Boston, Massachusetts, noviembre de 1805
Para Steve esta era su tercera o cuarta vez en Boston, caminando por las calles pobladas y barrios semitranquilos, viniendo únicamente por negocios y valoraciones en sus finanzas ya que desde que había ido con Philip al Park Theater, había decidido que haría algo con él; aun no estaba seguro de qué ni cómo, pero de que le daría un giro de ciento ochenta grados, lo haría.
Y eso también influía en que todavía tenía su título de leyes y en algún sentido practicaba como abogado —consultando la mayoría de veces a Philip, quien era una especie de compañero, aunque su amigo se inclinaba más a lo diplomático, que a los criminales—. Con estos viajes a Boston, dirigiría a su pasión a un lugar donde verdaderamente sería apreciada y como la reunión con los prestamistas había salido a la perfección, poco a poco ese sueño se hacía más real.
Excepto por uno.
En un sentido metafórico podría también considerarse su sueño.
Algo un tanto más personal, pero a la vez vital.
Y la joven con la que se venía cruzando desde su primer viaje tenía la culpa. No es que pudiera implicarla directamente en sus delirios de felicidad que saltaban en su pecho cuando veía que giraba por la misma esquina todas esas veces, pero si esa era su ruta habitual, no era culpa de ninguno que siguieran sus caminos.
Sin detenerse.
Sin preguntarse los nombres.
Sin presentarse.
Eran desconocidos. Lo siguen siendo, le recordaría Philip quien actuaba por lo general como su consciencia portátil o viceversa.
En su camino de regreso hasta la posada donde se estaba alojando, gotas de lluvia habían empezado a caer en una suave llovizna sobre las copas de los árboles, el suelo pedregoso y su traje de chaqueta roja. Un traje menos pomposo y más para asuntos profesionales, con Philip lo habían llamado "el traje de negocios compartidos", únicamente porque luego de semanas se dieron cuenta de que su amigo tenía el mismo, aunque en color verde, que usaba para las reuniones con colegas importantes que su padre le había dejado.
Contactos que se compartían entre sí, solo debía recordar cómo esa agenda pasaba de escritorio en escritorio mientras se sorteaban las reuniones y clientes. Quizá esa era la razón principal por la que aún se aferraba a no abandonar el despacho, estaba seguro de que extrañaría la constante compañía de Philip y que estaría demasiado ocupado con las remodelaciones en el teatro como para visitarlo.
Eso y que sus padres insistían en que se aventara a formalizar su relación inexistente con la Srta. Barnewall. O tal vez eso solo estaba en su cabeza, sí era buen amigo de Jane y se llevaban bien, pero no era amor, aún no al menos.
Por otra parte, conforme caminaba se iba acercando cada vez más a la esquina donde entraría a la calle principal en la que la joven morena de ondas castañas también giraría. ¿Era normal sentirse tan emocionado por un simple encuentro en donde las palabras no serían un factor?
«¿Y quién dice que no?»
La probabilidad de que, si le dirigía la palabra a la joven, él siendo algo como un extraño/supuesto acosador, seguro no le daría puntos con ella. Menos en medio de la calle. Y peor con la lluvia que se avecinaba y que para cuando se encontraran sería lo suficientemente fuerte como para no escucharse hablar.
Podía haber sido simple, si tan solo supiera su nombre, o la conociera de otro lugar o si...
Una gota pesada lo golpeó en la coronilla, recordándole sus previas conjeturas y obligándolo a abrir el paraguas que había llevado consigo por precaución al mal tiempo de noviembre. No estaba equivocado, iba a llover.
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In the Winter's Trail - one shots lams
De TodoEsta es una colección de historias, algunos cuentos y por lo general one-shots de parejas que rondan a menudo en mi cabeza. Adéntrate a mi mundo si te atreves, quedas advertido. Para más información, revisar el índice. Incluye: • Lams • Kingbury • H...