CAPITULO DIECISIETE: Oclumancia

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Nyx pasó los siguientes días arrepintiéndose del momento en que había decidido salvar a Draco Malfoy de las manos de Keres aquella tarde en la Biblioteca. Y todo se debía a una sola razón: él era un verdadero dolor de trasero estando encerrado en una habitación en su propia casa.

Cualquier otro momento que no pasaba cerca de él era demasiado corto y cualquier alivio que hubiese obtenido Nyx al tener que alejarse en misiones, era rápidamente eliminado de su sistema cuando tenía que compartir la noche entera junto a Draco, encerrada en su habitación.

Sin embargo no era la actitud infantil lo que la agobiaba tanto, sino la nítida nube de auto compasión en la que él se había sumido.

Al parecer, Pansy Parkinson había metido la pata la noche de Año Nuevo. Resulta que los pensamientos de ella no habían sido sólo lo suficientemente ruidosos como para que Nyx los hubiese percibido desde el otro lado de la puerta, sino que también se le había escapado el nombre de la persona en la que realmente ella estaba pensando mientras parecía disfrutar tanto de las caricias de Draco. A Nyx le parecía tan irónica la situación que eventualmente no pudo contenerse más y eso fue lo que desató la conversación que mantuvieron esa noche.

Nyx estaba leyendo un libro sobre el linaje de la familia Avery cuando la mente de Draco se tornó tan ruidosa que ya no podía concentrarse en el párrafo que tenía frente a sí. Cuando intentó leerlo por vez tercera sin poder enfocarse en las palabras, comenzó a sonreír con sorna al texto. En cuestión de segundos, él ya estaba cuestionándole aquello.

La noche era helada fuera pero los elfos domésticos de la mansión habían instalado un fuego en la chimenea de la habitación de Nyx, que emanaba una calidez casi mágica, aunque ninguna magia había sido utilizada por los dos jóvenes dentro del lugar: Nyx porque había desarrollado una resistencia fuerte al frío en la Academia Hades, Draco porque al parecer, disfrutaba el frío. Las chipas del fuego y el leve crujido de la madera de vez en cuando era el único sonido que reinaba allí. Además de los llantos internos de Draco, claro está. Velas iluminaban el escritorio donde Nyx se encontraba sentada de costado, ofreciéndole su perfil a Malfoy quien yacía recostado sobre el sillón donde había curado a Nyx ya en múltiples ocasiones, fingiendo leer una guía de Herbología.

-¿Qué?-Le gruñó él desde su asiento. Nyx sólo negó con su cabeza, incapaz de ocultar su sonrisa aunque lo intentó. Él suspiró.-¿Qué te parece tan gracioso?-Su tono de voz indicaba que no pensaba dejar ir el asunto. Irritación parecía ser el estado natural de las emociones de Draco.

Nyx entonces levantó su cabeza, mirándolo con la sonrisa tatuada en su rostro. Colocó su dedo en el medio de las páginas del libro que estaba leyendo, sin cerrarlo aún.-Es que me parece irónico, eso es todo.-

-¿El qué?-Le preguntó, apoyando el libro abierto sobre su pecho. Sus pies estaban cruzados sobre el sillón. Tenía su entrecejo fruncido. Ella se encogió de hombros.

-Bueno, has pasado los últimos tres días en una burbuja de auto compasión por lo que Pansy hizo...cuando tú no eres tan inocente como finges ser.-Explicó, con una sonrisa de suficiencia. Draco no inmutó la expresión de su rostro.

-Está bien, morderé el anzuelo. ¿Por qué no soy tan inocente?-Le cuestionó a ella, quien miró sólo un segundo hacia la pared del frente.

-¿Hace cuánto tiempo estás enamorado de Hermione Granger?-Preguntó Nyx, volviendo su mirada en el momento justo para observar el golpe de sus palabras en Draco Malfoy, cuyo rostro quedó completamente en blanco, pareciendo palidecer dos tonos. Pánico cubrió sus retinas durante un instante, el suficiente tiempo para que Nyx sonría ampliamente, ahora mostrando sus dientes. Al ver esto, él intentó enmendar su impulsiva reacción, fallando estrepitosamente al bufar una risa sarcástica.

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