愛して ➵ Yuwin

黄色

"Unmistakably, he'll return alive.
His colors ought to show again."

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SiCheng nunca había creído en el infierno, pero ahora creía estar viviendo en el. Su realidad se había convertido en una pesadilla, irreal y dolorosa, pero de la cual no había forma de salir. Por segunda vez, con apenas 24 horas de diferencia, estaba en la estación de policía, esperando información por el segundo chico asesinado: RenJun.

Ahora no solo era la noticia del asesinato y los horribles detalles de ambas muertes que no podía escuchar sin sentir náuseas. Además, ahora tenía que tragarse un interrogatorio. Claro, era la última persona a la que habían visto con los dos chicos antes de que se encontraran sus cuerpos, pero no había pruebas suficientes como para acusarle a él ni a nadie. Aun así, ahora tendría que soportar a la policía respirándole en la nuca, como si no fuese suficiente con todo el estrés que tenía encima.

Sentía que se estaba desmoronando. Estaba dolido y confundido, ¿Por qué le estaba pasando esto? ¿Por qué ellos dos y no cualquier otra persona? ¿Acaso había alguien que estuviese buscando arrebatarle su mundo y dejarle sin nada?

Se sentía extraño, inseguro, y no era cosa solo de la última semana. Hace tiempo que se sentía observado, como si no estuviera solo, pero nunca pudo darse cuenta de quien era la persona que le seguía, podía ser incluso producto de su propia imaginación o paranoia. No sabía nada y ahora solo se había quedado con la noticia de dos muertes, dos funerales, investigaciones de las que no quería hacer parte y por encima de todo, el dolor de la pérdida.

La cabeza le dolía de tanto llorar, estaba asustado y no sabía donde buscar consuelo. No quería lidiar con todo eso, quería ignorarlo y hacer como si no existiera, fingir que estaba soñando, que el infierno que estaba viviendo era nada más que un producto de su imaginación y que todo estaba perfectamente bien, quería pensar que volvería a escuchar la voz de YukHei o a recibir un abrazo de RenJun, pero no volvería a pasar.

Alguien que parecía ser la personificación del mismo demonio se los había arrebatado, dejándole solo el sufrimiento y el vacío.
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La noticia también llegó a los oídos de Yuta mientras trabajaba. La extraña coincidencia de nuevo le causaba escalofríos. Otra vez, la víctima era otro chico que había visto con SiCheng el día anterior, y a quien estuvo siguiendo por horas y horas. Se sentía culpable, pero a la vez, parecía como si alguien estuviese haciéndole un favor, apartando toda la competencia y todos los obstáculos de su camino, dejándole al chino solo para él, como debió haber sido desde el principio.