☔︎Capítulo 14.☔︎
Al otro día estaba vistiéndome y peinando mi cabello, Adrián quedo de pasar por mi para ir juntos a la empresa y así hablar con el esposo de la farsante —apodo que puse a Sabrina—, sabía que lo que estaba por hacer no estaba del todo bien, la mejor opción era hablar con Jonathan y que el resolviera aquel asunto como el creyera mejor, pero sabía que el solo lo dejaría todo por la paz, y Sabrina no podía librarse tan fácil de todo esto. Recibí un mensaje de Adrián avisándome que ya estaba afuera y procedí a salir de la casa, no había nadie allí, Jonathan supuestamente fue a visitar a unos amigos y Valentina fue hablar con Rubén.
Abrí la puerta y luego la cerré con seguro, salí y me sorprendí cuando vi a Adrián dentro de su coche, pensé que caminaríamos hasta allá, pero al parecer solo yo pensaba eso, ya que no eran los mismos planes que tenía Adrián.
—Si mal no recuerdo me dijiste que no tenías licencia de conducir. —Le recordé una vez que el salió para acercarse a mi
—¿Te asusta que no tenga licencia? —preguntó en un tono divertido
—¿Debería asustarme?
—Talvez. —Aseguró y luego abrió la puerta del asiento copiloto para que yo entrara.
—Yo puedo abrirme la puerta sola.
—Déjame ser un caballero.
—No necesito tu caballerosidad.
El camino fue silencioso, más, no incómodo, él estaba concentrado en conducir y su vista enfocada en el camino, pensé algunas veces en romper el silencio con alguna pregunta, pero no me animaba.
⁂𝐍𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐀𝐝𝐫𝐢𝐚𝐧⁂
Luego de enviarle un mensaje a Jade para que saliera esperé por unos segundos hasta que la vi salir. Mis ojos estudiaron cada prenda de ropa y cada parte de su cuerpo hasta llegar a su hermoso y lacio cabello, vestía un jean blanco roto, una blusa de muchos colores y una chaqueta, llevaba una pulsera en su mano derecha y aquel negro cabello adornando sus brazos y hombros, nunca había visto a Jade vestir algo colorido. Siempre iba de negro, gris o blanco. Pero siempre lucia muy linda y no supe que decir al verla, quería halagarla, pero me contuve.
En el camino, ella rompió el silencio.
—¿En qué piensas? —preguntó mirándome
—En ti. —Contesté serio dirigiendo mi vista por un segundo a ella.
—Si, es normal. —Respondió ella con una gran sonrisa en su rostro.
Egocéntrica.
—Mañana haremos una salida sorpresa. —Anuncié con una sonrisa.
—Creo que omitiste la parte de preguntarme si quería ir.
—Irás, así tenga que llevarte en mis brazos, pero te llevaré.
Ella no replicó más nada y se quedó callada durante el poco camino que quedaba, aquella empresa no estaba tan lejos pero tampoco tan cerca. Llegamos y la pelinegra vio mis intenciones de abrir su puerta así que lo hizo ella y salió del vehículo.
—Te gané. —Dijo una vez que llegue a su lado, estábamos frente a un gran edificio.
—Bueno, vamos a destruir ese matrimonio. —Expresé tomándola de la mano.
—No necesito que me sujetes de la mano Adrián. —Replicó mientras caminábamos.
—Pero quiero hacerlo. —Contraataque serio y aunque ella trató de soltarme la tome con un poco más de fuerza hasta que se resignó y dejo su mano entrelazada con la mía.
—Buenas tardes. Tenemos que hablar con el señor Rafael Mendoza, ¿dónde queda la oficina?
—¿Tienen una cita o alguna reunión con él? —preguntó, y antes de que yo pudiese hablar lo hizo Jade.
—Soy su hija, y tengo que hablar con mi papá.
—Eso es imposible, el señor Mendoza solo tiene dos pequeños hijos.
—Es que, no soy su hija de sangre, me adoptó hace unos días y yo pensé que podría venir a verlo un momento. —Jade fingió estar llorando, entonces era mi turno de actuar.
—No querrá que el señor Mendoza sepa que usted está haciendo llorar a su hija y que no la quiere dejar pasar.
—¡Oh, por Dios! lo siento tanto, de verdad discúlpeme, señorita, pase adelante pero no le diga nada a su padre, se lo ruego. —Suplicó.
—Está bien, yo no diré nada. Pero dígame cuál es su oficina. —Pidió la pelinegra a mi lado "limpiando sus lágrimas".
—En la tercera puerta de aquel pasillo. — explico señalando un pequeño pasillo detrás de ella.
Una vez que nos dirigíamos allá, hable.
—Que manipuladora.
—Fue un poco estúpida.
Tocamos la puerta de la oficina y escuchamos una voz masculina gruesa responder y pedir que pasáramos. La cara de confusión de ese hombre fue épica.
—¿Quiénes son ustedes? —preguntó el hombre dejando de escribir en unos papeles.
—No tiene por qué saber nuestros nombres. Mi hermano trabaja aquí y tiene una relación con su esposa, ella lo engañó y le hizo creer que era una empleada más de aquí, mi hermano no sabe que ella está casada y que además tiene dos hijos, si no me cree tengo algunas fotos en mi teléfono de ellos dos juntos, así que mueva su trasero y vamos a mi casa, ahora. —Ordenó Jade tan rápido que me perdí desde que dijo nombres.
—¡Wow! ¡Wow! alto... ¿Quieres decir que mi esposa me está engañando?
—¿Tengo que repetirlo todo?
—Muéstrame esas fotos.
Le paso el celular al señor para que viera las imágenes.
El hombre las vio por un minuto y más que confusión, vi decepción y tristeza en sus ojos, el parecía amarla mucho.
—Ya me lo imaginaba, ella pidió trabajar como una empleada común en cuanto aceptamos a algunas personas para que trabajaran aquí, luego empezó a salir con frecuencia y me daba excusas como que eran cosas de trabajo, al principio sospeché y me esperé esto, pero luego pensé que quizás no era cierto y que ella solo quería empaparse más del trabajo duro de los empleados. Esta empresa es de su familia, así que a pesar de todo intenté buscarle lógica a su decisión. ¿Qué es lo que quieres que haga? —preguntó el hombre.
—Es fácil, irás a mi casa y te quedarás escondido en la cocina, Sabrina y Jonathan se verán hoy, entonces cuando ella llegue y veas hasta donde quieras ver para confirmar que te engaña, sales y la enfrentas.
El hombre resopló. —No pierdo nada.
Salimos de la oficina y subimos al carro, el hombre anuncio que iría en el suyo, conducía detrás de nosotros para que yo le sirviera de guía hasta la casa de Jade. Una vez que llegamos Jade ofreció un vaso de coca y el la aceptó para tranquilizarse, después de unos minutos escuchamos a Sabrina y Jonathan acercarse. Así que decidimos esconder al hombre para que la chica no lo reconociera.
—Hola Adrián, hola fea. —Nos saludó Jonathan y pude reflejar el odio de Jade en sus ojos, miraba a Sabrina de una manera intimidante.
—Hola Jonathan, Jade está enojada porque una chica le pidió que fuera más amable, solo es eso. —Mentí para tratar de justificar la actitud de Jade.
—Mi hermana odia que le den órdenes y más cuando es para que cambie su actitud. —Pone en contexto a Sabrina.
—Hola Jade, hola muchacho. —habló por fin Sabrina.
—¿Qué harán? —preguntó Jade a Jonathan.
—Cocinaremos algo.
⁂N𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐉𝐚𝐝𝐞⁂
Yo estaba cegada por la ira, el enojo me carcomía y solo quería irme encima de Sabrina y golpearla. Jonathan respondió mi pregunta y dijeron que cocinarán algo, besó sus labios y justo cuando se dirigían a la cocina, —Rafael salió—.
—Me sorprende que quieras cocinar con tu amante, no lo haces allá en casa. —Comentó con su frente arrugada.
—¿Quién es usted? —preguntó Jonathan con desconcierto.
—Soy Rafael Mendoza, esposo de Sabrina por el momento, pronto exesposo.
—Puedo explicártelo, mi amor.
—¿A cuál de los dos le dices amor? —preguntó Adrián divertido.
Me reí ante aquel comentario suyo, ellos nos miraron, más no dijeron nada.
—Están esperando una explicación Sabrina. —Hablé y entonces fue el turno de ella para mirarme con odio.
—Lo único que explicaré, es que gané este juego. —Exclamó la rubia con un tono divertido, su actitud cambio inesperadamente y también la de Rafael, quien ahora lucia una expresión juguetona.
—Pensé que no lo lograrías, Sabri. —Comentó el viejo loco ese.
—¿De qué mierda hablan? —preguntó Jonathan.
—Si, expliquen. El chisme siempre se dice completo o si no, no se dice. —Dijo Adrián alzando sus cejas.
—Mi esposa y yo tenemos un juego desde hace algunos meses, cuando llegan nuevos empleados, apostamos para ver quién puede enamorarlos primero, y quien enamoré primero a la persona, tiene el control de la empresa por un mes. —Explicó el viejo loco y sentí ganas de matarlo.
Jonathan no dijo nada, solo le propinó un puñetazo a Rafael, y al fin llegó la hora de yo hacer lo mismo con Sabrina.
Llegue hasta ella y le di una bofetada en su mejilla izquierda haciendo que su cara se volteara bruscamente y luego cuando se recompuso le propina una más en su otra mejilla. Finalmente, terminamos en un enredo de golpes, la hice caer al suelo, y terminé haciéndole una llave, dejando así su cara contra el suelo.
Ella trataba de quitarme de encima de ella, pero no lo logró. Minutos después sentí unos brazos quitarme de encima de ella yo pataleé y traté de zafarme del agarre, pero no lo logré. El viejo loco tomó a su esposa y se marchó de allí. Ambos se fueron en silencio. Sabía que ese asunto no me correspondía en lo absoluto, pero estábamos hablando de mi hermano, y sentía impotencia al ver como ambos jugaron con sus sentimientos sin piedad alguna.
—¿Pero que mierda Jade? —gritó Jonathan y entonces me enojé más, Adrián me soltó.
—No es a mí a quien tienes que gritarme, la única persona que merece tus gritos ya se fue.
—No debiste hacer eso, maldita sea. Tenías que hablar conmigo, decírmelo a mí y no armar todo este escándalo, tú sabes que yo la quería mucho.
—Tiene que entender que no puede ir por su estúpida vida enamorando a la gente como un juego, y tu jamás le darías su merecido. —Respondí, los dos estábamos gritando.
—Pero era mi novia, mi problema, mi maldito problema, no el tuyo. Pero como siempre arruinaste todo, eres una egoísta.
—No te comportes como un imbécil, tu hermana solo te quería ayudar para que descubrieras el engaño de tu novia. —Respondió Adrián.
Jonathan salió de la casa.
—Está alterado y no sabe lo que dice, no está razonando bien. Solo está cegado por la ira y cuando se le pase el entenderá que solo hiciste lo que creíste mejor.
—Ven, vamos. Te mostraré algo. —Pidió y yo solo asentí.
Cerré la puerta de la casa y empezamos a caminar, el auto de Adrián estaba allí pero no quería ir en él.
Caminamos hasta el parque y estábamos en la laguna, nos sentamos frente a ella y recosté mi rostro en su hombro. El pasó su brazo por mi cintura y se quedó en silencio por unos minutos.
—Es raro que nadie venga aquí, es el lugar más bonito del parque. —Comente.
—¿No conoces la vieja historia?
—¿Cuál historia?
—La de este lugar. Dicen que hace muchos años se suicidó una pareja aquí, y sus espíritus rondaban por aquí, desde entonces la gente teme venir a esta parte del parque.
—¿Crees en los fantasmas?
—No ¿Y tú?
—No se. Supongo que, si existe lo bueno, también debe existir lo malo.
—Es un tema muy complicado.
Nos quedamos en silencio por unos minutos, hasta que yo hable.
—Adrián, ¿Que está pasando entre nosotros?
—No sé, pero sea lo que sea no quiero que acabe.
Acerco sus labios a los míos y entonces no lo detuve, sus labios se movían y los míos seguían su ritmo, llevo sus manos a mis mejillas y las acaricio, puse las mías en su nuca.
Luego de unos segundos, pegó su frente a la mía y dijo:
—No sé qué diablos pasa conmigo, pero no negaré que algo pasa cuando estoy contigo.
A veces surgen momentos donde lo mejor es no decir nada, los ojos se encargan de decirlo todo. Me limite a tomar mi celular y reproduje una canción que me gustaba bastante. My way de Frank Sinatra.
Ambos nos quedamos en silencio, mientras disfrutábamos de la melodía.
(***)
Se hizo de noche y caminamos a mi casa, el camino no se hizo largo y aburrido menos, estábamos hablando sobre lo que haríamos mañana, según él me llevaría a un lugar que me encantaría, y yo deseaba que él no estuviera enterado de algo que yo no quería que supiera.
Llegamos a mi casa.
—Buena suerte con tu hermano.
Me dio una ultima pequeña sonrisa, y se fue a su casa.
Entré a la casa y no había nadie allí, un silencio abrumador me golpeó una vez que puse un pie dentro, subí a mi habitación y decidí dormir. Hoy había sido un mal día, pero terminó de una buena manera.
En ese momento recibí una llamada y arrugué la frente, el nombre de Emma en la pantalla me hizo sonreír y no tenía claro porqué.
—Hola, extraña —saludó una Emma sonriente en cuanto descolgué la llamada.
—Hola.
—Omitamos esa parte del saludo, ¿tienes planes para mañana? ¿no?... Bueno, mañana iremos a un bar con mis amigos y tú vas a venir conmigo.
—¡Wow! ¡Wow! alto ahí vaquero, primero que todo: tengo planes, somos menores y no me apetece salir con personas que no conozco.
—Tengo identificaciones falsas, justo hoy me dieron la que mandé hacer para ti, tus planes nocturnos están cancelados para mañana, vamos a ir y conocerás gente nueva. Y no es mala idea invitar a Adrián.
—No lo se. Mañana te aviso.
Me quede pensativa durante un momento, tal vez, no era tan mala idea.
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Bajo la misma tormenta [✔]
Любовные романыAbandonada, maltratada, cansada de la vida y los demonios sobrevivientes de su pasado, Jade es una chica encerrada en su propia burbuja, en su propio mundo. Adrián es todo lo contrario, popular en la secundaria, guapo y una sonrisa encantadora. ¿Qu...