Capítulo 1

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Por fin. Hoy es el día. Mi día del Apocalipsis, un día tan esperado pero a la vez tan temido...la impaciencia me esta comiendo por dentro. Necesito pasar esta audición, realmente lo necesito. En apenas unos segundos voy a escuchar mi nombre y será la hora, mi momento de gloria a pesar de todo habrá llegado. Esta es la mejor oportunidad que he tenido nunca, tengo que aprovecharla al máximo, exprimirme a mí misma al máximo, sea como sea.

¿Quiero escuchar mi nombre? Si, claro que quiero, pero las dudas por culpa de los nervios que me recorren me asaltan. Llevo preparándome para este día durante muchísimo tiempo, primero llegó la ilusión y las ganas al saber que se me iba a dar esta oportunidad, pero a medida que se iba acercando el día todo se ha ido volviendo poco a poco más negro, los nervios y el miedo no son de gran ayuda la verdad...en más o menos dos horas se decidirá mi futuro, ese futuro por el cual llevo trabajando, esforzándome y luchando prácticamente toda mi vida.

Muy poca gente sabe lo que significa esto para mi, solo aquellos que saben lo que se llega a sentir, lo que se siente al realizar un grand jette perfecto, las sonrisas de satisfacción que se escapan de tu boca cuando consigues realizar unos pasos que parecían imposibles, la frustración de no poder realizar tan bien como te gustaría lo que quieres y el estrés cuando el ejercicio se te traba, el afán de hacer y aprender más y más, el querer ponerte siempre las zapatillas más desgastadas para que así parezca que estiras más el pie, el querer ensayar y estirar a cada rato del día aunque eso duela ya que las lágrimas de impotencia al no conseguir tu objetivo duelen más, la sensación al comerte un escenario, sentir que vuelas y que eres frágil al bailar, la felicidad tras una actuación perfecta, sentir la danza, poder expresar lo que sientes mediante el baile, la alegría que te recorre cuando tu profesora anuncia que vais a empezar a aprender a hacer piruetas y más aún cuando te dan tus primeras puntas. Mis primeras puntas...aún las conservo en su caja y su funda originales, fueron unas de mis mayores alegría, la primera meta de mi gran sueño se cumplió aquel día, y estoy segurísima de que si todavía me valiesen, serían las que hoy llevaría conmigo.

Definitivamente el esfuerzo que esto conlleva es mucho, muchísimo, pero así es la vida de una bailarina y así soy feliz, me gusta vivir para bailar y bailar para vivir.

No dejes de soñarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora