Until you're mine © |Logan Lerman

Capítulo 34. Un por siempre limitado

Bajo la mirada y la clavo en la bolsa de regalo frente a mí. El silencio es incómodo y tirante, pero me siento bien, ahora ellos lo saben.

—Logan... ¿Cuál era su apellido? —musita Mike y se aclara la garganta. Y entonces caigo en la cuenta de que él diga su nombre se siente incorrecto.

—¿Importa? —James le frunce el ceño y se para de su asiento para llegar y acuclillarse frente a mí, aparta la bolsa de regalo y lo observo dudar dos segundos antes de mirarme a los ojos—. Tonta —me insulta y rio un poco, sin poder evitar llorar de nuevo, y él me abraza, haciendo que empeore.

Ninguno dice nada, pero pronto otro par de brazos me rodea, y otro par más, llenándome de seguridad, pero dejándome sin aire. Eso no importa, sin embargo; no importa porque ahora mis verdaderos amigos lo saben todo.

Lo saben todo y aún siguen aquí.

—La pizza se está tardando mucho, ¿no? —murmuro apenas, luego de unos minutos, levantando la cara en busca de un respiro. Mery y James ríen, dejándome ir. Mike también, pensativo.

—¿La bebé ya habrá despertado? —James hace un puchero. Desde que llegó quiso conocer a mi hermana, pero ella está tomando su siesta de tres horas.

—Si fuera así ya la habrías escuchado —le responde Mery—. Tiene un buen par de pulmones, de esos que te dejan sorda —bromea y rio, porque es verdad.

—Pueden subir, pero dejen que se despierte sola, ya va a ser hora de su comida —puntualizo, viendo el reloj de la sala.

7:53 p.m.

La cara de James se ilumina y recuerdo cuánto le gustan los bebés. Mery también lo nota, porque rueda los ojos divertida, y lo jala del brazo para subir las gradas a grandes zancadas.

Suspiro al verlos, aliviada, ligera... feliz.

—Sabes que no te juzgo, nunca lo haría, pero, ¿quién es ese idiota? —la voz de Mike me hace voltear a verlo. Luce indignado, y niego.

—Es, es solo un chico, que ya olvidé —aseguro, Mike me escrutiña con su mirada—. De verdad, ya pasó, ya... acabó.

—Solo quiero saber su nombre completo —insiste y refunfuño.

—¿Para qué? ¿Qué harías con eso, Mike? Yo ya no quiero más problemas en mi vida, solo quiero terminar el año, y el siguiente y—

—Miren quién ya estaba despierta —Me interrumpe Mery, señalando a James con mi hermana en brazos, bajando las escaleras.

Agradezco en silencio por poder dejar de hablar del tema y me dirijo a la cocina. —Calentaré su comida —anunció, ignorando la mirada de reproche que Mery le lanza a su hermano.

Cuando regreso con la papilla lista, el ambiente ha vuelto a ser despreocupado, y Mike está tan embobado como James con mi hermana.

—Soy muy joven —murmura, moviendo la sonaja mientras mi hermana intenta alcanzarla con sus manitas.

—Somos muy jóvenes —repite James y Mike lo observa, incrédulo—. ¿Qué?

—¡Ni se te ocurra embarazar a mi hermana! —lo apunta con la sonaja y James se pone de todos los colores posibles.

—¡Pero qué dices! —le grita Mery, golpeándolo en la cabeza y haciendo reír a la bebé. Yo también rio, sin poderlo evitar.

Los tres me fulminan con la mirada.

—Lo siento, ¿sí? Fue gracioso —me disculpo, riendo más entre dientes y acercándome para darle de comer a mi hermana, ella ríe de nuevo.

—Genial, las hermanas Willow se burlan de nosotros —dramatiza Mike y bufo.