Capítulo 21

36 12 0
                                    

     -Señorita, por favor, tengo dos hombres heridos, uno tiene sólo una herida en el muslo izquierdo y el otro tiene tres heridas de bala. ¡Dos camillas por favor!

     -Por aquí, sígame por favor. En esta puerta deje sus datos y los de los heridos, enseguida llevo las camillas para los heridos.

     -Gracias señorita.

     -De nada, dice la enfermera caminando de regreso.

     -¡Oiga señorita!, olvidé decirle que los heridos aterrizaron en un helicóptero sobre el techo de la clínica.

     -Bien señor, informaré para que suban por ellos entonces.

     -Señorita, por donde están los elevadores, deseo estar con mis amigos en el momento del traslado a las camillas.

     -Eso tendría que ser inmediatamente, sígame porque según veo en los mensajes que he recibido tres enfermeros ya están con los pacientes. Por aquí por favor.-Comenta la enfermera mostrándole el bipper.

     Minutos después Albert le da el alcance a los tres enfermeros y los sigue hasta la puerta del ingreso al quirófano, allí recibe las pertenencias de Silvio y Camilo, mientras que ellos son ingresados al quirófano para que les extraigan las balas.

     Treinta minutos más tarde sale una camilla con el cuerpo anestesiado de Silvio y es dirigido a una habitación de descanso, bajo la atenta mirada de Albert, que aguardaba en la puerta. Casi una hora después sale el cuerpo de Clemente fuera de peligro, directo hacia la habitación de al lado como lo había solicitado Albert.

     -¿Cómo se encuentra mi amigo?,-dice Albert al enfermero.

     -Lo único que le puedo decir es que este grandote es tan fuerte como una roca y a pesar de las tres operaciones que le hicimos casi no le cogió la anestesia, prácticamente lo operamos consciente.

     -¡Quéee! pero que abuso, pudieron ponerle más anestesia.

     -Imposible señor, se le aplicó la que le ponen a un toro y su amigo bien despierto. Por otro lado su otro amigo ni bien lo anestesiaron calló dormido cual bebé."

     -Bueno, lo importante es que ya está fuera de peligro, sólo resta esperar que se recuperen, -comenta Albert recibiendo las indicaciones de manos del enfermero para Silvio.

.....

     Ellen cerró muy bien la habitación de lo niños y se instaló en ella, conforme lo sugirió Silvio. Desde ahí aguardaba noticias.

     Ya habían transcurrido más de tres horas y ella no tenía noticias de ni de Albert ni de los otros que lo acompañaron. Y eso la tenía muy preocupada. De no ser por la presencia de Marcelo que contenía su angustia con su apreciación de las circunstancias y alegando que curar heridas en un hospital o clínica tomaba su tiempo. Claro que, ocultando el segundo atentado que habían sufrido, le permitía cierta confianza del regreso de Albert sano y a salvo.

     -Ellen ya tienes que preparar nuevamente mamilas ¿cierto? -preguntaba Marcelo fingiendo tranquilidad.

     -Sí.

     -Bueno. Iré yo por agua caliente. Pásame tus thermos y tus mamilas. Yo te traigo todo para que las prepares aquí. Yo te las lavo y aprovecho a traer algo para que piques. Ni te muevas de aquí. ¿sí?

     -Ok. No me pienso mover de aquí. Por nada del mundo. Si llegó Albert pídele que suba, por favor.

     -No te preocupes. Si lo encuentro te lo mando. -le responde Marcelo guiñando un ojo al salir. Sereno. Con parsimonia. Cualquiera que lo veía podría afirmar que no había nada que lo ensombreciera. Cuando en realidad se encontraba sumamente preocupado por Silvio. Sabiéndolo herido de bala. Pues había algo que lo unía a Silvio y Albert desde tiempo atrás.

ÁNGEL O DEMONIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora