≛ тrece

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veιnтιυnde novιeмвre, doѕ мιl dιecιnυeve




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A LA MAÑANA SIGUIENTE, Chris se despierta sobresaltado. La ausencia de su compañera entre sus brazos le alarma por un par de segundos, pero cuando su oído captura el ajetreo a lo lejos, se pregunta porque ha madrugado.

Antes de levantarse, no puede evitar dar cariños a Dodger como todas mañanas, quien descansa plácidamente a su lado hasta el momento en que el actor se pone de pie. Sale de la habitación, arrastra sus pies por el pasillo, mientras recuerda el maravilloso día de ayer, lo cual lo lleva a recordar la promesa que había hecho y también, odiosamente, el correo que llego anoche a su bandeja de entrada.

No puede evitar su preocupación por el asunto, sin embargo, al llegar a la primera planta y posar sus ojos azules en la mujer, todo se calma impresionantemente. Y es que, ¿Cómo podían pedirle restricciones? Ana era una belleza encantadora, aun llevando una remera unas tallas más grandes y completamente despeinada. Chris estaba maravillado por ella y las restricciones ya estaban siendo demasiadas. Él debía admitirlo.

—¡Buenos días, dormilón!— saluda la joven con una energía envidiable a esa hora de la mañana, regalándole además la más hermosa de las sonrisas.

Chris susurra el mismo saludo en respuesta, conteniendo su sonrisa y disfrutando totalmente de la imagen que la chica mostraba. Ella lucia tan cómoda y en confianza mientras preparaba obviamente lo que era el desayuno y eso inflaba el corazón del hombre a niveles casi peligrosos.

—Me encanta esto.— susurra él aun embelesado en la imagen de Ana, quien vuelve a mirarle y a sonreír con aquel brillar tan especial en su mirada.

—¿Qué? ¿Yo preparando el desayuno?— y le ve acercase a ella, dando los pasos necesarios para dar la vuelta a la encimera y cuando ya se encuentra a su lado, él asiente lentamente. 

—Tu recién levantada, sin duchar y descalza en mi cocina mientras preparas el desayuno.— dice y las mariposas carcomen el interior de la joven, mientras los brazos de Chris, de manera tan rápida y fuerte, sostienen su cuerpo contra el suyo.

El desayuno ha pasado a segundo lugar y los brazos de Ana rodean el cuello del hombre quien acerca su rostro y une sus labios en un beso que comienza inocentemente débil, para solo en un par de movimientos más, tomar una profundidad y demanda que ninguno quiere detener.

LA CHICA   ▪︎   CEVANS (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora