Felix.
Despierto totalmente adolorido.
Y no es por la lluvia.
Siempre he odiado los lunes pero ayer fue la excepción... Ahora odio los martes, me duele todo.
–No creo que pueda ir, tiene la temperatura alta. –Escucho que dicen por teléfono.– Está enfermo, la lluvia de ayer, ya sabes.
Mi ex padrastro me está cubriendo, estoy muy agradecido porque no creo poder sentarme a tomar apuntes.
Gracias por comprender, lo llevaré mañana si es que puede levantarse. –Dice girando para verme y sonríe–
Engreído.
–Claro, hasta luego. -Se despide y termina la llamada.–
Está parado junto a la puerta sosteniendo su teléfono, se acerca a mí y se tira a la cama conmigo.
Me hace girar para verlo y me da un beso en los labios.
–¿Cómo estás? –Pregunta acariciando mi mejilla.– ¿Te duele mucho?
–Algo. –Respondí apenado.– Gracias por ser mi cuartada.
–Ni lo menciones. –Dice tomando mi mano para acariciarla.– Me gustó mucho lo que hicimos.
No puedo estar más avergonzado.
–A mí también.
Suelta una risita y se levanta de la cama.
–Déjame traerte algo para el dolor, recuéstate un rato.
Asiento y sale de la habitación.
Dios Felix, ¿Qué hiciste?
No me voy a mentir pensando que solo fue para seguir con mi mentira, es obvio que después de todo si siento atracción por él.
Lo que no me esperaba es que me correspondiera.
¿Qué se supone que debo hacer ahora? Solo cogimos ¿No? ¿Por qué tiene que ser tan complicado?
No le puedo hacer esto a mamá, bueno, ya no están casados pero no se siente correcto.
No usamos condón.
¡¿Y si estoy embarazado?
Ay Felix gobiérnate, los hombres no se embarazan.