Capítulo 10.

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Labores



—Esclavo, necesito que vengas a este lugar, y con comida para diez— Era el mensaje que comenzaría con mis servicios de esclavitud.

Seguido, llegó otro mensaje con una dirección.

Al simplemente abrirlo, sabía perfectamente que era un estudio de producción, se notaba en la calle.

Luego llegó otro mensaje más. —Voy a pagarte lo que gastes cuando llegues— Por lo menos, no me iba a dejar pobre ese día.

Bonita consideración.

Simplemente obedecí, compré lo que suponía, era comida para TWICE, así que mientras, iba comprando específicamente casa cosa que sabía que a cada una le gustaba, quizá la décima persona de ese plural, era un manager, así que solo compré dos de lo mismo que iba a comer yo allí, o en otro lado.

Poco a poco, iba completando las compras, sintiéndome como un repartidor.

Aunque por poco habría trabajado de eso, el único inconveniente eran los horarios.

Luego de haber comprado las once raciones de comida, ya estaba cerca del centro, por lo que fué solo tomar un taxi, y llegar en diez minutos.

El milagro económico coreano no solo pasó en los noventas, al menos, para mí.

Al llegar, le envié un mensaje para que viniese a recogerme a la entrada, pero solo me respondió diciendo que podía pasar, que había dado el aviso más las palabras exactas para que me dejaran pasar y hasta escoltar allí.

Por suerte, consideró el que podría haberme perdido, porque lo habría hecho sin ayuda.

Luego la chica que me acompañó, señaló el camerino donde estaban, yéndose y dejándome un tiempo para pensar que en unos segundos iba a ver a mi grupo favorito.

Cargué las bolsas, sin mucha más fuerza de tanto viaje, las coloque a un lado de la puerta, la toqué, y segundos después la abrieron.

La primera en verme y esperarme fué Nayeon.

Pero incluso con anticipación, se sorprendió por mi nuevo color de cabello.

Señalandolo. —Te queda mejor así— Además de empezar a revolverlo.

— ¿Y la comida? — preguntó, a lo que señalé a un lado, saliendo ella un poco, viendo las bolsas.

—Traje comida— Dijo ella, dándose el crédito. Tomó las bolsas, metiendolas a la sala.

Quería decirle que ahí también estaba mi comida, pero todas se pusieron a gritar.

— ¿Quién es él? — Preguntó Momo, una vez que dejó de mirar su Jokbal. —Mi esclavo personal por un mes— Respondió Nayeon como si nada.

—Nayeon— Regañó Jihyo con cara de indignación. — ¿Qué? — Preguntó ella en respuesta, como si nada estuviera mal.

—No se parece mucho a… — Me señaló Sana. —No, no se parecen— Cortó su frase Tzuyu, quien se levantó y se acercó mucho.

—Tienen ojos, nariz y forma de la cara diferentes— Señaló en un instante. — ¿No dientes que es mejor así? — Preguntó Sana otra vez, acercándose igualmente.

—Dentro de una comparación, se parece un poco, pero tampoco es tan alto— Volvió a señalar una diferencia.

— ¿Cómo te llamas? — Preguntó Sana. Respondiendo con mi nombre como tal. —Ambos tienen nombres en español—  Señaló Tzuyu.

Quien parecía saber prácticamente todo del chico extranjero popular.

—Dejen a mi esclavo quieto— Se metió en el medio y Abrió sus manos en señal de defensa.

—Es que es muy lindo y parecido— Dijo Sana, caminando hacia su comida una vez más.

—No es tan parecido, solo son de la misma zona— Dijo Tzuyu, acompañándola.

— ¿Qué estás esperando ahí parado? — Preguntó Nayeon viéndome con cara de querer decir algo. —Quería decirte que comida estaba en la bolsa— Dije señalando las últimas bandejas que quedaban.

—Entra— Me jaló del brazo, metiéndome ahora teniendo la atención de todas.

—Ey, te pareces a… — Me Señaló Jihyo. —No se parecen— cortó una vez más Tzuyu, quedando muy raro, al menos para mí.

— ¿Eres novia de él? — Le pregunté, a lo que casi se ahoga con su Tonkatsu.

Negó rápidamente con sus manos, sin poder hablar aún por la comida mal tragada.

—Es que parece que sabes a exactitud sus rasgos para diferenciarnos, no pensé que fuera realmente cierto que nos confundieron tanto— Saqué de mi mente, aligerando un poco el ambiente con lo segundo.

— ¿Tú compraste esto? — Preguntó la líder. A lo que asentí. — ¿Cómo sabías que nos gustaba a cada una? — Preguntó. —Nunca duden del poder de un «Once» — Respondí, queriendo decir esa frase hacía rato.

— ¿Esta es tu comida? — Preguntó Nayeon sacando una de las dos iguales. —Si, compré otra para la décima persona que me dijiste— Respondí yo.

—Nayeon— Volvió a regañar la líder. —No te aproveches de un fan así— Se levantó y dejó de comer.

—Ten— Sacó una cartera, luego unos billetes, dándome el doble de lo que gasté. —No es necesario— Intenté devolverlo, pero no aceptó. —Es buena chica, pero hace cosas muy extremas como estas, si te pide algo fuera de tus límites, niegate— La miró al decir eso último.

—Le iba a devolver la cantidad exacta— Se levantó, sacando su celular, luego acercándose y mostrándole lo que parecía, era la conversación de ambos. Al notar eso, solo puso una cara de indignación y derrota y volvió a sentarse a comer.

— ¿Por qué compraste dos de lo mismo? — Preguntó Nayeon revisando lo que era lo otro. —Una es para mí, la otra para la décima persona— Respondí.

—Tonto, tú eres esa persona y ahora tienes el doble de comida— Me señaló.

Inmediatamente Momo, quien estaba ya casi acabando su Jokbal, nos miró.

Gatito - Nayeon y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora