. Enna me observa, se acerca a mí y me coloca la capucha de tal manera que al menos me oculte los ojos.

-         Es solo por si acaso, pequeña.

Me sonríe. Y yo hago lo mismo, dándola a entender que estoy tranquila, que estoy bien. Aunque en realidad no lo esté, es mejor que ella piense que sí.

Acto seguido, me coge de la mano y me conduce hacia la espesura del bosque. No sé  dónde nos dirigimos, ni sé dónde acabaremos. Pero tengo que confiar en ella, debo confiar en su orientación, y debo hacerme creer que me mantendrá a salvo. Lo hará, lo sé. Enna avanza con paso decidido, al igual que en el pasadizo. Nos deslizamos entre los árboles, intentando ocultarnos lo máximo posible. A cada paso que damos, el bosque es más espeso y es más difícil avanzar por él. Gracias a mi interés por la naturaleza, me encantaría pararme a observar cada árbol; su corteza, sus ramas, sus hojas, su anchura y su altura; Investigar sobre toda aquella fauna que siempre había soñado con conocer cuando me subía al muro de Neverhood para observarla de lejos. Pero sé perfectamente que eso no puede ser posible en este momento, y tampoco me concentraría en observar, por mucho que quisiera, a causa de los nervios y las dudas que me corroen por dentro. Por un momento, dirijo mi mirada hacia el cielo mientras andamos, y me parece ver una luz anaranjada, tan intensa como el sol de la mañana. Pero entonces desaparece, y me pregunto si todo esto, no me está causando alucinaciones. Entonces me doy cuenta de que está oscureciendo, pero aun así, Enna sigue avanzando con decisión, dándome a entender que sabe dónde me dirige. Aun siendo así, no puedo evitar que la idea de andar por el bosque, de noche, y con gente desconocida buscándonos, produzca que me recorra un escalofrío de la espalda a la nuca.

-         Recuerda, debes de estar tranquila, no te pongas nerviosa. Aquí, es más peligroso. – dice Enna al instante.

-         ¿Por qué aquí es más peligroso?

De inmediato, Enna se detiene, me agarra del brazo con mucha más fuerza, hasta un punto en el que me hace daño. Pero no me quejo, me centro en su rostro, sus grises y azulados ojos están muy abiertos, observadores, preocupantes, mirando hacia todos los lados, buscando alguna señal de peligro. Entonces me pongo alerta. Siento la suave brisa en mi cara, y lo oigo.

Un grito. Pero no un grito cualquiera. Un grito de alerta. De aviso. Me recorre otro escalofrío, y empiezo a sentir miedo. Nos han encontrado. Enna, empieza a tirar de mí con más fuerza que antes. Y en dos segundos, nos veo corriendo por la espesura del bosque, escapando. Simplemente para estar a salvo. En un momento, Enna me da un tirón hacia la derecha y nos colocamos justo detrás de unos grandes matorrales. Justo después oigo pasos de hombres, justo al otro lado de nuestra ubicación, y me entra el pánico. Enna me coge la mano, en señal tranquilizadora, mientras oímos pasar a todo el grupo de hombres que nos buscan. Con los nervios a flor de piel, conseguimos oír los pasos cada vez más lejos, hasta que pensamos que estamos a salvo, al menos de momento. Por un momento pienso que lo hemos conseguido. Que hemos conseguido ponernos a salvo y que ya no nos pasará absolutamente nada. Pero, entonces, veo que Enna me mira con el rostro triste y sé que no es así.

-         Saben nuestra ubicación. Hemos estado a punto de que nos cogiesen. Ahora, escúchame, Alysa.

La miro, preocupada y ansiosa por saber las palabras susurrantes que van a salir de su boca.

-         Pase lo que pase, no dejes que te capturen. Nunca. Eres especial y única. Y eso es lo que quieren, eso que te hace ser única y especial. Tú aún no sabes lo que es. Y yo aún no estoy segura. Pero lo descubrirás, con el tiempo, y confió en que aprendas a usarlo. Ahora bien, voy a salir yo sola.

-         ¡No! – Grito sin poder contenerme.

-         Shhh… - me coloca una de sus manos en mi boca.- Tranquila pequeña, no ocurrirá nada. Sólo voy a salir a comprobar que ya no hay nadie y que podemos seguir nuestro camino. Pero, si llegase a ocurrir algo, prométeme que no te moverás de aquí hasta que no oigas ni un solo ruido, y que acto seguido seguirás las instrucciones que te voy a dar. Prométemelo.

Intento contener las lágrimas, pero no me es posible, por lo que una frágil lágrima cae por mi rostro. No quiero que se vaya. Quiero que se quede conmigo.

-         Yo también quiero quedarme contigo, pequeña. Pero tienes que confiar en mí. Debes prometérmelo. Por favor.

Otra vez me viene aquella sensación de que Enna haya respondido a mis pensamientos, pero no me concentro en el tema, ya que veo que a ella también le caen lágrimas de sus preciosos ojos grises y entonces asiento con la cabeza.

-         Está bien. – No logro articular más palabras que esas.

-         Bien, pequeña, bien. Si llega a pasar algo, cuando no oigas ni un solo ruido, quiero que eches a correr. No pares de correr. No pares hasta que no puedas más.

Entonces, se desabrocha su colgante, una brújula pequeña de oro, y me la abrocha alrededor de mi cuello. Me quedo tan impactada, que no puedo ni darla las gracias.

-         Siempre hacia el este pequeña. Siempre.

-         Pero, ¿a dónde debo ir? ¿Cómo sabré que he llegado?

-         Lo sabrás, pequeña, simplemente, lo sabrás.

Acto seguido, sin dejar que diga nada más, me da un beso en la frente, como cuando yo era pequeña, y se levanta, aun ocultándose entre los matorrales. La observo, deslizando con elegancia el largo de su capa entre la oscuridad, y me pregunto cuál sería su pasado, y si tendría que ver con este siniestro bosque. Entonces, me quedo sola, detrás de los matorrales.

A los pocos minutos, atacada de los nervios, oigo un ruido, y se me pone el cuerpo en tensión. Pienso que tiene que ser Enna, viniendo a buscarme para seguir nuestro camino. Pero entonces, oigo a la voz de Enna. No, su voz no. Un grito. Un grito de pánico, de miedo y de auxilio. Pienso en levantarme e ir a ayudarla, pero recuerdo sus palabras y me contengo, mordiéndome los labios con tal fuerza, que noto el sabor de la sangre en mi boca. La sigo oyendo chillar, y de repente, se oye un golpe seco, y los chillidos cesan. No oigo voces, solo pasos. Y algo arrastrando. Me entra el pánico al pensar que lo que arrastran puede ser el cuerpo de Enna. No, me niego a creerlo. Entonces dejo de oír pasos, más bien, no oigo nada. Me toco el labio, y noto la sangre, me miro la mano y veo que estoy temblando. Me toco la cara, con suavidad, y descubro que tengo la cara mojada, y que estoy llorando. Sigo sin oír nada, pero el pánico, me deja paralizada. No puedo moverme. Me agarro las piernas y apoyo la cara en las rodillas. Y finalmente decido quedarme ahí durante un buen rato.

No sé cuánto tiempo ha transcurrido, pero no puedo quitarme los gritos, el golpe sordo y los pasos de la cabeza. Se repiten en mi mente una y otra vez. Tengo miedo. Pero tengo que seguir las instrucciones de Enna, por ella. Asique levanto la cabeza y me pongo en pie, con algo de dificultad. Miro hacia todos los lados, con la esperanza de que Enna aparezca entre la maleza, pero sé que eso no va a ocurrir. Echo a andar, apoyándome en cada árbol, porque tengo dificultad para mantenerme en pie. Todo está muy oscuro y no sé exactamente lo que hacer. Tengo sueño. Pero no puedo dormir ahora. A los pocos minutos de estar confusamente absorta en mis pensamientos, oigo que una rama se resquebraja, y me doy la vuelta bruscamente. Aguzo el oído y noto pasos rápidos a lo lejos. Entonces, echo a correr.

IGNIS; El Fénix de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora