Karmaland's Maid Cafe // Rebornplay

VII - {Lay all your love on me}

ANTES DE LEER: Quiero aclarar una pequeña cosita, y es que siempre en mis escritos trato de usar un lenguaje muy neutro. Los diálogos son un tema diferente, pues ahí sí me gusta usar modismos, pero fuera de eso trato de ser lo más neutral posible.

¿A dónde quiero llegar con esto? A que si no saben qué es un objeto o qué significa una palabra, solo pregunten sin miedo bbs. Por ejemplo: en algunos países dicen "pajita", en otros "bombilla" o en otros "popote", bien. Pues de todo eso yo trato de buscar el "más conocido" para llamar por ese nombre al objeto cuando escribo.

Por eso se los digo, si necesitan saber lo que sea, pregunten sin problema❤

Ahora sí, a leer!

~♡~

Auron apretaba fuertemente entre sus manos la camisa blanca que llevaba puesta el otro castaño, estaba ansioso y a la vez quería lanzarse de la motocicleta en movimiento.

Reborn había olvidado su teléfono celular en casa de sus padres el día anterior cuando éstos lo invitaron a cenar, por lo que al salir del trabajo, los predestinados decidieron ir hasta el edificio donde los mayores vivían antes de pasar el resto de la tarde juntos. El bajito en un principio se negó, mas cuando supo que en el lugar no habría nadie, decidió ir por pura curiosidad.

La construcción era muy alta y los grandes ventanales reinaban en cada piso. Se encontraba en el mejor barrio de toda la ciudad. El Omega no pudo evitar abrir levemente la boca mientras miraba hacia arriba, hasta la punta, donde se podía ver una especie de invernadero.

— Vale, si no quieres entrar puedo ir yo solo. Te quedas en la recepción o aquí y ya está. — Propuso el Alfa antes de entrar al edificio.

— No me jodas, tío, que ya vine hasta aquí y no pretendo esperar afuera. — Se cruzó de brazos, manteniendo el ceño fruncido.

— Como gustes. — Se encogió de hombros.

Llegaron hasta el último piso, donde únicamente habían dos puertas. El hijo del superintendente se dirigió hasta la del costado izquierdo y su predestinado lo siguió. Cuando estuvo a punto de abrir con su propia llave alguien más lo hizo desde dentro, sorprendiendo a los jovenes.

— Muy buenas. — Saludó Conway, inexpresivo.

— ¿No se supone que no habría nadie? Ambos trabajaban hasta tarde hoy, ¿no? — Cuestionó su primogénito, ceñudo y cruzando los brazos.

— No tuve opción, hubo un cambio de planes. — Se hizo a un lado para que la pareja pudiese entrar, pero antes de que eso sucediera, otra voz llegó hasta los oídos de todos.

— ¡Conway, mi pasamontañas se quedó en el patrulla! — Vociferaba un rubio, quien bajaba las escaleras rápidamente. Cuando vio a los recién llegados, cambió su expresión y les regaló una hermosa sonrisa alegre.

En el rostro de Auron se reflejaba su sorpresa ante aquella persona; era un sujeto hermoso. Si ellos eran los padres de Reborn, entendía la razón de su atractivo físico.

— ¡Hombre, Auron! — Saludó alegre el rubio con un gesto de mano. ¿Lo conocía?

— No preguntes, les tuve que decir quién eras hace unos días. — Suspiró, rindiéndose. Sus padres eran un par de chismosos. — Espera aquí, buscaré mi móvil y nos iremos. — Le dijo al del mechón teñido, antes de entrar al lugar.

— ¿Te quieres ir? ¿Por qué no se quedan a cenar? — Conway se mostraba más agradable de lo normal y Reborn sabía lo que significaba. — ¿Qué dices tú, Auron?